Sí, ¿qué esperaban? Esperaban, decían, un candidato "limpio". Lo tienen. Limpio como una patena. Sin un
miserable presunto delito. Y, sin embargo, están que bufan. Prueba de
que, además de limpio de delitos lo querían limpio de ideas, planes,
proyectos independentistas, a pesar de ser miembro del bloque
independentista. Un candidato independentista no independentista. Para
ellos gobernar es fingir y mentir y lo suponen para los demás por lo de
"cree el ladrón..."
Así
que, visto el compromiso independentista de Torra, suenan tambores de
guerra y hasta algunas salvas que anuncian el ataque. No solo no se
respetan los cien días de cortesía sino que ni a la toma de posesión se
aguarda. La reacción ha sido unánimente negativa.
¿Qué esperaban?
Un cariacontecido PSOE no descarta reactivar el 155 si el govern se salta la ley. Admirable
hipocresía, pues el 155 no ha estado inactivo jamás y el PSOE es tan
responsable de él como el PP. A su vez, C’s, más temperamental, no
pudiendo esperar a que Torra se salte la ley, la da por saltada y pide a sus socios del bloque del 155, PSOE y PP que este se mantenga.
Los de El Plural, como son de izquierda, atacan al candidato por plutócrata; ya se sabe, la corrupta burguesía, etc.
El PP está tan entusiasmado con el espíritu patriótico de los otros
dos, que ha reverdecido el nacionalcatolicismo más inquisitorial. Es
increíble escuchar al atildado ministro portavoz advirtiendo al
"vendedor de seguros" con aristocrático porte que tenga cuidado con lo que hace y lo que dice.
Sí, han leído ustedes bien: cuidado con lo que dice. Bien por la
libertad de pensamiento, pero ojo con expresarlo; cuidadito con lo que
se dice.
Así
estamos. Contemplando cómo unos incompetentes conducen a todo un país a
una crisis constitucional que amenaza convertirse en un problema
europeo, si no lo es ya. Habrá que ver cómo responden las justicias
alemana y belga al torrente de fabulaciones judiciales del juez Llarena.
Nada de extraño que unos estudiosos de la materia sitúen a España
entre las democracias que están rompiéndose, como Turquía, y lo
publiquen en el todavía venerable New York Times.
No
entienden la naturaleza del conflicto. No la han entendido nunca. Pero
ahora menos que nunca, cegados como están por profundos prejuicios que
le es impiden ver la naturaleza de un movimiento social. Dicen seguir
creyendo que es un problema de orden público, de unos cuantos presuntos
delincuentes a los que se juzga, condena y santas pascuas. No entienden
la naturaleza del mandato del 1º O y del 27 de octubre y el 21 de
diciembre. Porque nunca han creído en él. Ni en el del 21 de diciembre.
Pero el independentismo, sí y en función de ellos actúa. Si encarcelan a
unos dirigentes, vendrán otros en la misma línea. El ejemplo: Quim
Torra.
¿Qué esperaban?
Torra propone un proceso constituyente. Nada hombre, algo inadmisible de raíz para el Estado. Procédase en consecuencia. ¿Cómo? Aplicando el 155 “reactivado”. Otro govern a
la cárcel, vaya usted a saber bajo qué acusaciones. Quizá alguno se
incorpore al exilio, para reforzar el frente exterior con otra zarabanda
de euroórdenes. La judicialización del procés no es una solución. A
largo plazo es inviable y a corto, conduce a unas nuevas elecciones que,
con una lista de país, serán la tumba del nacionalismo español.
Realmente ¿qué esperaban? ¿Qué los catalanes iban a resignarse como han hecho los españoles?
Pues se los han encontrado dempeus, En peu de pau.
Pues se los han encontrado dempeus, En peu de pau.
(*) Catedrático emérito de Ciencia Política en la UNED
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