Las primeras negociaciones para la renovación de los puestos en los
principales cargos de la Unión Europea (Comisión, Consejo, Alto
representante de Política Exterior y Banco Central Europeo) en las que
está participando como coordinador del grupo socialdemócrata europeo el
Presidente de Gobierno español Pedro Sánchez, han quedado empantanadas,
a pesar de la versión oficial de que el encuentro ha sido
“constructivo”.
Las peleas entre los distintos grupos (Populares, Socialdemócratas y
Liberales) y, el empeño de los Populares en nombrar al presidente de la
Comisión, al sucesor de Jean Claude Juncker, sin tener en cuenta que el
antecesor de él, el portugués Durao Barroso, también era del grupo
popular, han paralizado las negociaciones con el riesgo de que este
empantanamiento dure meses. Y
justo en el momento del Brexit y en plena crisis del poder creciente de
la extrema derecha y de los euroescépticos en varios países de la
Unión.
El jueves, con la entrevista celebrada en la Moncloa del presidente
del Consejo Europeo, Donald Tusk, con el presidente español, se
iniciaba, de hecho, la ronda de consultas del presidente del Consejo
Europeo y, también de Pedro Sánchez, para llegar a un consenso sobre el
reparto de poder en la UE, después de las elecciones al Parlamento
Europeo, en las que el PSOE, con veinte escaños, consiguió colocarse en
cabeza del grupo socialdemócrata.
España nunca ha tenido una oportunidad como ésta para convertirse en
la potencia de referencia de la izquierda europea. No sólo el Partido
Socialista Español se ha convertido en la principal fuerza del Grupo
S&D, sino que España es, ahora, el país más grande con un gobierno
socialista en la UE.
Y esto, en cierto modo, ha sido reconocido en la Cumbre que tuvo
lugar en Bruselas la semana pasada, dónde se nombró al presidente
español coordinador, junto con el primer ministro portugués, Antonio da
Costa, para consensuar el reparto de poder dentro de la Unión.
De esta
forma, las tres grandes familias políticas europeas (socialistas,
populares, y liberales) han delegado, cada una, en dos primeros
ministros, para asistir este viernes a una cena informal, en la
residencia privada de Charles Michel, primer ministro belga y
representante de los liberales que, en su forma actual viene a ser una
iniciativa sin precedentes.
Los democristianos (Populares), delegarán en el croata Adre Plenkovi y
en el letón Krisjanis Karins. Los socialdemócratas delegarán en el dúo
ibérico: Pedro Sánchez y Antonio Costa, de Portugal. Mark Rutte,
representará a los liberales, junto con su homólogo belga, Charles
Michel, el anfitrión del encuentro. La idea de los seis ‘coordinadores”
surgió en la ultima Cumbre celebrada la semana pasada, poco después de
las elecciones europeas.
El presidente Donald Tusk aspira a que se tomen decisiones sobre los
nombramientos – preferiblemente también, sobre su propia sucesión -en la
Cumbre que se celebrará en el plazo de dos semanas, el próximo 21 de
junio. Pretende así evitar que las cuestiones sobre el reparto de
carteras en la UE, paralice la UE durante todo el verano.
Además de los
cargos de Presidente de la Comisión, y de Presidente del Consejo,
quedará también vacante el cargo de la coordinadora de Política
Exterior, Federica Mogherini. Igualmente en el reparto estará el puesto
de Gobernador del Banco Central Europeo (BCE) ya que Mario Draghi
termina su mandato el 31 de octubre. El Parlamento tendrá que elegir,
también, al sucesor del italiano Tajani.
El presidente en funciones, Pedro Sánchez, ha venido defendiendo que
España consolidará su influencia en las instituciones de la UE y que
está dispuesto a hacer frente a lo que describió como “presencia floja
de Gran Bretaña e Italia” en Bruselas.
En este contexto, Sánchez ha señalado que presionará para obtener un
cargo en la Comisión Europea, aprovechando los resultados conseguidos
por los socialistas en las últimas elecciones europeas. De este modo,
España aspira a convertirse en el tercer socio preferente de la Unión
tras la, aún indefinida y sin resolver, salida del Reino Unido de la UE,
que conforme más tiempo pasa, más complicada es. Especialmente porque
será una salida sin condiciones y abrupta, sin acuerdo, es decir un
Brexit de incalculable consecuencias.
Tras la salida del Reino Unido y con una Italia en manos de
extremistas y populistas y con problemas con Bruselas por sus cuentas y
su déficit incontrolado, España sería el tercer país en términos de
población y riqueza en el club de los Veintisiete. Por el momento, solo
Holanda defensor a ultranza de la disciplina y ortodoxia financiera, que
tanto gusta en Bruselas, aspira a competir con el socio preferente del
sur, para alemanes y franceses, en ese eje que se ha establecido entre
Madrid-París y Berlín.
Es verdad que tanto en Portugal como en España,
los socialistas lograron resultados con los que el SPD alemán hace
tiempo que no se atreve ni a soñar, ni por supuesto los franceses que
sufrieron un varapalo por la extrema derecha.
El PS portugués obtuvo el 33,4 por ciento de los votos en las
elecciones europeas, el PSOE español el 32,8 por ciento y 20 diputados
y, es, por eso por lo que Sánchez quiere que España desempeñe un papel
que esté a la altura de la importancia de la cuarta mayor economía de la
zona euro.
Y, además con un Reino Unido fuera del proyecto europeo, y
una Italia cada vez más alejada del núcleo de decisión de Bruselas. Todo
esto ha sido destacado esta semana por gran parte de la prensa
internacional que, por otra parte decida los máximos elogios al
Presidente del Gobierno por sus éxitos electorales. Una muestra es la
crónica de Rapahel Minder en el New York Times donde dice que “la victoria de Pedro Sanchez convierte a España en un bastión del socialismo europeo”.
“El Presidente del Gobierno español, ha culminado su regreso a la
élite política al dirigir a sus colegas socialistas a la victoria en las
elecciones generales del 28 de abril, consolidando su posición en las
elecciones municipales, autonómicas y, sobre todo, europeas. Los
resultados posicionan a Sánchez en una corriente que se ha desmoronado
en países como Francia, Italia, y, más recientemente, en Alemania.
Sánchez se prepara para formar un nuevo Gobierno en las próximas semanas
y puede que su éxito o fracaso se convierta en una prueba para
determinar si el socialismo tiene un futuro en Europa, más allá de
Escandinavia”.
(*) Periodista y economista
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