¿Quién no recuerda aquel ayer? Cuando en los balcones de los
ayuntamientos gobernados por el PP se exhibían pancartas kilométricas
exigiendo ´Agua para todos´. Cuando en instituciones regionales y
organismos oficiales al servicio de Valcárcel se colgaban letreros
reclamando justicia hídrica para Murcia. Cuando los dirigentes del
Partido Popular de aquí y de allá despotricaban de las desaladoras y
ponían todos los huevos en el cesto «irrenunciable» del Trasvase del
Ebro.
¿Ubi sunt aquellas pancartas reivindicativas? ¿Qué fue de
aquellos que las enarbolaban? ¿Son acaso los mismos que han firmado
humillantes memorándums o callan y doblan la cerviz cuando la ministra
García Tejerina niega que haya restricciones de riego o presume en
televisión de haber «resuelto» los problemas del regadío en el campo
murciano? ¿Y qué hace, aparte de hablar, que no cuesta nada, López
Miras, el presidente interino, ante la arrogancia y determinación de una
ministra que ignorara que los envíos del Trasvase están cortados y que
la cuenca del Segura se encuentra bajo mínimos?
Aquel ayer que
muchos recordamos con la misma nitidez con que centellean los días de
primavera en Murcia fue la mentira más grande que vieron los siglos en
esta región. Gobernaba entonces Zapatero y el PP no tardó en darse
cuenta de que el victimismo hídrico podría reportarle enormes beneficios
electorales. Con enormes medios e incontables complicidades montó
entonces aquella campaña político-propagandística, la del ´Agua para
todos´, que le catapultó definitivamente al poder regional, ante un PSOE
noqueado, y le proporcionó jugosas mayorías absolutas que
retroalimentaban la artimaña. Eran los tiempos en que el gobierno
regional inundaba con este eslogan publicitario los medios de
comunicación, publicaba a diario el número de metros cúbicos de agua
vertidos por el Ebro al mar o mostraba fotografías de campos sedientos
que hacían inaplazable el trasvase.
Pero en el 2012 ganó Rajoy y
ya se sabe lo que pasó. Las pancartas fueron desapareciendo de los
balcones, como si se volatilizaran. Los anuncios publicitarios se
esfumaron de los medios y el Trasvase del Ebro empezó a dejar de ser
noticia. Hoy los regantes están peor que antes, pero el PP de entonces
ya no es el mismo. Incluso por boca de su ministra se permite «humillar»
a los agricultores negando la mayor: que existan problemas de riego en
la región.
Es más, García Tejerina tiene el cinismo de pedir que no se
utilice el «agua como un arma para hacer política fácil y barata». Lo
que faltaba por oír. ¡El partido que ha manipulado hasta la obscenidad
la falta de agua en la región para obtener beneficios electorales
pidiéndole a los agricultores que dejen de engañar a la opinión pública!
El
uso partidista del agua ha sido la marca Murcia del PP en la Región.
Que esta política de engaño se vuelva ahora como un boomerang contra sus
promotores está por ver, aunque no es descartable. A diferencia del
verso de Neruda, el amor, en este caso, fue largo y el olvido, corto.
Jódar, el nuevo consejero, sustituto del inefable Cerdá, se agarra ahora
como a un clavo ardiendo a un invento mil veces reinventado: el Pacto
del agua. Algo así como ´¡unámonos contra nosotros mismos!´. Cada
partido contra sí, primero, y luego contra los de enfrente, que no son
otros que ellos mismos. Cuestión de dar la impresión de que se está
haciendo algo mientras pasa el verano, llega el otoño y quién sabe si
con él también las lluvias.
«La Región tiene que alzar la voz y
decir: ¡Basta ya!», pide Francisco Gil, dirigente de Coag, que considera
necesaria la creación de «un frente común» para reclamar soluciones al
Ministerio, ante la escasa preocupación que muestra su titular.
Totalmente de acuerdo. Pero, ¿quién va a escuchar a estas alturas la voz
que clama (nunca mejor dicho) en el desierto?
(*) Miembro del Ateneo Villa de Archena
http://www.laopiniondemurcia.es/opinion/2017/08/02/pacto-agua-unamonos/849783.html
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