Es extraño no encontrar eco en la
opinión independentista de esta declaración de Homs que doy por
fielmente reproducida. Y es extraño porque, a primera vista, rompe con
lo que parecía ser criterio asentado en la vieja CDC, hoy PDC; y rompe
con el de Esquerra; y no digamos con los cupaires; y con la ANC que,
entiendo, acaba de pronunciarse a favor de un RUI por un 75%.
Lo primero de todo es comprobar que la suma es posible: PSOE+Podemos+DiL+PNV son 178. Mayoría absoluta. Rajoy, fuera.
Aritméticamente
es OK. ¿Y políticamente? Ese es otro cantar. El PSOE niega toda
concesión referendaria y, si se hace valer que el referéndum no es una
condición inexcusable, le bastará recordar que el Comité federal
prohibió, literalmente, a Sánchez todo pacto con los indepes catalanes,
de cualquier tipo. Por supuesto, lo que un Comité federal prohibe otro
puede autorizarlo. La cuestión es si quiere. Los socialistas deciden y no se quejarán de tener pocas opciones.
Del
lado catalán, la retirada del referéndum tiene dos posibles lecturas,
una dogmática y de principios y otra táctica. La dogmática quiere
mantener el referéndum como condición porque ese es el espíritu actual
de JxSí. De imponerse este criterio, sin embargo, la coalición propuesta
(161 diputados) ya no sumaría para la mayoría absoluta. Los indepes
vuelven a tener la llave del gobierno español, pero no ofrecen ninguna
fórmula de transacción. Lo que es raro.
La
lectura táctica señala que, si la propuesta prospera, su primera
consecuencia, la salida del PP del gobierno, es de general aplauso. En
un segundo tiempo, ese gobierno abriría un proceso de debate sobre la
organización territorial española que quizá llevara a negociar la
celebración de un referéndum que será preciso celebrar en algún momento.
Obviamente, esta conclusión es casi ilusoria y los partidarios de la
lectura dogmática señalarán que jamás se dará, que el gobierno español
jamás autorizará referéndum catalán alguno. Cosa bastante probable.
El
PSOE puede pronunciarse por la coalición "giro copernicano", para lo
cual su Comité federal tendrá que cambiar de opinión. Una opción que
levanta ira entre las baronías. También puede pronunciarse por una
coalición PSOE+Podemos+C's. Pero en este caso debe precisarse que, al
condicionar los de En Comú su voto al referéndum, Podemos ya no
tiene 71 escaños, sino 59. Ello pone la coalición en 176, una cifra
mucho más raspada que la de la coalición con los indepes.
Al
margen de las diatribas ideológicas, el giro copernicano de Homs me
parece un intento valioso de mostrar cómo Cataluña contribuye a la
gobernación del Estado. El debate sobre si eso es bueno o malo adquiere
ya otras dimensiones.
Ayer acompañamos a nuestro amigo Lex
Rietman, un periodista holandés afincado en Barcelona, a una visita a
los lugares de la memoria franquistas. Lex tiene el encargo de hacer
un reportaje para un periódico y una radio de los Países Bajos
respondiendo a la pregunta: ¿por qué no hay en España partidos de
extrema derecha, enemigos de Europa, xenófobos, racistas?
La
respuesta es obvia: porque están todos en el PP. En el partido que
gobierna hoy España, como sabe todo el mundo, se acumulan los casos de
autoridades locales, alcaldes, concejales, franquistas recalcitrantes
que se manifiestan en las redes brazo en alto, honrando simbología
fascista o amenazando a los rojos, los republicanos o los extranjeros.
El PP sostiene que se trata de casos aislados, lo cual sería una
excusa si de verdad fueran aislados (y no una serie que no para) y si
afectaran a los demás partidos. Pero no son ciertas ninguna de las dos
cosas. En el PP de hoy se acumulan todas las tendencias fascistas en
alegre confusión con los monárquicos, tradicionalistas, democristianos,
"liberales" y anarco-capitalistas.
En
España no hay partidos de extrema derecha (fuera de la media docena de
orates que todo el mundo conoce) porque el ideario y programa popular
son los de estos partidos si bien con cierto disimulo para no levantar
sospechas. Sus partidarios hablan siempre de centro derecha con
el clásico fin de mixtificación de todos los discursos de la derecha
pero basta con mirar una reunión del consejo de ministros hoy día para
ver que ahí no hay ni uno que sea de centro, al estilo de la UCD.
A
fin de empaparnos bien de las raíces de lo que hablamos fuimos al Valle
de los Caídos, al Palacio del Pardo y al Arco de la Victoria de La
Moncloa.
A
la vista del adefesio de la basílica de los caídos se entiende la
perplejidad de los españoles de hoy. ¿Qué hacer con él? Dinamitar tamaño
atentado a la naturaleza y al arte al mismo tiempo, como le pide a uno
el cuerpo, quizá no sea eficiente. En todo caso, mientras se adopta una
decisión colectiva razonable, lo que es imperativo es sacar los restos
de Primo de Rivera y Francisco Franco y entregárselos a sus familiares.
Carece de sentido que ante y tras un altar del culto católico y
financiado con el dinero de todos se encuentren el fundador del partido
fascista español y el general perjuro que sumió a su país en una
terrible guerra civil, con genocidio incluido, en defensa de los
intereses de los ricos, los oligarcas y los curas.
En
el Palacio del Pardo, un curioso edificio erigido originalmente en el
siglo XVI y dedicado casi siempre a residencia de los reyes españoles
para sus temporadas cinegéticas, también se alojó Francisco Franco entre
1940 y 1975. Y probablemente por los mismos motivos: mientras sus
soldados, policías, guardias civiles, curas, requetés, falangistas y
otros chulos y criminales cazaban a los rojos y republicanos en
España, él, cazaba gamos en El Pardo. La visita al palacio -parte del
Patrimonio Nacional- es obligatoriamente guiada, se hace a toda
velocidad y se seleccionan los temas que se tocan de acuerdo con un
criterio evidentemente censor para encubrir la personalidad de un
sanguinario dictador por el que hay un verdadero culto oculto en todo el
complejo y, quizá, en todo El Pardo.
La última etapa, el arco de La Moncloa que, para vergüenza de los madrileños, sigue llamándose de la Victoria.
La inscripción del ático es una metáfora de la propaganda y la mentira
franquistas: "Fundada por la munificencia del Rey y restaurada por el
Caudillo de los españoles (la ciudad universitaria), sede de los
estudios madrileños, floreció a los ojos de Dios", en 1956.
El
Caudillo de los españoles, que es quien destruyó la Ciudad
Universitaria al convertirla en campo de batalla, pretende pasar a la
historia como quien la restauró. Lo mismo que el PP actual, que
quiere aparecer como defensor de la regeneración de la democracia cuando
es él quien la ha hecho degenerar.
No
hay partidos de extrema derecha en España porque la extrema derecha
está en el PP. Se ve invirtiendo la pregunta: ¿por qué suele haber dos
grupos de derechas en los países europeos? Porque la derecha democrática
combatió el fascismo con las armas en la mano en la Segunda Guerra
Mundial, mientras que la derecha española es la heredera directa de ese
mismo fascismo que no fue derrotado militarmente sino que alcanzó la
victoria, como se atestigua hoy día con ese arco de la vergüenza.
(*) Catedrático emérito de Ciencia Política en la UNED
No hay comentarios:
Publicar un comentario