VALENCIA.- Guillermo Sanz (Madrid, 1957), jefe de Hematología
del Hospital de La Fe y médico de Eduardo Zaplana, es uno de los mayores
especialistas en leucemia del mundo. En las antípodas ideológicas de su
paciente -militó en el Partido Comunista y ha sido compromisario de Podemos- lleva meses intentando convencer sin éxito a la juez María Isabel Rodríguez
de que el ex ministro está muy grave. En una entrevista exclusiva con El Mundo explica en profundidad cuál es el estado de salud real de
Zaplana y alerta de que si la juez consuma su propósito de volver a
encarcelarle, no hará falta celebrar el juicio porque morirá mucho
antes.
Pregunta.- ¿Zaplana está tan grave como dice usted o no es para tanto como sostiene la juez?
Respuesta.-
Lo primero que me gustaría destacar es que ningún trasplante de médula
ósea es igual. Los hay que lo llevan estupendamente desde el primer día,
pero en el caso de Eduardo Zaplana el trasplante ha sido muy complejo
por dos motivos. En primer lugar, por su edad en el momento del
trasplante. En segundo, por el hecho de hacerlo en un momento de
enfermedad activa, en el que el paciente tenía ya una leucemia aguda.
Estas dos cosas han hecho que desde el primer mes hemos tenido problemas
que no son frecuentes: desde una pericarditis aguda a una trombosis
seguida de una embolia pulmonar masiva. Todo ello complicado por la
denominada enfermedad del injerto contra huésped, que se produce cuando
los linfocitos atacan lo que consideran extraño a su alrededor. Por lo
tanto, el problema más importante ha sido que esa enfermedad le ha
provocado una situación de inmunosupresión muy grave y que se sigue
manteniendo y que le coloca en una situación de grave riesgo vital.
P.- Usted asegura en sus informes que su ingreso en prisión le ha provocado un empeoramiento.
R.-
Lo primero que hemos constatado es el estado de desnutrición que tenía
durante su estancia en prisión. Perdió más de ocho kilos y en
prácticamente dos semanas en el hospital con suplementos hiperproteicos
hemos conseguido que recupere cuatro kilos. Lo segundo, que en una
situación de prisión no es posible el manejo más adecuado de la
enfermedad y se ha ido agravando estos meses afectando a órganos que
antes no afectaba como las articulaciones, la cavidad oral o la
superficie cutánea.
P.- En un reciente auto la juez pone en cuestión la gravedad de Eduardo Zaplana aludiendo a que se saltó una cita médica el pasado mes de diciembre. ¿Qué ocurrió exactamente?
R.-
El único motivo que se me dio fue que Zaplana tenía miedo a ingresar en
el hospital. Yo le transmití a su esposa que hiciera lo que estuviera
en sus manos para hacerle ver que tenía que ingresar para hacerse unas
pruebas fundamentales porque habíamos descubierto que estaba perdiendo
sangre por el tubo digestivo. Toma un anticoagulante que facilita el
sangrado porque tuvo una embolia de pulmón y sigue teniendo facilidad
para tener nuevas trombosis. Nos encontramos al hacerle las pruebas con
una erosión en el esófago, que pudo ser el lugar en el que sangraba.
Llegó a tener niveles de hierro en sangre de cero por este motivo.
Noté
un cambio de comportamiento en los últimos dos meses a pesar de que
estaba con tratamiento antidepresivo. Para él la enfermedad pasó a un
segundo plano y eso no es conveniente porque en un trasplante tan
complicado el estar atento a los problemas que puedan surgir y poner
remedio de manera inmediata es vital para que no haya complicaciones. Al
principio estaba deprimido y en un momento pasó a estar en una
situación de dejadez absoluta.
P.- ¿Está más preocupado Zaplana por su honor que por su enfermedad, como él mismo ha transmitido públicamente?
R.-
Eso mismo me ha transmitido a mí y todos los días intento quitárselo de
la cabeza. Independientemente del tema procesal, si quiere defender su
honor, lo que tiene que hacer es llegar vivo al juicio.
P.-
Usted ha reiterado que si Zaplana sale del hospital su vida corre
peligro, pero la juez siempre ha estado dispuesta a devolverlo a
prisión. ¿Si vuelve a la cárcel, morirá?
R.- No
soy profeta pero tanto si está en su casa como si está en el hospital en
caso de presentarse cualquier complicación, su acceso a los médicos es
inferior a una hora. Si está en la cárcel, tarda no menos de cuatro
horas. Con una infección bacteriana pulmonar, cada hora de demora en el
tratamiento implica un aumento de la mortalidad del 10% a la hora. Eso,
teniendo en cuenta que con una neumonía en su caso la mortalidad suele
ser del 80% y él ya se ha salvado dos veces. Si no hay otra alternativa a
la cárcel, debe seguir en La Fe un tiempo prolongado.
P.- ¿A qué cree que se debe el empeño de la posición de la juez para devolverlo a la cárcel?
R.-
Sinceramente, no tengo ninguna explicación razonable y no me atrevo a
hacer conjeturas. Yo creo que no era consciente de la gravedad del
estado de Zaplana. No obstante, el hecho de que el juzgado haya aceptado
su ingreso en el hospital es un cambio de actitud que valoro
positivamente y parece que se reconoce que Zaplana necesita unos
cuidados especiales que no se le pueden dispensar en el centro de Picassent. La posición de la Sociedad Española de Hematología
también creo que ha podido ayudar a cambiar la posición del juzgado al
no ser ya la única persona que ha informado en el mismo sentido.
P.- Si mañana la juez dicta un auto ordenando el reingreso de Zaplana en Picassent, ¿qué tiene previsto hacer?
R.- Lógicamente tengo que acatar la ley pero será sin el alta médica y bajo su responsabilidad.
P.- La juez acaba de remitir el expediente médico de Zaplana al Instituto de Medicina Legal
de Valencia para que lo evalúe como forense y ha preguntado
abiertamente si el enfermo está terminal. ¿Es necesario que un médico
conteste que sí lo está para que no regrese a Picassent?
R.- Si por terminal se entiende que hay una
seguridad del 100% de que Zaplana va a morir en dos años, la respuesta
es que no lo está. Sin embargo, si por enfermedad terminal entendemos
que Zaplana podría morirse mañana mismo, la respuesta es que sí.
P.- La juez ha llegado a decir que si Zaplana queda en libertad, se fugará a «paraísos fiscales donde también hay hospitales». ¿Cree que eso ocurrirá?
R.-
No conozco ningún paraíso fiscal que disponga de hospitales con
unidades de trasplante de renombre. Conociendo un poco a Zaplana y lo
aprensivo que es, el riesgo de fuga en su caso concreto es nulo.
P.-
Los investigadores han llegado a justificar en privado que se mantiene
preso a Zaplana porque cuando lo detuvieron tenía una vida repleta de
excesos. ¿Un enfermo como Zaplana podía cometer excesos?
R.-
Él ha sido bastante cuidadoso pero no se puede pretender que una
persona trasplantada esté aislada en su domicilio de forma permanente y
tenga una vida monacal. De todas maneras, le doy un dato: cada vez que
tenía que ir a cualquier reunión o realizar algún tipo de
desplazamiento, me pedía permiso. Los pocos viajes que hizo los realizó
sacándose billetes con seguro de cancelación por este motivo.
P.-
La pregunta que se hace en estos momentos todo el mundo es qué va a
hacer la juez: si lo mantiene en el hospital, lo manda a su domicilio u
ordena su reingreso en prisión. ¿Usted tiene la respuesta?
R.-
Que se analice todo el historial del paciente por primera vez va a
permitir que la respuesta esté fundada en hechos, lo que no ha ocurrido
en ocasiones anteriores.
P.- ¿Alguna vez ha hablado con la juez sobre este asunto?
R.-
Nunca y ha sido un error. Ha faltado comunicación durante estos meses
porque el papel y los informes son muy fríos. Hablando se transmite
mucha más información y se pueden preguntar cosas que una persona que no
está versada no entiende.
P.- Hay personas
próximas a Zaplana que llegan a pensar que se le está dejando morir
porque no hay pruebas contra él. No es una pregunta médica, pero
¿comparte esa sensación?
R.- No le puedo
contestar a eso. Mi única función consiste en mejorar su estado de
salud, lo hago desde junio de 2015 y lo voy a seguir haciendo.
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