Según Plutarco un vidente advirtió a César sobre los idus de marzo,
“guárdate…”. No se guardó y cayó. A Pablo Iglesias le advirtieron sobre
Manuela Carmena y se guarda de molestar a la alcaldesa que es su mejor
cartel electoral; como lo es también Ada Colau en Barcelona.
Frente a
ambas Iglesias cuida la espalda y los flancos y se tienta la ropa antes
de actuar contra ellas. No se ha parado en barras frente a todos sus
compañeros de viaje a los que ha dejado en la cuneta cuando le ha
parecido conveniente, pero Carmena y Colau son de otra galaxia.
Carmena va a su bola, como Napoleón en la República que hizo Imperio
(fugaz). La alcaldesa no quiere imperios, no aparenta pretensiones más
allá de su actual posición en la villa de Madrid que colma sus
aspiraciones. Pero no quiere negociar el poder municipal, ni
compartirlo, ni entrar en disciplina. Ella es la general con mando en
plaza con su grupo de leales que viven bajo su cobijo sin someterse al
avatar del partido.
Iglesias sabe (por experiencia propia en el PC madrileño y ajena de
los socialistas de la misma plaza) que la capital es complicada, que
abundan familias, enredos, conspiraciones… por eso aceptó a Carmena como
cartel electoral que suponía desplazamiento lateral del poder y otra
dimensión. Pero quedaba el flanco de la cabeza madrileña del partido
donde acabó colocando a otro de sus “descubrimientos”, el teniente
general Rodríguez, para el que prefiere el adjetivo más neutral de
JEMAD, que suena a militar pero en suave.
El general Rodriguez es un marciano en política, tiene la cintura de
la rueda de un tractor que deja huellas fallidas; acumula sucesivos
fracasos electorales y dificultad para formar equipos y evitar
fracciones. Iglesias tiene que sostener a Rodríguez (mientras pueda) por
el principio de autoridad y contemporizar con Carmena por el objetivo
de ganar. Mantener ambos platos en el aire sin que se caigan requiere
habilidad y autocontrol.
De momento las piezas se han descontrolado, de manera que tendrán que
recomponer y ligar la autonomía de Carmena y la disciplina del Partido,
esos estatutos que exigen primarias para aspirar a ser candidatos. Hay
tiempo y habrá acuerdo porque a casi todos les conviene que así sea.
Entre lo posible está que el teniente general encuentre algún acomodo
institucional que alivie la tensión y permita volver a barajar. Algo a
lo que puede socorrer el socio, el presidente Sánchez que mientras pueda
ayudará a su socio cuando se lo reclame.
Lo que Iglesias tiene claro es que la general Carmena es cartel
insustituible para Podemos, aunque no esté afiliada. Al tiempo que
recela de ese equipo que la alcaldesa-general ha nucleado a su alrededor
y que está dispuesto a renunciar al partido que les encaramó al poder.
Una curiosa partida de ajedrez con jugadores desiguales (Carmena e
Iglesias) aunque a ambos conviene cerrar con un empate que evite la
desconfianza de los votantes, el fraccionamiento es un pecado capital,
el fraccionamiento, la división y las guerras internas radiadas en
directo repelen el voto. Así que antes o después habrá acuerdo, les
conviene a todos.
(*) Periodista y politólogo
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