El PP no está ayudando a Ciudadanos. PAS y su partido se acercan a la
fecha fatídica del ultimátum, el lunes próximo, con una actitud muy de
Rajoy: laissez faire, laissez passer, dejar hacer, dejar pasar, un lema
del liberalismo económico adaptado a la acción política. Diríase que la
única estrategia popular para permanecer en el poder es la ausencia de
estrategia. Todo queda confiado a que los grupos de la oposición no
conseguirán entenderse, más en concreto a que Ciudadanos no se atreverá a
elevar a la presidencia de la Comunidad al socialista González Tovar
prestándole dos años de permanencia en el cargo mediante el necesario
concurso de Podemos.
Hay algo cierto: Ciudadanos no quiere promover ese
modelo, pero está obligado a ´hacer algo´ para derribar a PAS por
incumplimiento del contrato de investidura. Y ha de tomar la decisión a
la conclusión del plazo que ellos mismos se han dado, pues la fecha del
27 de marzo parece más un respiro que se otorgaron los de Rivera que un
apremio al presidente popular. Para derribar a PAS sólo hay una fórmula:
apoyar la moción de censura socialista, guste o no. El PP, con su
inmovilidad, está dejando sin oxígeno a Ciudadanos, y acabará
conduciéndolo a que tome esa decisión.
La inflexibilidad del PP a que
abdique PAS y sea sustituido por otro diputado popular, como propone
Ciudadanos, tiene su equivalente en el PSOE, que tampoco está dispuesto a
lanzar una moción de censura con el único fin de convocar elecciones de
inmediato, solución pretendida por los de Rivera. Pero es probable que
Ciudadanos ceda ante el PSOE y facilite un nuevo Gobierno hasta el final
de la legislatura, pues su prioridad es sacar a PAS del Gobierno a
cualquier precio.
El PP, a mi modo de ver, está completamente
despistado al respecto. Se apoya en la dialéctica de las contracciones
entre los tres grupos de la oposición, y en el supuesto de que son
incompatibles entre sí (como demostraron tras las generales al permitir
que gobernara Rajoy) basan todas sus esperanzas. Cuentan, además, con la
perspectiva de que en las próximas semanas se produzca el archivo del
caso PAS que despejaría definitivamente, creen ellos, la crisis
política. Hay indicios de que la resolución judicial no se hará esperar,
empezando por las declaraciones de ayer del nuevo fiscal jefe y por el
hecho de que el juez instructor practicará diligencias precisamente el
próximo lunes, y no hay visos de que las amplíe.
Ahora bien, los tiempos
de la cuestión judicial y los de la política se han desajustado, aunque
sólo sea por unas semanas, y esto puede resultar fatal para los
intereses del PP. La política ya va por delante. Y para Ciudadanos se
estrecha el marco de acción, entre otras cosas porque desde el PP no le
ofrecen alternativas, sino más bien los provocan: no os atreveréis,
adónde váis por ese camino, etc. La inmovilidad del PP les obligará a
reaccionar, y es probable que al final acepten el cambio de Gobierno
para lo que queda de legislatura.
Y es que el partido no se
juega en Murcia, sino en Madrid. El líder nacional de Ciudadanos está
presionado por el incumplimiento de los acuerdos de gobernabilidad que
él mismo firmó con Rajoy, acuerdos que éste ha roto o matizado
sustancialmente, a la vez que Rivera se ve abocado a tener que apoyar
los presupuestos del Gobierno si no quiere alinearse definitivamente con
la oposición de izquierdas.
Por tanto, Rivera necesita ejercer una
acción de fuerza frente a los populares, y Murcia es el espacio ideal
para escenificarlo. La caída de PAS, aunque fuera a costa de elevar al
PSOE de Tovar al Gobierno transmitiría la imagen de que con Ciudadanos
no se juega. Frente a esto, los recursos políticos de PAS son escasos.
Sólo un milagro podría salvarlo, pues carece de armas propias para
mantenerse en el Gobierno en el caso de que los grupos de la oposición
decidan olvidarse de sus respectivas contradicciones y concentrarse en
lo único que los une: expulsar al presidente popular.
El reloj
avanza hacia la fecha decisiva. El PP permanece inmóvil, sin disposición
a la maniobra, confiado en que los demás no podrán llegar a acuerdos.
Emite notas de prensa en las que ya ensaya el lenguaje de la oposición,
advirtiendo de los males que traerá un Gobierno alternativo al suyo, sin
percatarse de que todo ese argumentario es irrelevante frente a las
decisiones políticas decisivas. Si el Gobierno que traiga la moción de
censura resulta malo o bueno para la Región, ya se verá, pero de momento
lo evidente es que el PP puede caer, y toda esa propaganda no es
impedimento para evitarlo.
Frente
al hieratismo popular, PSOE y Ciudadanos se mueven. Según la SER, la
diputada nacional socialista, María González, hija de Tovar, negociaba
ayer en Madrid la moción de censura con el número dos de Rivera, el
secretario general de Ciudadanos, Villegas, dejando rastro una vez más
de que la hija es el principal activo del tovarismo y quien debiera
estar, desde el principio, en lugar del padre. PSOE y C's, dos piezas muy
distintas que buscan su perfil de encaje. Si lo logran de aquí al
lunes, adiós PAS.
(*) Columnista
No hay comentarios:
Publicar un comentario