La fotografía del PIB regional de España, publicada este jueves por
el Instituto Nacional de Estadística (INE) se merece una profunda y
amplia reflexión. La España de la desigualdad aparece con toda su cruda
desnudez. Hay muchas deducciones que se podrían extraer de las cifras y
sobre todo de los gráficos que publica el INE pero una de las más
desesperantes es comprobar que la foto fija de la España del año 2016
difiere bastante poco, en lo esencial, de la foto fija de hace cuarenta
años, por citar un plazo más o menos significativo en lo político pero
también en lo económico.
¿Qué ha hecho la España democrática y abierta al mundo, miembro de
pleno derecho de la UE desde hace ya bastantes años, para evitar que la
riqueza en España esté tan desigualmente distribuida? ¿Para qué ha
servido la España de las Autonomías, aquella idea que con tanta fuerza
surgió en los años setenta del siglo pasado para arreglar de una vez por
todas las desigualdades del centralismo, tantas veces maldecido?
Lo que nos encontramos en las tres fotografías que da a conocer el
INE cuando retrata a la España y sus regiones son tres cosas. La
primera, que el PIB español creció el año pasado un 3,2%, pero ese
crecimiento se concentró en ocho Autonomías, mientras once restantes no
lograron alcanzar tal ritmo de crecimiento. Es más, dos Autonomías
(Asturias y La Rioja) ni siquiera alcanzaron el crecimiento medio del
conjunto de la UE.
La segunda reflexión es la que se puede sacar tras ojear el cuadro en
el que se muestran los PIB por habitante de las regiones españolas.
Madrid, a la cabeza de España, junto con País Vasco y Navarra, rondan o
superan los 30.000 euros por habitante (Madrid, 32.700 euros, líder
destacado, en parte atribuible desde luego al efecto capitalidad, pero
quizás a algunas otras cosas sobre las que sería interesante indagar).
Andalucía y Extremadura son indiscutiblemente los “parientes pobres” del
colectivo nacional, con una renta por habitante que ronda la mitad de
la de Madrid y desde luego también muy alejada de la renta media de los
españoles.
Una tercera escenificación del drama económico nacional radica en el
diagrama en el que el INE muestra las disparidades de renta entre las
regiones españolas respecto a la media nacional, en donde se puede
observar cómo la renta por habitante de Madrid es un 36,5% superior a la
media española mientras la de Andalucía está un 26,4% por debajo de la
media y la de Extremadura se traduce en un 31,7% de distancia respecto a
la media española.
Quizás estas diferencias no sean plenamente susceptibles de ser
analizadas a la luz de la naturaleza y orientación de los Gobiernos
respectivos de cada Autonomía, de las respectivas ideologías, de las
características orográficas o geográficas de cada territorio, pero las
políticas que están desarrollando unos y otros apenas han contribuido a
lo largo de estos últimos 40 años a restañar esas diferencias y a
identificar y corregir los males que están en el origen de las
desigualdades. Es un triste balance que debería ser objeto de un debate
nacional. ¿Por qué somos tan desiguales, siendo todos españoles?
(*) Periodista y economista
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