Abascal me lo pone difícil. El año pasado fui al mitin de Vistalegre.
Me sentaron en la segunda fila, detrás del Alto Estado Mayor, y media
España se enteró. Siempre me ha gustado que me silben los oídos, pero
ahora, con la edad, me estoy quedando un poco sordo y prefiero el silencio a la algarabía.
Que los fachas de izquierdas me llamen facha de derechas tiene su
lógica, pues se lo llaman a todo el que no comparte sus ideas, pero
cansa un poco, la verdad. El día en que Vox dio por
hecho un futuro espaldarazo electoral que después se quedó en mohíno
premio de consolación me juré a mí mismo que nunca volvería a asistir un
mitin, lo organizara quien lo organizase.
¡Menudo coñazo, con todo dios berreando consignas sin parar!
Un par de meses después ya había faltado a mi palabra, pues fui a los
de cierre de campaña del PP y de Vox en las elecciones andaluzas, pero
lo hice por necesidades del guión del libro que entonces iba a escribir.
Y ahora, convocada ya la segunda edición de Vistalegre y decidido yo a
pasar de largo ante ella, me entero de que los heraldos abascalinos han
propuesto en el Congreso cosas tan sensatas como revertir algunos de los
nombres de las calles recientemente modificados al abrigo de la Ley de Memoria Histórica,
derogar cuanto antes la citada ley por atentar contra la libertad
política, de pensamiento, de investigación y de cátedra, sellar de una
vez por todas las fronteras de Ceuta y Melilla para que dejen de ser
coladero de ilegales y supuestos refugiados por nadie perseguidos, y
negarse a condenar el franquismo y la guerra civil para que la historia
vuelva a ser coto de estudio reservado a los historiadores.
¡Hombre,
Santi! ¡No me fastidies! ¡No te salgas con ésas, porque si lo haces,
tentado por la cordura de tales propuestas que no responden a ideología
alguna, sino a los dictados del sentido común, voy a tener que personarme el 6 de octubre en Vistalegre en contra de mis deseos!
Ten piedad. Prométeme que no me darás trato de Vip para que no vuelvan a
silbarme los oídos o, mejor aún, ordena a tus chicos que antes digan
alguna barbaridad. Por ejemplo: que el 11 de noviembre os sumaréis a los
manejos del tricentrito socialdemócrata para que todo
el país vuelva a estar en manos de un partido minoritario al que en las
últimas legislativas sólo votó una persona de cada cinco. Basta con eso
para que me quede en casa sin necesidad de ponerme tapones en los oídos.
(*) Escritor
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