MADRID.- Por primera vez en casi 15 años, no hay certeza en el PP de que
Mariano Rajoy vaya a ser el candidato del partido en las próximas
elecciones generales. Aunque el líder ha expresado en público y en
privado su voluntad de presentarse por sexta vez a la presidencia, pocos
dirigentes relevantes de la formación tienen la seguridad de que él
vaya a ser el candidato, según publica hoy El País.
"En política, dos años antes de unas elecciones, ver quién se tiene que presentar no me parece adecuado", llegó a decir Alberto Núñez Feijóo, el presidente de Galicia. Un reflejo de la incertidumbre que rodea a los planes de Rajoy para las próximas elecciones generales, que deberían ser en 2020. No obstante, hay consenso en que nadie le disputará el puesto si da el paso.
Rajoy, de 62 años, lleva meses anunciando que se siente en plena
forma. Tras el Congreso que el PP celebró en febrero de 2017, superará
ampliamente los 14 años que pasó José María Aznar al frente del partido.
Y quiere aspirar a un tercer mandato en la Moncloa que cerraría al
borde de los 70 años.
"Hay que dar la batalla", pidió Rajoy el lunes mientras animaba a los suyos a reaccionar frente al ascenso de Ciudadanos.
"Yo la voy a dar", subrayó como colofón de la junta directiva convocada
en la sede nacional. Pero eso no quiere decir nada, recuerdan distintos
dirigentes populares preocupados por cómo frenar al partido de Albert
Rivera en las elecciones regionales de 2019 y en las próximas generales,
que deberían ser en 2020.
"En política, dos años antes de unas elecciones, ver quién se tiene
que presentar dentro de dos años no me parece adecuado", reflexionó esta
semana Feijóo, que defendió que "objetivamente, el presidente Rajoy
tiene muchos más claros que oscuros, muchos más puntos fuertes que
débiles".
"Llegado a término, si él cree que su candidatura no es buena
para su partido, probablemente decida no presentarse", siguió durante
una entrevista en el canal 24 horas. "Si por el contrario cree que su
candidatura es lo mejor para su partido, probablemente decida
presentarse".
"Feijóo habla de un ejercicio de responsabilidad", amplió otro
dirigente territorial del PP. "Rajoy es un tipo con un gran sentido
común, y si ve que esto va a ser un auténtico desastre, él mismo tomará
las decisiones oportunas", añadió. Y aclaró: "Eso es hablar de
responsabilidad, no del deseo de que se vaya".
"No sé si el presidente quiere volver a presentarse o no", resumió un tercer dirigente.
En estos momentos, Rajoy apuesta por intentar retener La Moncloa. Si
el paso del tiempo y la necesidad de renovar el partido para competir
con Ciudadanos le hacen cambiar de opinión,
tardará mucho en anunciarlo. En ese escenario, la prioridad sería
evitar el inicio de una crisis por la sucesión cuando aún tiene mucho
que hacer en la Moncloa. Rajoy es "el pegamento" del PP, según describen
fuentes de la dirección nacional. Una garantía frente a cualquier
división interna.
Y por eso ningún dirigente dará el paso de disputarle
la candidatura a la presidencia si finalmente decide presentarse a un
tercer mandato.
"Lo planteable a mi juicio es que quien ha ganado las elecciones, si
tiene energías, fuerzas y un proyecto, siga siendo cabeza de cartel",
fotografió José Antonio Monago, presidente del PP de Extremadura y
expresidente de esta Autonomía.
"Rajoy es la seguridad del éxito del PP", añadió Mercedes Fernández, líder asturiana del PP.
"Si quiere ser el candidato, lo será, no tendrá rivales", afirmaron de distintas maneras los numerosos dirigentes consultados.
En apariencia es Feijóo quien formula las apreciaciones más
heterodoxas sobre el futuro de Rajoy. Así lo reconocen distintas
fuentes, que advierten: "No hay nadie más leal a Rajoy que Feijóo; nunca
se postulará como candidato si Rajoy quiere seguir siéndolo".
Frente por la financiación
Ahora bien, si Rajoy decidiera no optar a la Moncloa, Feijóo podría
aspirar a serlo, señalan los mismos interlocutores. Tanto el presidente
de Galicia como Juan Vicente Herrera, el presidente de Castilla y León,
han expresado públicamente su malestar
porque el Gobierno no haya presentado aún su proyecto de financiación
autonómica, pendiente desde 2014.
De hecho, los dos barones del PP han
llegado a reunirse con Javier Fernández, el presidente socialista de
Asturias, y han comenzado un acercamiento de posturas
con otros líderes autonómicos del PSOE, como los presidentes de Aragón y
Castilla-La Mancha, Javier Lambán y Emiliano García-Page.
Entre todos
buscan un frente común basado en las necesidades compartidas antes que
en las siglas. Una alianza por la que también han mostrado interés los
socialistas Ximo Puig, presidente de la Comunidad Valenciana, y Francina
Armengol, de las Islas Baleares.
En su última visita a Madrid, esta misma semana, Feijóo se reunió con
el ministro de Hacienda, Cristóbal Montoro; y la titular de
Agricultura, Isabel García-Tejerina. Una muestra de su peso específico
en el PP, donde la dirección nacional le señala como su político
autonómico de más importancia.
No obstante, y pese a que es el único presidente autonómico popular que conserva la mayoría absoluta,
Feijóo no ha aprovechado su posición para pedir en público cambios
estratégicos. Sus elogios a Ciudadanos, frente a las críticas del resto
de su partido, son el único acento personal que ha introducido en el
discurso del PP nacional.
¿Por qué ningún líder regional del PP ha sugerido un cambio de
dirección o estrategia tras la debacle de las elecciones de Cataluña, donde el partido se hundió hasta los cuatro diputados, el peor resultado de su historia?
"Porque las sucesiones son siempre complicadas y nunca se pueden
hacer en tiempos de guerra", contestó un dirigente. "Se necesita
conseguir un periodo tranquilo para ver si luego se hacen cambios o no",
añadió.
Entre los estrategas del partido hay consenso en que una crisis
interna perjudicaría al PP electoralmente. Si alguien plantea un
conflicto será sofocado de inmediato porque considerarán que ponen
piedras en el camino electoral, que en 2019 incluirá las paradas de las
elecciones andaluzas, europeas, municipales y autonómicas.
"El mejor
antídoto contra el conflicto interno es el propio miedo a ser castigado
por los electores al aparecer como un partido desunido", resumió un
dirigente regional.
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