Es preciso volver a hablar del discurso
de Nochebuena de Felipe VI por el inefable eco que ha tenido en la
Corte, en donde casi todos están extasiados ante el real verbo. Los dos
partidos dinásticos se felicitan del hondo calado social del monarca.
El País se hace lenguas con un editorial almibarado, Felipe VI y la sociedad
que le lleva al arrebato místico de ver en un futuro al orador de
Nochebuena teniendo que luchar por la Monarquía contra la República. En
C's, ya se sabe, la palabra real es doctrina de obligado cumplimiento.
La corte entera cenó aliviada escuchando en qué firmes manos se
encuentra el timón de esta gran nacion.
Solo los de Podemos se rebotaron
y afearon al monarca que ignorara el estado de necesidad en que
malviven sus súbditos. No está mal, pero es poco y liviano. Porque ese
no es el problema, con lo cual su crítica no se diferencia gran cosa de
los ditirambos de sus compadres parlamentarios.
No se trata de lo que Felipe VI dijera o dejara de decir, sino de con qué autoridad habla, en nombre de quién y para quién.
El
discurso del Nochebuena fue el discurso de Rajoy de la cruz a la fecha.
Tanto da que hubieran sustituido al Felipe VI en carne mortal por un
autómata para que repitiera las ideas, las expresiones mismas de Rajoy.
El rey pone la sedicente autoridad de la corona al servicio de un
partido e identifica su suerte con la de este. Reproduce el discurso de
un tercio del electorado y se dirige a tranquilizar a ese tercio y a
amenazar apenas veladamente al resto.
Es
insólito (y más aun que nadie lo señale) escuchar el jefe del Estado
reproducir la doctrina autoritaria y neofranquista de Rajoy, según quien
la democracia es la consecuencia del respeto a la ley. No al revés,
como creemos los demócratas, esto es, que la ley es consecuencia del
respeto a la democracia.
Y
también es insólito y hasta indignante que se obligue a decir a esa
testa coronada pero poco razonante que no hay que atender a la memoria
histórica.
TV3 no retransmitió el discurso de marras. A la vista de lo que dijo Rajoy disfrazado de Felipe VI, hizo muy bien.
Por lo demás, en la imagen se aprecia que el cuadro del fondo es Carlos III, como decía Palinuro en un post anterior. Lo que no está claro es la autoría. Mi amigo Eusebio Lucía dice que es de Anton Rafael Mengs. Pudiera ser. Goya copió el cuadro de Mengs. Pero a lo mejor tampoco es así. Los retratos que conozco de Carlos III tanto por Mengs como por Goya no coinciden con este de La Zarzuela en un par de detalles esenciales.
Por lo demás, en la imagen se aprecia que el cuadro del fondo es Carlos III, como decía Palinuro en un post anterior. Lo que no está claro es la autoría. Mi amigo Eusebio Lucía dice que es de Anton Rafael Mengs. Pudiera ser. Goya copió el cuadro de Mengs. Pero a lo mejor tampoco es así. Los retratos que conozco de Carlos III tanto por Mengs como por Goya no coinciden con este de La Zarzuela en un par de detalles esenciales.
(*) Catedrático emérito de Ciencia Política en la UNED
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