De alguna manera, el nombramiento del Ministro de Economía, Industria
y Competitividad del gobierno Rajoy, el Sr. Luis De Guindos, como
vicepresidente del Banco Central Europeo puede verse como el “premio”
que el establishment financiero y económico que gobierna la Unión
Europea da a la ortodoxia neoliberal promovida por tal economista
(ortodoxia que ha caracterizado también a todos los Ministros de
Economía y Finanzas de los gobiernos anteriores, incluyendo los del
gobierno del PSOE, presidido por el Sr. Zapatero).
Dicho
nombramiento es el intento de promover las políticas públicas
neoliberales, tales como las reformas laborales y las políticas de
austeridad y recortes del gasto público, impuestas a la población
española por el gobierno Rajoy, las cuales quieren presentarse por parte
de aquel establishment financiero y económico europeo como punto de
referencia para el resto de países de la Unión Europea. Con este
nombramiento se señala la coronación de tales políticas neoliberales y
de uno de sus arquitectos, el Sr. Luis de Guindos, que pasa a ser el
segundo de a bordo del Banco Central Europeo.
En realidad, pocas figuras representan tan bien el ser miembro de la
estructura de poder que domina el Estado español como el Sr. Luis de
Guindos. Ha trabajado en gran número de puestos en la administración
pública, iniciándose como director general de Política Económica y
Defensa de la Competencia con el Sr. Aznar. Y también predeciblemente
pasó a servir a los grandes grupos empresariales, habiendo sido director
para España y Portugal del fallido Lehman Brothers, así como ejecutivo
de PriceWaterhouseCoopers y consejero de Endesa y del Banco Mare
Nostrum. C
omo ministro ha jugado un papel crucial en promover las
políticas neoliberales, causa de que sea, junto con el ministro Montoro,
uno de los ministros más impopulares del gobierno Rajoy. Entre
el establishment político-mediático liberal ha sido enormemente popular
al ser considerado como el ideólogo de tales políticas, responsable del
supuesto saneamiento de la economía y de la tan promovida recuperación
económica, tal como lo presentó recientemente Rubén Amón en las páginas
del mayor rotativo de aquel establishment, El País (“‘Action Man’ llega a Frankfurt”, 04.03.18).
Las falsedades del neoliberalismo
El enorme dominio que los principales grupos financieros tienen sobre
los mayores medios de comunicación explica que las enormes falsedades
que sustentan el dogma neoliberal hayan podido mantenerse en una
posición dominante, y ello a pesar de que la evidencia científica que apoya los supuestos que sustentan el edificio ideológico neoliberal es prácticamente nula.
En realidad, el conocimiento científico, reflejado en datos fácilmente
accesibles, muestra la enorme falsedad de dichos supuestos. Veamos los
datos.
1ª falsedad. Las políticas neoliberales han sido muy
exitosas. La supuesta recuperación económica expresada en un gran
crecimiento económico avala la efectividad de tales políticas:
En primer lugar, hay que señalar que fueron precisamente las
políticas neoliberales –las reformas laborales de los gobiernos Zapatero
y Rajoy, así como sus políticas de austeridad con los enormes recortes
del gasto público, incluyendo el gasto público social- las que
contribuyeron en gran medida a la profundidad de la Gran Recesión, que
causó el mayor deterioro social que España ha vivido durante su periodo
democrático (ver mi libro Ataque a la democracia y al bienestar. Crítica al pensamiento económico dominante,
Anagrama, 2015).
El elevadísimo desempleo, el enorme aumento de la
precariedad, el descenso salarial, la inestabilidad laboral, la gran
reducción de la protección social, el deterioro de la sanidad y
educación públicas (y de los otros servicios públicos del Estado del
bienestar), así como el descenso de las transferencias públicas como las
pensiones, junto con la reducción de los derechos laborales, sociales y
políticos son todos ellos resultado de las medidas neoliberales
impuestas por los gobiernos, tanto del PSOE como del PP (con el apoyo
de Ciudadanos en España, y de Convergència –rebautizada en varias
ocasiones para ocultar sus vergüenzas- en Catalunya).
Y repito,
digo impuestas pues ninguna de estas políticas públicas estaba en sus
programas electorales. El hecho de que haya habido un ligero descenso
del desempleo (debido a causas en gran parte ajenas a las políticas
seguidas por el gobierno Rajoy) no puede exculpar la enorme
responsabilidad que tales formaciones políticas tienen en la creación de
esta Gran Crisis Social. Fueron ellas las que la crearon.
La enorme crisis social generada por la aplicación de las políticas neoliberales
El desempleo hoy continúa en España siendo de los más altos de la
UE-28 y de la OCDE. En 2017 fue de un 17% (siendo más del doble de esta
cifra entre los jóvenes), y ello a pesar que 1,7 millones de personas
han emigrado de este país durante este periodo de crisis.
Según el
último informe del FMI (IMF Country Report Nº 17/319),
alrededor del 45% de desempleados lleva sin trabajar más de un año. El
porcentaje de personas que están en situación de pobreza es de casi un
28%, siendo el porcentaje de trabajadores en pobreza el más alto de la
UE-28 (después de Rumanía y Grecia). La mayoría de nuevos trabajos
creados son trabajos temporales. El crecimiento de los contratos
temporales (porcentaje de variación interanual) fue de un 7% en el
segundo trimestre de 2017, frente a un 2% de los contratos indefinidos.
En
el mismo informe del FMI mencionado, se alerta sobre que más de una
cuarta parte de los trabajadores están bajo contratos temporales y sobre
que el empleo involuntario a tiempo parcial permanece extremadamente
alto (un 60% de los españoles con contrato temporal, lo tiene de manera
involuntaria), muy por encima de la media de la UE (un 28%).
Y una consecuencia de todo ello es el gran crecimiento de las desigualdades, pasando a ser uno de los países con desigualdades más grandes hoy en la UE-28. El
ingreso entre el 20% superior de renta y el 20% inferior es 6,6 veces
mayor. Y ello como consecuencia primordialmente del elevado desempleo y
falta de trabajo entre las clases populares.
El enorme fracaso de la devaluación doméstica
La mayor excusa que se ha dado para aplicar las reformas
laborales que han deteriorado enormemente el mundo del trabajo ha sido
que el descenso salarial (que era el mayor objetivo de tales reformas
laborales) era necesario para incrementar las exportaciones, haciéndonos
más competitivos en una era marcada por la globalización (ver mi
artículo: “España es el país de la Unión Europea con peores condiciones
de trabajo”, Público, 22.02.18). Según tal explicación, la famosa devaluación doméstica
(que quiere decir bajar salarios) era condición para hacernos más
competitivos. Los datos, sin embargo, muestran la falsedad de dicho
supuesto.
Si miramos el crecimiento neto de las exportaciones
(que es el diferencial entre exportaciones e importaciones) vemos que
apenas creció, pues aun cuando las exportaciones subieron, también lo
hicieron las importaciones, con lo cual el estímulo a la economía que
pudiera representar el incremento del neto de las exportaciones ha sido
muy limitado. En un reciente artículo sobre la economía española (“Notes on Spain’s Economic Recovery”), del bien conocido economista Mark Weisbrot, se muestran los datos, extraídos del FMI, del impacto tan limitado que el crecimiento neto de las exportaciones ha tenido sobre la supuesta recuperación de la economía española.
Pero la mayor evidencia del error de la tesis de reducir la demanda
doméstica (reduciendo los salarios y el gasto público) a fin de poder
competir en el mundo globalizado es la experiencia de los países
escandinavos. El pequeño tamaño de cada uno de ellas hace que estén
altamente integrados en la economía globalizada (la suma de las
exportaciones e importaciones sobre el PIB es de los más elevados en el
mundo). Y en cambio tienen salarios muy elevados (de los más altos en la
UE-28) y un extenso Estado del bienestar. ¿Cómo puede ser esto, cuando
han seguido políticas opuestas a lo que propone el dogma neoliberal?
En
realidad, la aplicación de tales políticas neoliberales, como la
devaluación doméstica, ha sido un fracaso enorme, causa del gran
deterioro social. Los únicos que se beneficiaron fueron los grupos
empresariales (los propietarios y gestores del mundo empresarial), que
han visto crecer sus rentas del capital a costa del descenso de los
salarios. Durante la época de la Gran Recesión, las rentas
derivadas de la propiedad crecieron astronómicamente mientras que las
rentas derivadas del trabajo bajaron. Es a los primeros a los cuales las
políticas neoliberales sirven. Esta es la realidad ocultada por la gran
mayoría de los medios que han estado promoviendo tal dogma.
El objetivo del neoliberalismo no era recuperar la economía deprimida, sino aumentar los beneficios empresariales
Y mientras la ocultación continúa, los beneficios del mundo
del capital han alcanzado unos niveles sin precedentes a costa de
reducir los salarios de los trabajadores o de la apropiación de los
recursos monetarios de las clases populares mediante el forzamiento de
precios abusivos que reducen su capacidad adquisitiva. Un
ejemplo, entre miles, es el caso escandaloso de Endesa (que fue
privatizada por el gobierno del Partido Popular), que obtuvo durante la
Gran Crisis Económica unos beneficios sin precedentes, a la vez que el
Estado le permitía exigir los precios más altos de la energía que
existen en la Unión Europea. Como bien cita Juan Torres en su artículo
“La recuperación de Rajoy no da para subir las pensiones” (eldiario.es,
04.03.18), en 2014 repartió el mayor dividendo de la historia de
España, 14.600 millones. Y otro resultado del maridaje entre tales
compañías eléctricas y el Estado es que España, el país con más sol en
Europa, tiene doce veces menos energía solar que Alemania.
Este maridaje y complicidad entre el mundo financiero y
económico por un lado, y el Estado español por el otro, es la principal
característica de la escasez democrática de tal Estado. En casi ningún
otro Estado de la UE-15 existe el nivel de complicidad que hay en
España, lo cual afecta muy negativamente a los intereses de las clases
populares españolas.
Así los seis mayores bancos españoles
(Santander, BBVA, CaixaBank, Bankia, Sabadell y Bankinter) no han pagado
desde el inicio de la crisis ningún impuesto de sociedades, pese a
haber tenido unos beneficios de 84.000 millones.
Si, como indica
Juan Torres en el citado artículo, hubieran pagado el 10% de estos
beneficios al Estado, este podría haber dado 1.600 euros a los 5,22
millones de pensionistas españoles que tienen una pensión de menos de
1.000 euros al mes.
Y mientras, la comunidad bancaria recibió
54.353 millones de euros como ayuda pública durante la crisis, un
préstamo del que el Estado solo recuperará, según los informes más
optimistas, 15.000 millones. Y así una larga lista de
indicadores de la complicidad entre el mundo del capital y el Estado que
está en la raíz de los problemas de la llamada insostenibilidad del
Estado del Bienestar español (uno de los menos financiados en la UE-15) y
de sus pensiones.
2ª Falsedad. Los recortes del gasto público para conseguir la
reducción del déficit público eran necesarios para que los intereses de
la deuda pública fueran bajos.
Igualmente falsas han sido las políticas de austeridad. La
justificación de que tenía que recortarse el gasto público se basaba en
tranquilizar al capital financiero, (reduciendo el déficit público), que
así, una vez tranquilizado, podría prestar dinero al Estado. Por lo
visto, se nos decía que reducir el déficit era la condición para que los
intereses de la deuda pública fueran bajos. Este dogma se mostró
también falso.
Hoy los intereses de la deuda pública son de los más
bajos que hayan existido durante muchos años. Los intereses de
los bonos públicos a 10 años son solo de un 1,5%, (más bajos que la
inflación) sin que ello tenga nada que ver con el tamaño o reducción del
déficit público. En realidad, el hecho de que estos intereses
sean incluso más bajos que la inflación hace que el Estado pudiera
endeudarse fácilmente. Este crecimiento de la deuda permitiría -como
acentúa Mark Weisbrot en su artículo- una notable expansión del muy poco
financiado sector público, creando empleo.
El hecho de que los intereses sean tan bajos se debe a la
política del BCE de garantizar los bonos públicos del Estado español (lo
cual ha bajado sus intereses) y también al “quantitative easing”, que
significa un préstamo masivo (incluyendo al Estado) que ha estimulado la
economía, la española inclusive. La reducción del gasto
público como resultado de las políticas de austeridad, junto con la
reducción de los salarios, han tenido un impacto muy negativo al reducir
la demanda doméstica y, con ello, el estímulo y el crecimiento
económicos.
La llamada recuperación respondió a causas externas, tales
como las citadas en este artículo, habiendo sido las políticas
neoliberales las responsables de la enorme caída de la actividad
económica y de la Gran Crisis Social.
Y lo que es lamentable es
que los partidos neoliberales (PP, Ciudadanos y el PDeCAT) y
socioliberales como el PSOE, no han hecho ninguna autocrítica de sus
políticas públicas que han causado y continúan causando tanto dolor. Y
lo que es peor es que las políticas públicas que están proponiendo
continúan dentro del marco neoliberal. Lo que hemos estado viendo todos
estos años es la aplicación de políticas diseñadas para beneficiar a una
minoría de la población a costa de la mayoría, y muy en particular de
la calidad de vida y bienestar de las clases populares. Así de claro.
(*) Catedrático de Ciencias Políticas y Sociales, Universidad Pompeu Fabra
No hay comentarios:
Publicar un comentario