No está nada claro que Mariano Rajoy pueda ser investido presidente y
que España tenga un Gobierno con una cierta estabilidad. Que pueda
aprobar los presupuestos para 2017 y acometer el paquete de reformas
pendientes, las que pide la UE, que las está reclamando, y las que exige
la modernización del país.
Las estrategias de los lideres de los partidos que han perdido las
elecciones siguen instaladas en sus pequeñas y limitadas visiones y
carreras personales, como si su supervivencia fuera un asunto de interés
general para los ciudadanos.
La celeridad con que en Europa se resuelve la sucesión de los
lideres, como ha sucedido en el partido conservador británico con la
rápida sucesión de Cameron, contrasta con el enquistamiento que
caracteriza la política española. Aquí se pueden perder elecciones u
obtener un resultado catastrófico, pero no dimite nadie.
Pablo Iglesias continua en el papel de Pablo Iglesias, cada vez mas
desdibujado y con menos capacidad de seducción política. A él y a
Podemos no se le pide nada en la investidura y su objetivo no es otro
que recuperar protagonismo personal. Ya tiene su foto con Obama con el
regalo del libro dedicado que es la gracia para contar en el bar de la
Universidad, ahora trasladado a la Carrera de San Jerónimo.
Hará un discurso en el debate en el que pondrá voz de sirena varada y
le dirá a Pedro Sánchez que ahora sí se puede…, si el PSOE quiere dejar
de ser una mera comparsa del sistema y abandonar la casta.
Albert Rivera tras el 27J se ha quedado sin ningún papel en el guión.
No quiere dar un apoyo activo ni pasivo a Rajoy ni al PP. El resultado
electoral con 32 escaños le ha dejado en tierra de nadie, ya que si
favorece con su voto o con su abstención a Rajoy sin entrar en el
Gobierno ni firmar un acuerdo de investidura, teme que pueda ser
canibalizado electoralmente por la derecha y por la izquierda. Por ello,
continua en la indefinición e insiste en la mesa a tres, PP,PSOE y C’s
que le saque del atolladero en el que está, pues una nueva convocatoria
de elecciones le puede dejar en una posición todavía más marginal.
Albert Rivera y C’s están perdiendo una oportunidad y ha olvidado el
discurso y el proyecto que ha tenido éxito en Cataluña. El político y el
partido manifiestan una notable fatiga política y sus declaraciones son
cada vez más irrelevantes.
Pedro Sánchez y el PSOE están jugando una partida en dos tableros al
mismo tiempo. Por una parte, la sucesión del secretario general y por
otra la renovación del partido con el objetivo de recuperar un soporte
electoral como el que ha tenido en los últimos 38 años y que hoy parece
muy lejano.
Su escenario ideal es que Rajoy consiga la investidura sin su apoyo
ni abstención, solamente con el voto de C’s y la complicidad de grupos
minoritarios, papel que solo podría jugar el PNV y aun así sin garantía
que la suma sea suficiente para lograr una investidura por mayoría
simple.
Esta situación de debilidad les permitiría a los socialistas liderar
la oposición, orquestar el boicot a todas las actuaciones del Gobierno y
forzar en 18 meses una nueva convocatoria electoral, ante la
imposibilidad de que el PP pueda gobernar con una mínima estabilidad.
En definitiva, la estrategia de Ferraz es ganar tiempo, poner a Rajoy
al fuego en la parrilla de San Lorenzo y conformar y liderar un bloque
anti PP en el Congreso dedicado a la zurra continuada. Al mismo tiempo,
esperan la dilución de Podemos, enfrascado en las divergencias de sus
confluencias y las batallitas internas.
El panorama para España sigue siendo bastante desolador y Rajoy y el
PP tendrán que armarse de paciencia, definir y elegir unos mensajes muy
perceptibles por la ciudadanía y no descartar unas terceras elecciones
que clarifiquen el voto y permitan formar un Gobierno estable.
La valoración de esta respuesta del PSOE y del C’s sólo puede recibir
el calificativo de irresponsable, perjudicial para los ciudadanos y que
manifiesta la incapacidad para comprender y leer la voluntad de los
electores.
La agenda política tiene unos retos ineludibles. La UE exige definir
el techo de gasto y al mismo tiempo reducir el déficit en 8.000 millones
de euros. Participar en la reestructuración de la arquitectura de la UE
tras el Brexit. Consolidar la recuperación y mejorar la competitividad
de la economía que es la vía para crear empleo. Resolver el déficit
estructural en las pensiones futuras que va a exigir aportaciones desde
la Hacienda pública. Modernizar la Justicia y las Administraciones
Públicas y concertar un nuevo modelo de financiación con las CCAA.
Y
esta resumida agenda con un valor meramente enunciativo y como primeros
renglones de las tareas pendientes que tiene el país. Sobrevolando la
economía y la redefinición de la UE tenemos el lío político de Cataluña,
que afecta significativamente a la estabilidad institucional y
económica.
El juego de la política en España sigue siendo irreflexivo e
inmaduro. Los nuevos partidos que venían a aportar unas nuevas formas en
la política española de momento no traen aires nuevos ni corrigen las
disfunciones del sistema. Y el PSOE continua inmerso en una crisis
profunda existencial y de ubicación en el universo político.
La política española ignora que el tiempo pasa y vuelve en julio de 2016 al discurso de los meses posteriores al 20D de 2015. No tienen remedio.
(*) Abogado y Registrador
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