ALICANTE.- Estado de Castalia, minuto 78. El equipo de fútbol de Castellón
empata el partido contra el Hércules CF. Los locutores del partido, que
retransmite À Punt, se desgañitan para celebrar el tanto. Los
castellonenses acuciados necesitan puntos para escapar de los últimos
puestos de la clasificación del grupo III de la Segunda B. Minuto 86.
Penalti a favor de los alicantinos. Dudoso, sentencian los
comentaristas. Benja anota el gol y el Hércules se adelanta. La
celebración en À Punt no pasa de notarial. En las redes sociales, la
indignación alicantina con el vídeo de la retransmisión se propaga con
rapidez, recoge El País.
Para los alicantinos, esta anécdota deportiva es otra muestra del
agravio que sienten con Valencia: un sentimiento antiguo que goza de una
salud de hierro sobre todo en Alicante ciudad y la comarca de la Vega Baja y que reclama un reparto de inversiones e infraestructuras más equitativo. La percepción es unánime entre todos los líderes de las listas autonómicas por Alicante.
Rubén Martínez Dalmau, de Unides Podem, da cifras. De los 1.189
millones de euros que percibe la Comunitat Valenciana de los
Presupuestos del Estado, solo 245 van a Alicante. El 20,6% para el 37%
de la población total, según sus cálculos.
“Alicante es una provincia
que, en comparación con Valencia, recibe menos inversión en términos
presupuestarios y de infraestructura, pero también respecto a
Castellón”, declara Dalmau.
Similar es la respuesta de Aitana Mas, la
número uno por Compromís. “La cuestión no es ese desequilibrio, sino
otro previo, integral: la centralización económica, demográfica y
política en torno a Valencia” que, a juicio de Mas, “se aprecia más en
Alicante”.
María Quiles, de Ciudadanos, apunta que “esta percepción es
histórica”. Insiste en que hay que actuar, “no basta con discursos
teóricos sobre la vertebración autonómica o promesas que jamás se
cumplen”. Para Vox, el “desequilibrio presupuestario” es “evidente”,
sostiene su cabeza de lista, Ana Vega, que cree que la provincia
“siempre ha sido la cabeza de turco en el reparto de poder”.
Finalmente, los candidatos de los dos últimos partidos que han
gobernado la Comunidad cruzan dardos. José Císcar, del PP, manifiesta
que “el Consell de PSPV y Compromís no ha reconocido en ningún momento
la importancia de la provincia en la Comunidad Valenciana”.
Su rival
socialista, Ana Barceló, replica que “el desequilibrio que se venía
produciendo sistemáticamente en inversiones” se ha “corregido bastante
en esta última legislatura”. “Partíamos de una inversión de un 12% en la
provincia de Alicante y ahora estamos en torno a un 37%”, sostiene.
Barceló concede que la quinta provincia de España, por población,
necesita “mejorar considerablemente las inversiones” que llegan de
Madrid.
"Esto viene casi de principios de siglo XX”, comenta el escritor y
periodista Mariano Sánchez Soler, “siempre ha sido así, desde antes de
que existieran las autonomías”. Él ha documentado este desencuentro y
destaca varios hitos.
El primero, las Hogueras de Alicante, “que
copiaron un año después el modelo turístico implantado para las Fallas”.
Después, “el régimen franquista trató de instaurar lo que se conoce
como el surestismo, una entidad geográfica formada por las provincias de Alicante, Murcia, Almería y Albacete”.
Incluso en 1995, el socialista Antonio Fernández Valenzuela lideró
una nueva mirada hacia fuera de la Comunidad Valenciana. Varias cámaras
de comercio de las mismas provincias “llegaron a fundar un Consorcio
para la Promoción del Sureste, con epicentro murciano”, continúa Sánchez
Soler. La industria provincial frenó el amago de ruptura.
Para paliar
este desequilibrio, los candidatos proponen, en general, un reparto
presupuestario más equitativo y el desarrollo de infraestructuras que,
en todos los casos, consideran, como mínimo, largamente postergadas. Los
populares proponen la conexión en Alta Velocidad de las tres capitales
de provincia, que unirá Alicante con Castellón en “poco menos de dos
horas”.
Císcar también recuerda que la candidata a presidir la
Comunidad, Isabel Bonig “creará una Consellería de Turismo con la sede
institucional en el edificio del Invatur de Benidorm”. Desde Ciudadanos,
Quiles cree que la vertebración debe concretarse “en la conclusión del
TRAM en Alicante capital” o “en la exigencia al Gobierno central para
que actualice el Plan Hidrológico Nacional”.
La red de trenes también
articula el discurso de Dalmau. El líder de Unides Podem alude a los
Cercanías de Alicante o a la desconexión del aeropuerto y añade que “la
financiación debe reequilibrarse y adaptarse a las necesidades de los
territorios, a las realidades demográficas”.
La corrección pasa también por Madrid, según Mas. La candidata de
Compromís asevera que su partido debe “condicionar el apoyo al PSOE en
Madrid a un plan de inversiones” y lograr “la influencia suficiente en
el Botànic II para que a las comarcas de Alicante lleguen determinadas
inversiones”.
La brújula del PSPV también apunta hacia la capital del
país, aunque no solo para evitar la “discriminación exclusivamente de
Alicante”, sino porque a juicio de Barceló, la Comunidad Valenciana
“necesita una mejor financiación, basada en el peso poblacional, para
situarnos en la media de España”.
Para la número uno autonómica de Vox, en cambio, la solución a esta
descompensación entra dentro de su programa de eliminación de las
Comunidades Autónomas.
“Alicante es una provincia con identidad propia
y, por ello, debe elaborar, gestionar y ejecutar su propio presupuesto
sin depender de las luchas de poder de los partidos políticos”, dice
Vega, quien propone que “mientras exista la Autonomía debería crearse
una ley de financiación provincial que obligue a las instituciones
valencianas a realizar un reparto del presupuesto entre las tres
provincias de manera equitativa”.
"Ciudad por ciudad, Alicante y Valencia no son comparables”, concluye
Sánchez Soler, que sostiene que el problema nace de la complejidad de
una provincia que “no es unitaria”.
“Hay muchas sensibilidades, el norte
mira hacia el norte y el sur, hacia el sur”.
Este escritor también
recrimina a los alicantinos cierta postura victimista: “Si todo lo que
nos pasa es culpa del vecino, parece que no tengamos nada que arreglar
nosostros mismos".
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