Hemos pasado del ‘no es no’ de Pedro Sánchez a Mariano Rajoy, Susana
Díaz, Pablo Iglesias y a cuantos le importunaban en su primer liderazgo
al frente del PSOE a un continuo ‘si es sí’ de este nuevo Sánchez
presidente del Gobierno de España, con la diferencia de que estas
decisiones de ahora tienen consecuencias directas en los intereses
generales de nuestro país.
Por ello nos preocupa la facilidad con la que Sánchez le ha dicho
amén a Macron sobre su plan para relanzar el Euro, y a Merkel para que
España se convierta, a cambio de dinero alemán, en un campo de acogida
de los inmigrantes desviados a Alemania (como el que Berlín le endosó a
la Turquía de Erdogan para los refugiados sirios), más los inmigrantes
de los buques de las ONG y las pateras que nos envía desde Marruecos el
molesto con Sánchez y monarca Mohamed VI.
Pero en su nueva pasión afirmativa Sánchez ha incluido a Torra (y sus
presos golpistas) a pesar de los desprecios y desplantes del catalán al
Rey Felipe VI y de sus insultos a España en EEUU.
Y también ha regalado Sánchez lo oídos de Urkullu con el ‘sí’ a los
traslados de presos de ETA al País Vasco, de la misma manera que
pretendía obsequiar a Pablo Iglesias entregando a Podemos el control de
la RTVE en manos de un ‘don nadie’ del periodismo de partido que
colaboró con la televisión pro iraní de Podemos.
O a otros publicistas
de ese partido que se han apresurado a borrar miles de tuits para que no
se vea el sectarismo militante de su proceder informativo y no
enturbiar así su candidatura a RTVE.
Los cabezazos afirmativos de Sánchez a Macrón y Merkel los ha hecho
Sánchez aparentando europeísmo y solidaridad. Y para ganarse la simpatía
política del eje París-Berlín que es el que manda en la UE. Y pronto
dará Sánchez otro cabezazo en la OTAN en presencia de Trump, salvo que
vea en esa cita la oportunidad -sin duda temeraria ante USA- de
colocarse una medalla de progresista como con la salida de los restos
del dictador Franco camino de su mausoleo familiar.
Sin embargo, los regalos a Torra, Urkullu e Iglesias no son regalos
sino el pago de facturas que Sánchez tenía pendientes para compensar los
votos favorables de PDeCAT, ERC y Podemos a la moción de censura contra Rajoy y a la investidura presidencial del propio Sánchez.
El que sigue buscando un candidato a gusto de Iglesias para presidir
RTVE porque el PNV les ha derribado su primera intentona y los
trabajadores del Ente público y audiovisual se sublevaron y exigen con
candidato de ‘prestigio, con experiencia e independencia’, lo que
resulta imposible de encontrar en el entorno de los partidos políticos.
El problema de Pedro Sánchez es que sus compromisos para la ‘compra’
de votos en la moción de censura pueden estar escritos y firmados y si
no los cumple corre el riesgo de que Iglesias publicite el documento y
Sánchez, que ha negado esos compromisos, quede en evidencia como un
mentiroso nacional.
Habrá que esperar pues unas horas o unos días para ver qué ocurre con
RTVE, asunto en el que el PP tiene también una gran responsabilidad por
haber bloqueado la renovación de su Consejo y haber manipulado los
informativos del Ente en los últimos años de la mano de un cara dura
como era y es el tal José Antonio Sánchez.
Un tal Sánchez, íntimo de Eduardo Zaplana, que reconoció en el
Congreso de los Diputados que su nombre aparecía en los ‘papeles de
Bárcenas’ pero añadió, en alusión a los GAL, que él ‘no tenía las manos
manchadas de sangre’.
Lo que no es verdad porque este Sánchez era el
íntimo amigo del general Galindo, que fue condenado por criminal y
torturador de los presuntos etarras Lasa y Zabala asesinados y
enterrados en cal viva bajos las órdenes de Galindo, con quien Sánchez
chocaba sus manos manchadas de sangre y cal viva cuando iba a visitarlo a
la prisión.
Lo que a buen seguro sabían Aznar y Rajoy antes de
nombrarlo, por dos veces, presidente de RTVE, como lamentablemente
ocurrió.
(*) Periodista
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