MADRID.- El apoyo del PNV a Pedro Sánchez para que renueve como presidente del Gobierno pasa porque éste apoye los planes nacionalistas de ‘asaltar’ el BBVA. Y la pieza clave de esa jugada es Bankia y su actual presidente, José Ignacio Goirigolzarri.
La prioridad del PNV para la próxima legislatura es que los dos bancos
se fusionen, que ‘Goiri’ sea presidente de la entidad resultante y que
el ‘clan de Neguri’ vuelva a ganar el protagonismo perdido en el banco
azul aprovechando la caída en desgracia de su gran enemigo, Francisco González, por el caso Villarejo. Si esta opción fracasa, el PNV se guarda un as en la manga: promover a Josu Jon Imaz, consejero delegado de Repsol y exlíder del PNV, como presidente de BBVA.
Según diversas fuentes consultadas por Bolsamanía, el PNV ha llegado a
un acuerdo verbal con el PSOE para que el Gobierno de Sánchez impulse
la fusión entre BBVA y Bankia. Una de estas fuentes asegura que este
movimiento corporativo “contentaría a todas las partes”:
BBVA, Bankia, Gobierno, Banco de España e, incluso, el BCE. El
organismo europeo ha pedido en reiteradas ocasiones más concentración
bancaria en la zona euro.
El ‘timing’ y las razones son inmejorables para este primer escenario. BBVA está asediado por el caso Villarejo,
con una gran crisis reputacional y fuertes caídas en Bolsa por sus
negocios en México y Turquía, y Bankia encontraría una salida para su
privatización, que el Gobierno lleva años aplazando por la caída de la
acción.
Goiri -vasco, pero no del clan de Neguri- es un banquero
respetado tanto en España como en Europa, aunque hay una segunda pieza a
tener en cuenta en la fórmula: Iñaki Azaola. Es la
mano derecha de Goiri y José Sevilla como director corporativo de
Auditoría Interna en Bankia, fue director general del Banco Guipuzcoano y
sí es un Neguri “de toda la vida”.
En términos políticos, el PNV ofrece al PSOE un puente de diálogo fiable sobre Cataluña para
tratar de reconducir la situación tras la intentona independentista y,
además, se encontraría con que el Estado sería uno de los grandes
accionistas del banco fusionado y, por tanto, los socialistas podrían
colocar a afines en su consejo. Un portavoz del PNV no hizo comentarios
sobre esta información.
COMPLICACIONES DE LA JUGADA
A pesar de que la primera jugada tenga sentido para todas las partes y
que la segunda sea vista como viable si todos los factores que maneja
el PNV y el clan de Neguri concurren, sacarlas del terreno político y
llevarlas a la práctica empresarial no sería un camino de rosas.
Para empezar, ni el Gobierno ni el clan de Neguri pueden nombrar al presidente del BBVA ni forzar su fusión con Bankia;
son decisiones de sus accionistas y los antiguos BBV no tienen fuerza
suficiente en un consejo que sigue estando controlado por FG.
Simplemente, pueden impulsar la operación, pero el BBVA ya ha resistido
otros asedios gubernamentales, como el asalto de Sacyr que dio pie a la
contratación de Villarejo, la OPV de Bankia o la creación de Sareb.
Por tanto, para forzar la fusión, el Estado (dueño de un 60% de
Bankia a través del FROB) tendría que ofrecer a los accionistas del BBVA
una ecuación de canje “favorable”, esgrime otra de las
fuentes consultadas. Y eso provocaría un gran escándalo porque
supondría pérdidas para todos los españoles.
Por otro lado, aún persiste
la duda de que el propio Goiri puede ser imputado por
el caso Villarejo, ya que fue consejero delegado del BBVA entre 2001 y
2009, cuando el banco contrató al excomisario hoy encarcelado.
Igualmente, esta fuente recuerda que los bancos tienen que contar con
un sucesor designado, y que éste se haría cargo del banco
automáticamente hasta la siguiente junta de accionistas en el caso de
que Carlos Torres tuviera que dimitir.
La vía más factible para el asalto sería que todo el consejo de BBVA cayera
por la imputación. Y no es en absoluto seguro que el resto de los
consejeros siguieran los pasos de Torres por unos hechos en los que no
participaron o de los que no tuvieron conocimiento en la mayoría de los
casos.
UN AS BAJO LA MANGA: JOSU JON IMAZ (REPSOL)
El PNV fía el acuerdo a la palabra de Sánchez,
puesto que no hay ningún pacto escrito al respecto. Si el líder del PSOE
no cumple, los vascos pondrán un alto precio a su papel de ‘mediador’
con la Generalitat y le complicarán la legislatura. Pero el PNV y el
clan de Neguri se guardan un as bajo la manga para ‘asaltar’ el BBVA en
caso de que no se produzca la tan ansiada fusión con Bankia, que a todas
luces es el gran movimiento empresarial y político por el que apuestan y
en el que están centrando todas sus fuerzas.
El plan B pasaría por promover al consejero delegado de Repsol, Josu Jon Imaz, a presidente del BBVA
si la Audiencia Nacional imputa al banco y a su consejo por el caso de
las escuchas ilegales, algo que la Fiscalía Anticorrupción tiene
previsto solicitar en estos días. Logrado este primer punto, el PNV
intentaría poner a sus afines en la estructura directiva del banco azul.
Imaz fue presidente del PNV entre 2004 y 2008, cuando sustituyó al
histórico dirigente Xabier Arzalluz. Desde 2014, es consejero delegado
de Repsol. Aunque no tiene experiencia en la banca, es uno de los
ejecutivos y políticos más valorados por el PNV. El grupo vasco no
descarta otros nombres si tuviera que recurrir a esta vía alternativa,
pero sus dirigentes apuntan hacia el segundo hombre de Repsol como su
favorito.
No obstante, un portavoz de Repsol niega que el PNV haya hecho oferta
formal alguna a Imaz y afirma que éste no está interesado “en ningún
caso” por una oferta de este tipo.
LA VENGANZA CONTRA FRANCISCO GONZÁLEZ
El clan de Neguri se la tiene guardada a Francisco González, y sus
ansias de recuperar el control de BBVA que les fue arrebatado hace casi
veinte años se han reavivado estos días con el fallecimiento de Emilio Ybarra,
el primer presidente del banco tras la fusión con Argentaria, cuya
salida forzó González con la excusa de las cuentas opacas de Jersey.
Aquellas heridas no se han cerrado, como demostraba hace unos días Pedro Luis Uriarte en una despedida a Ybarra en la que disparaba numerosas hostilidades contra González.
No es la primera vez que el PNV utiliza a la banca como moneda de cambio. Hace un par de años, el partido nacionalista dio su apoyo a los Presupuestos Generales del Estado del último Gobierno de Mariano Rajoy
a cambio, entre otras medidas, de que el Ejecutivo suavizara la
penalización a las antiguas cajas que no quisieran salir a bolsa o
reducir su participación en los bancos que debían crear por debajo del
51%.
Lo hizo a través de una ampliación de cinco a ocho años del plazo
que las antiguas cajas, a través de las fundaciones bancarias que están
en su capital, tienen para constituir un fondo de reserva, la medida
alternativa al debut en el mercado.
En aquel momento, la medida beneficiaba a Kutxabank, Unicaja e Ibercaja. Pero el PNV consiguió además para la entidad vasca una enmienda 'ad hoc' que permitía computar ese 51% no para las tres cajas vascas fusionadas (BBK, Kutxa y Caja Vital), sino para cada una individualmente. Lo cual, en la práctica, se traduce en que no necesitan vender ningún porcentaje ni salir a bolsa en ningún momento.
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