Tal como vaticinaban las encuestas y en la misma línea que el pasado
triunfo del Brexit en el Reino Unido y el de Donald Trump en USA (con la
diferencia de que, en esta ocasión, los sondeos acertaron), el
Referéndum celebrado el domingo en Italia, un Referéndum que tiene en
vilo a media Europa por las consecuencias que puede provocar. De todas
las instituciones europeas intentan frenar el miedo, insistiendo en que
se trata de un asunto interno.
El Referéndum ha terminado como se temía: con una derrota del primer
ministro italiano Matteo Renzi y, con el triunfo de los partidos
antisistema, como el Movimiento Cinco Estrellas del cómico Bippo Grillo y
el euroescéptico Liga Norte, defensor de la salida de Italia de la
Unión Europea y del euro. Una situación que trasciende del panorama
italiano por el peligroso giro hacia la ultraderecha y el
euroescepticismo que están tomando muchos de los paises de la Unión.
Como sostenía el domingo este cronista (ver republica.com “Un domingo decisivo para Italia y el futuro de Europa“)
ha vencido más el deseo de que el joven primer ministro italiano
abandone el poder, que la reforma constitucional que no ha desempeñado
un papel fundamental, sino como simple excusa para castigar a Renzi.
Renzi lleva en el poder algo más de dos años, su política, que con todos
los matices que queramos, es la de la Unión Europea, ha sido paralizada
por el efecto perturbador del Senado italiano, de su papel de veto y de
su voto, igual que el del propio Parlamento italiano.
“Se acaba mi Gobierno. Me voy sin remordimiento”, han sido las
primeras palabras de Renzi al conocer los resultados de la consulta sin
querer reconsiderar su dimisión como le han pedido muchos de sus
partidarios y hasta el periódico Financial Times muy comentado
en la prensa italiana. Haciendo oídos sordos a esas peticiones (todavía
cabe la posibilidad de que el Jefe del estado, no le acepte este lunes
la renuncia), el primer ministro italiano ha dicho, que ahora le toca
actuar a los que han vencido. “Asumo la total responsabilidad. El
resultado del referéndum está totalmente claro. He perdido yo. La
victoria del “No” ha sido extraordinaria. Ahora, sus partidarios deben
hacer una propuesta clara”.
El fracaso del Referéndum ha permitido que salgan a la luz todos los
zombis que, refugiados en torno a otros que también lo son pero que
ignoran su condición, defienden que se plantee el debate de la salida
italiana de Europa y de la moneda única, el euro; la recomposición del
deteriorado poder europeo; el contencioso de la migración y toda una
serie de propuestas que vienen difundiendo ultraderechistas como Le Pen,
euroescépticos como los que militan en la Liga Norte e, incluso, una
política de mano dura contra la emigración y la defensa de la primacía
de la raza blanca del extremista austriaco Norbert Hofer que,
afortunadamente, ha perdido las elecciones este domingo, frente al
progresista Alexander van der Bellen, en la repetición de las elecciones
generales.
Este lunes la reacción de los mercados ha sido irregular porque en
parte el resultado estaba descontado aunque todavía no se ha valorado
suficientemente las reacciones a informaciones del Financial Times en
las que el diario económico británico, citando fuentes de alto nivel,
ha venido sosteniendo que “si gana el No, a causa de la incertidumbre
política, ocho bancos italianos correrán el riesgo de quiebra”. ¿Los
nombres de los bancos?: Monte dei Paschi di Siena, Popolare Vicenza,
Veneto Banca y Carige entre los medio-grandes. A los que se unirían los
cuatro pequeños bancos salvados el año pasado: Banca Etruria,
CariChieti, Banca Marche y CariFerrara.
El escenario de pesadilla dibujado por el Financial Times – se alarma el periódico italiano Il Messaggero -
es clarísimo: el Monte dei Paschi di Siena necesita 5.000 millones de
euros de capital, en gran parte extranjero. Si no llegara, el banco
entraría en una fase de asfixia, pero su quiebra acabaría provocando un
desplome de la confianza en Italia y, por tanto, la afluencia de otro
dinero hacia otros bancos en apuros, con un efecto dominó que sería
difícil de controlar.
(*) Periodista y economista
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