Rajoy y el PP son los colocados para formar gobierno tanto por número
de votos como de escaños, cualquier otra alternativa es un ciempiés o,
como ha señalado Rubalcaba, un Frankenstein. Pero para que se cumpla la
primera tesis se requiere un esfuerzo adicional del señor Rajoy y de su
partido. Sánchez lo ha visto claro cuando advirtió a Rajoy de que tenía
que trabajar para presentarse ante el Parlamento con más apoyos, cerca
de la mayoría.
El problema es que Rajoy es como es y no va a cambiar, su
carácter (su talante) es conocido, lo suyo es esperar, resistir, dejar
pasar y que otros le hagan y sirvan el menú. ¿Alguien recuerda alguna
propuesta de riesgo, audaz, imaginativa de Rajoy? No hay precedentes, no
forma parte de la naturaleza de las cosas, es como es. De manera que si
depende de Rajoy habrá nuevas elecciones hasta que los españoles,
aburridos, dejen de votar u otorguen una mayoría indiscutible.
Son los demás los que tienen que mover pieza para que el sistema se
active y produzca resultados, aunque sean mediocres. Y de entre los
demás quien está en primer puesto es Albert Rivera. Su propuesta de
votar no a la primera y abstenerse a la segunda votación es inane, es
como no hacer nada, supone imitar la estrategia pasiva de Rajoy.
De Albert Rivera hay que esperar audacia y riesgo, si se deja
contagiar por Rajoy está perdido, ya que carecería de espacio y de
función. Los votantes ya le han dado un aviso con la pérdida de votos en
las últimas elecciones; como dice el viejo refrán: el que quiere peces
tendrá que mojarse el culo. Para que haya gobierno Rajoy tiene que
presentarse la próxima semana con 170 votos favorables, en ese momento
los demás tendrán que moverse para habilitar un gobierno, del que cabe
esperar poco, pero que desbloquea la situación.
Rivera tiene que poner precio a su voto en favor de Rajoy. A Rajoy
hay que empujarle, conducirle, obligarle. Y el único que puede hacerlo
es Rivera con una oferta de programa de gobierno razonablemente
reformista, razonablemente provisional, razonablemente presentable y
viable. De Rajoy no cabe esperar ambición o grandeza, solo prosa dura y
previsible.
Rivera tiene que ser capaz de hacer una propuesta que Rajoy no pueda
rechazar o, que de rechazarla le haga responsable del fracaso y le
coloque en la puerta de salida. El gasto tiene que hacerlo Rivera, que
debe poner precio y esperar recompensa. El premio mayor para el líder
indiscutido de Ciudadanos sería el liderazgo del centro, que es la
máxima aspiración del partido. Si Rajoy rechaza una oferta
razonablemente reformista los movimientos internos del partido no
tendrían otra alternativa que jubilar al cabeza de fila y abrir un nuevo
escenario.
Formar gobierno, que será débil y provisional, es una condición
necesaria para desbloquear la situación política nacional que cuando
menos, es peligrosa en una coyuntura tan crítica como la actual. Dada la
naturaleza de los personajes del drama, solo Rivera está en condiciones
de desbloquear la situación, si no lo hace irá a menos, como el
conjunto del país.
(*) Periodista
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