La inauguración del aeropuerto de
Corvera resulta casi una proeza, después de tantos contratiempos con los
que ha tropezado el proyecto desde que lo puso en marcha Ramón Luis
Valcárcel en el año 2000 y de los 28 pleitos a los que ha tenido que
hacer frente, a costa de encarecer su presupuesto de una forma
escandalosa.
En aquel momento parecía que el futuro de la Región
dependía exclusivamente de la posibilidad de contar con un aeropuerto
que permitiera hacer el viaje de ida y vuelta a Madrid en el día. Los
vuelos low cost apenas habían despegado y el trasiego de pasajeros
británicos, que ahora constituyen el 80 por ciento de su clientela,
estaba aún en sus inicios.
Sin embargo, el entusiasmo provocado por el
efecto Corvera puede durar muy poco, si finalmente se produce un Brexit
duro que prive a los ingleses acostumbrados a viajar a la Región de la
buena atención sanitaria y de las ventajas de las que disfrutan como
ciudadanos de la Unión Europea.
Si el gasto realizado en Corvera se hubiera destinado a la variante de
Camarillas y la mejora de la línea de Cartagena a Chinchilla, el impacto
económico y turístico podría haber sido incluso mayor.
Pero,
a pesar del doloroso accidente de Chinchilla, que causó 19 muertos y
decenas de heridos en el año 2003, el Ministerio de Fomento y la
Comunidad se enzarzaron en una carrera por el aeropuerto que ha
resultado desastrosa desde el punto de vista económico. San Javier
estaba lastrado por las limitaciones que imponía la Academia General del
Aire a los vuelos matinales y por las dimensiones de la pista, pero el
Gobierno central ha seguido invirtiendo en este aeropuerto prácticamente
hasta el momento de cerrarlo.
El exministro de Defensa Federico Trillo
se puso de acuerdo con Fomento para construir la segunda pista e inició
un pulso con la Comunidad que ha durado hasta hace un año, cuando Aena
se adjudicó el contrato para explotar Corvera.
A
pesar de todo, Corvera habría ganado la carrera si Sacyr no hubiera
retrasado tanto las obras, dado que la segunda pista de San Javier no
fue inaugurada hasta marzo de 2011 y las obras en el aeródromo de la
pedanía murciana terminaron en enero de 2012.
Con la llegada de las compañías de bajo coste se disparó el turismo
británico y San Javier llegó a superar los dos millones de pasajeros en
2007 teniendo todavía una terminal minúscula y una sola pista, que solo
permitía volar por la mañana cuando los alumnos de la Academia General
del Aire estaban de vacaciones.
Sin embargo, la clientela del aeródromo
situado junto al Mar Menor se redujo a la mitad al llegar la crisis, a
pesar de los más de 70 millones que Aena ha invertido para entonces en
sus instalaciones.
Ahora parece
que la apertura de Corvera abre grandes expectativas, pero lo cierto es
que el despegue turístico que la Región ha vivido en los últimos años
como consecuencia de los conflictos registrados en los países
competidores del Mediterráneo ha permitido llenar los hoteles de la
costa en verano, pero solo ha aportado unos 200.000 pasajeros más a la
Región del millón que dejó de venir.
El crecimiento turístico no ha
llegado en avión. Además, como el 80% de los viajeros procede de Reino
Unido, el mantenimiento de este mercado va a depender ahora de la
solución definitiva del Brexit.
Mientras
tanto, se han abierto muchos hoteles, pero el propio presidente de la
patronal Hostemur decía no hace mucho que toda la Región suma las mismas
plazas hoteleras que Mojácar (Almería), algo más de 20.000.
Además,
parte de los nuevos hoteles están situados precisamente en los complejos
turísticos levantados durante la primera década de este siglo en
resorts que se encuentran situados en mitad de la nada y apenas ofrecen
el atractivo turístico de la tranquilidad y de los campos de golf.
El
empleo en la hostelería ha crecido, pero los beneficios del turismo no
han llegado a los trabajadores. El aeropuerto debía servir para situar a
la Región en el mapa como destino internacional, pero las empresas
externalizan hasta el trabajo de las camareras de piso, conocidas como
'las kelys', que llegan a cobrar apenas dos euros por cada habitación
que limpian.
En estas condiciones deja de tener sentido el esfuerzo
político y económico que ha supuesto la construcción de Corvera para la
Administración regional. Gastar dinero público para traer turistas no
sirve de nada si el empleo sigue siendo precario y mal pagado. Aunque el
presidente regional, Fernando López Miras, crea que todo se resuelve
bajando impuestos, hace falta más inversión y otra forma de hacer las
cosas.
(*) Periodista
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