Los convoca Vocentro a una mesa redonda
para recordar las elecciones de 1977, 40 aniversario, y se pasan el rato
hablando de Cataluña y lo que la prensa llama "el desafío independentista".
Qué afortunados los españoles de haber tenido a estos tres linces de
presidentes. Linces lentos. Hace cinco años ninguno creía que el ascenso
del independentismo catalán fuera asunto relevante en la política
española.
Rajoy calificaba las Diadas de asistencia millonaria de algarabías.
Y ahora es de lo único de que hablan. En contra, naturalmente. Con lo
que les gusta rememorar las elecciones del 1977 y los gloriosos momentos
posteriores. Pues nada, a darle a la matraca del independentismo, según expresión castiza de la vicepresidenta a quien no hacen caso ni los suyos.
Los
dos socialistas se enredan en difusos arbitrismos que se condensan en
la vaga propuesta de la reforma constitucional. Piensan que el mero
hecho de que los amos del cotarro admitan que cabe reformarlo debe ser
suficiente para que los indepes se den por satisfechos y depongan su
ilegal actitud. Luego ya se verá qué y cómo se reforma. Un federalismo
por aquí, una vuelta al Estatuto de 2006, previo al cepillado de Guerra y
el emasculado del TC y tan contentos.
Zapatero se lía de tal modo que
no hay modo de saber si se refiere a los españoles o a nuestros hermanos
del otro hemisferio. Y González, más dado a lo especulativo, se
maravilla de que nadie dude de la identidad de Cataluña pero sí de la
identidad de España. ¿A qué creerá que pueda deberse tan sorprendente
circunstancia? No está muy seguro pero afirma que no hay un problema de
España-Cataluña, sino uno de Cataluña consigo misma.
Y
dos huevos duros más, por supuesto, a cargo de Aznar, con ese estilo de
la frontera que le caracteriza. No solamente no hay un problema entre
España y Cataluña sino que "antes de romperse España, se romperá
Cataluña", lo cual hace patente la lógica patafísica de la derecha.
Porque, si Cataluña es España sin sombra de duda, ¿cómo puede
romperse Cataluña sin que, por eso mismo, se rompa España? Pues muy
sencillo: porque, en el fondo, no creen que Cataluña sea España.
Sí, es un problema de Cataluña con España porque es un problema de España consigo misma.
Mientras
tanto, Cospedal tiene ya presto el ademán y la orden por si las fuerzas
armadas han de intervenir en defensa de la Constitución, bárbaramente
atacada por unas urnas.
En
el frente judicial, el Tribunal Constitucional ha anulado la
disposición de que la Generalitat habilite créditos para el referéndum. El País lo celebra con alborozo: Puigdemont se queda sin dinero para el referéndum.
Me da que estos independentistas hacen una emisión de bonos de la
independencia, reembolsables con intereses por el futuro Estado catalán.
Sería una forma contundente de comprobar la solidez del apoyo social al
independentismo.
(*) Catedrático emérito de Ciencia Política en la UNED
No hay comentarios:
Publicar un comentario