Los representantes del cuatripartito que ha venido a substituir al
bipartidismo, se han comprometido a que habrá acuerdo para un futuro
gobierno en España, después de los resultados del próximo 26 de Junio,
pero no han dado ninguna señal de que eso sea posible, según las
conclusiones que pueden deducirse del “Debate a cuatro”, celebrado en el
Palacio de Congresos madrileño, organizado por la Academia de
Televisión con la colaboración de las principales cadenas televisivas
del país y de tres moderadores de lujo: Pedro Piqueras de Telecinco,
Vicente Vallés, de Antena 3 y Ana Blanco de Televisión Española.
Si en vez de las promesas de Rajoy, Rivera, Iglesias y Sánchez, de
que harán todo lo posible para que no hayan unas nuevas elecciones, los
dirigentes políticos hubieran aclarado que posibilidades de pactos hay y
cómo se pueden superar las diferencias que, después de seis meses, les
siguen separando, a unos y otros, habrían transmitido más seguridad y
tranquilidad al país. Porque la realidad es que Rivera sigue jugando con
la posibilidad de que el candidato del PP no sea Rajoy, si
efectivamente se pone en marcha esa regeneración tan necesaria para la
democracia española, Sánchez, sigue empeñado en no llegar a ningún tipo
de acuerdo con Rajoy, y no hay ninguna pista, a pesar de todos los
empeños de Pablo Iglesias, de que Sánchez esté dispuesto a apoyar un
Gobierno de coalición de Unidos Podemos.
El debate ha supuesto un alivio para Rajoy que ha sabido esquivar la
posibilidad de que el resto de los debatientes se centrarán
exclusivamente en él, se ha defendido bien en el tema económico y de
creación de empleo, ha salvado como ha podido el espinoso temas de la
corrupción que tanto daño le ha hecho, ha intentado con Sánchez el “Tú
más”, pero ha sabido defender sus posiciones en un debate que esta vez, y
no como en el cara a cara con Sánchez, si se lo había preparado.
Sánchez que era el que lo tenía más difícil, no ha encontrado su
hueco, no ha sabido aprovechar esta única oportunidad que tenia para
frenar el temido “sorpasso” y movilizar a su electorado, pero ha
cumplido su papel al prometer un Gobierno de cambio del que no ha
querido dar ningún tipo de pista, especialmente sobre un acuerdo con
Unidos Podemos. Las sorpresas han sido Pablo Iglesias, que ha
presentando una cara totalmente desconocida, dialogante y moderada
(utilizando todo un alud de cifras de todo tipo) y Albert Rivera que ha
atacado a derecha e izquierda, a Rajoy y a Iglesias, y se ha hecho un
claro hueco, cuando las encuestas le dan una falta de crecimiento.
Terminado el debate, el primero de este formato en el que,
prácticamente desaparecido el bipartidismo, han participado los
representantes de los cuatro partidos de los que dependen la formación
de un nuevo Gobierno, que surgieron de las elecciones del pasado 20 de
Diciembre, la gran incógnita está en saber qué influencia han tenido las
distintas intervenciones, en ese treinta por ciento del electorado que,
a estas alturas, todavía no tiene su voto decidido. Ese porcentaje
aumenta hasta un 40 por ciento entre los jóvenes, votantes potenciales
tanto de Unidos Podemos como de Ciudadanos. Es más, en quienes no
deciden a quién votar, hasta el mismo día de las elecciones.
Son los expertos electorales y especialistas en sociología y
estrategia, los que vienen manteniendo la tesis de que en estas
elecciones, la campaña electoral y, sobre todo los debates, y este
debate a cuatro, serán decisivos y por eso todos los partidos han
reducido los tradicionales mítines, y los han substituido por actos más
reducidos y más originales. En este último aspecto, ha sido Unidos
Podemos, el que ha ganado en originalidad, presentando su programa
electoral como un folleto de Ikea, esa marca reflejo de toda una
generación, que hizo furor con el slogan de “la República independiente
de mi casa” y, acudiendo a ese idea oculta de una Suecia, la patria de
Ikea, en la que el socialismo (en realidad la socialdemocracia) y el
papel protector del Estado, forman parte de su identidad, de su ADN.
En una primera lectura de urgencia no parece que este debate, que
probablemente batirá audiencias, haya cambiado sensiblemente el voto de
los dudosos entre PP y Ciudadanos, o entre socialistas y partidarios de
Podemos y de Izquierda Unida o, entre, socialistas y “riveristas”. Ni es
posible que ayudado mucho a aclarar las dudas de los millones de
indecisos.
Ahora, no sólo influirá en cada espectador o en cada oyente
haya producido las distintas intervenciones y enfrentamientos, sino que
también influirá las interpretaciones que den los medios informativos,
los análisis de los expertos, los sondeos con los supuestos ganadores y
perdedores, y en los sectores más dinámicos, los efectos que el debate
haya tenido en las redes sociales.
No deja de ser significativo que
algunos de los intervinientes ha ido acompañado de su correspondiente
equipo de redes, actividad en la que sin duda, Unidos Podemos, lleva
siempre la iniciativa. Probablemente, han sido entre los podemitas, los
que más votos han recibido de los indecisos, seguidos de Ciudadanos,
socialistas y populares. Pero habrá que decir también que ha sido un
debate que no será decisivo para la campaña.
(*) Periodista
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