Tenía que pasar, tenía que pasar, era
imposible que no pasara...Por fin, el ejemplo de Catalunya, la lucha de
los catalanes, sus movilizaciones pacíficas, masivas, democráticas, día a
día, mes a mes, any rere any, acabaron prendiendo en el resto del
Estado, entre las gentes de otras partes de la Península.
Hacían estas como que no veían, que no se enteraban. Al fin y al cabo, son catalanes, muy suyos; nada en común con los demás; hablan una lengua extraña. "A por ellos" gritaban algunos descerebrados.
Hacían estas como que no veían, que no se enteraban. Al fin y al cabo, son catalanes, muy suyos; nada en común con los demás; hablan una lengua extraña. "A por ellos" gritaban algunos descerebrados.
Pero,
en sus casas, en sus trabajos, en sus familias, poco a poco iba
penetrando la idea de que los catalanes luchaban por lo que era suyo,
por su dignidad, su libertad, su patrimonio. Algo que todo el mundo
entiende y, en el fondo, aplaude. Y poco a poco, empezaron a
interesarse, a considerar la posibilidad de hacer lo mismo. Dar un paso
al frente, salir a la calle, protestar.
Empezaron los jubilados convocando su primera manifa y haciendo realidad esas preciosas líneas de Juan Leyva: En el 68 fueron los estudiantes/en el 2018 los jubilados./Es decir, los mismos. Pero
cometieron el error de convocarla el 1-O y, claro, el referéndum
catalán la borró del mapa mediático. No obstante, muchos aprendimos de
ese error: la banda de ladrones que gobierna España está dispuesta a
todo, literalmente a todo, con tal de seguir robando. Si en la salvaje
represión del 1-0 no hubo muertos fue de casualidad. Pero ahora ya lo
sabíamos: Emepuntorajoy (a) El Sobresueldos y su pandilla no pararán en
barras, sobre todo con el 155 y la tiranía de hecho que les garantiza.
Entre
tanto, las mujeres salieron a la calle. Víctimas de mil y un agravios,
tenían sobradas razones: violencia machista, brecha salarial, abusos de
todo tipo, etc. Y se hicieron ver y oír. Tanto que los políticos (y
políticas) de la derecha, que se habían reído de la convocatoria y, como
siempre, habían insultado a las feministas, acabaron luciendo lacitos
morados y balbuciendo mentiras sobre lo mucho que apoyaban la causa de
las mujeres, ellos, que suelen ser unos macarras y ellas unas siervas de
los sietemachos. Sin sentido del ridículo ni dignidad algunos. Solo por
los votos.
Volvieron
luego los jubiladas, llenaron calles, plazas, avenidas para protestar
por el robo de las pensiones perpetrado por el hatajo de sinvergüenzas
del gobierno que condenaron a los viejos ya en 2013 a la paulatina
erosión de sus ingresos con la fórmula de revalorización automática,
lineal y única del 0,25 que es un escarnio. Pero ningún partido de la
oposición dijo ni hizo nada a pesar de que este atraco se basaba en
desvincular las pensiones del IPC y, por tanto, romper el Pacto de
Toledo. Ni palabra. Si los jubilados no protestaban, a la oposición le
iba bien.
Como
no vieron la manifa del 1-O porque estaban todos acobardados con el
referéndum catalán (que, por cierto, fue un éxito) no vieron a los
pensionistas. Así que, cuando estos reaparecieron en masa, todos los
partidos dinásticos (es decir, todos los de ámbito estatal) se sumaron a
la manifestación y algunos hasta trataron de atribuírsela con todo el
morro.
En
el ínterin, los catalanes seguían con su lucha solitaria, en defensa de
su derecho de autodeterminación, la República Catalana y la libertad de
los presos, el retorno de los exiliados, la devolución de los
patrimonios embargados, etc. Y la banda de forajidos en el gobierno
incrementaba la dureza de su represión: 155, más porrazos, detenciones,
bandas de fascistas por las calles, etc. Represión que saltó fuera de
Cataluña y se cebó durante semanas en Murcia y luego en el Lavapiés, en
Madrid. Se cumplía la profecía de Martin Niemöller: cuando fueron "a
por" los catalanes, los demás no se movieron; después fueron "a por" los
demás.
Entre
tanto, en el Parlamento, la clase política -toda ella, extrema derecha,
derecha, centro y centro izquierda- mostraba su alma más vil y ruin en
el debate sobre las pensiones. Los diputadas de los 4 partidos
dinásticos "nacionales", todas ellos con salarios estratosféricos,
canonjías, prebendas, complementos y subvenciones que pueden totalizar
diez, doce, quince mil euros al mes (año y medio o dos años de
pensiones/basura) y con jubilaciones de cine, regateaban unos euros a
nueve millones de depauperados pensionistas y se reían de ellos. Dos
ejemplares de auténticas vergüenzas morales, como Celia Villalobos y
Fátima Báñez, pretendían burlarse de los jubilados en su estilo de
sacristía hipócrita .
Así
que los pensionistas volvieron ayer a la calle a decenas de miles para
vergüenza de una izquierda egoísta que solo se atrevió a sumarse a la
manifa con algún vano y desvergonzado intento de capitalizarla. Por
fortuna no pueden porque los viejos no son los ingenuos del 15M, a los
que los espabilados de Podemos casi consiguieron engañar.
Al
mismo tiempo, salía también a la calle la gente en contra de la Ley
Mordaza. Esa que la oposición se había comprometido a derogar hace dos
años y que ahí sigue en vigor, enviando a la cárcel a gente que no ha
hecho nada salvo tener la honradez y el valor de decir lo que todos
pensamos. Lo que los de izquierdas, cortesanos y tiralevitas del zángano
real, no se atreven a decir porque ya forman parte de este sistema
corrupto.
En el colmo del cinismo granuja el Sobresueldos, presionado por una calle movilizada, se atreve a prometer que, si "sigue la recuperación económica" subirá más las pensiones.
Como si fueran suyas, le salieran del bolsillo o tuviera el mínimo
derecho a hacerlo. Y nadie en la izquierda protesta y explica que las
pensiones son un derecho de los trabajadores y que nadie, gobernante o
no gobernante tiene derecho a subirlas, bajarlas o tocarlas si no es con
el acuerdo de los propios jubilados.
Porque
tanto la lucha de los pensionistas como la de los catalanes, las
mujeres y los ciudadanos por la libertad de expresión se encuentran al
albur de unos desaprensivos y mangantes que, mientras se forran con lo
que no es suyo, pretenden dictar normas y medidas que afectan a los
demás y a lo que no tienen derecho alguno.
Fuera
las zarpas de los partidos dinásticos de Catalunya, de las pensiones,
de la libertad de expresión. Libertad para Jordi Cuixart, Jordi Sánchez,
Oriol Junqueras y Joquim Forn.
(*) Catedrático emérito de Ciencia Política en la UNED
(*) Catedrático emérito de Ciencia Política en la UNED
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