Desde las regiones hiperbóreas en las
que me hallo observo con interés, caro Pietro Sánchez, vuestro gran
esfuerzo por alcanzar el principado en condiciones difíciles, llenas de
trampas y peligros y con tantos enemigos al acecho dispuestos a
liquidaros y repartirse vuestros despojos. Siempre he sentido admiración
por los hombres valerosos, los audaces condotieros que se apoderan de
grandes principados con su ingenio y valor y la audacia de su aguerrido
brazo.
Permitidme que, pues renováis hoy el juramento de lealtad de vuestras huestes, con esos 30.000 bravi dispuestos
a acompañaros al combate, os dé algunos consejos, producto de mi
experiencia en los asuntos del Poder y las técnicas para conquistarlo y
conservarlo. Sé que amáis vuestra Patria tanto como la suya los
valerosos pictos que lucharon contra las legiones de Adriano y sé
también que, aunque os manifestáis como un abyecto cortesano ante
vuestro Rey, en el fondo de vuestra alma sois republicano. Esa capacidad
para el disimulo os hace grato a mis ojos de taimado florentino y solo
por ella os diré alguna quisicosa más.
Revestido
con vuestra nueva autoridad, ejercedla sin demora y hacedlo con quienes
más a mano tenéis: los vuestros. No permitáis que ninguno de esos missi dominici
repartidos por los confines de la monarquía se haga fuerte o pueda
levantar facción contra vos. Llamad a capítulo a vuestra gonfaloniera
del Sur, antes de que en su insensata soberbia se interponga en vuestro
camino.
Salid
al campo de Marte cubierto con gruesa cota de malla para que los
ataques de los enemigos no os hieran. Y felicitaos de que se produzcan.
Si os atacan es porque os temen y, al hacerlo, hacen presente vuestra
imagen en todos los lares de la patria. Si os niegan vuestra autoridad y
la sinceridad de vuestras intenciones, ello no os afecte. Al fin y al
cabo, ambas pueden fingirse siempre sobre todo si contáis con una
guardia del pretorio capaz de defenderos en situaciones difíciles.
Tenéis
que conquistar los platós de la televisión, que habéis abandonado a
vuestros adversarios quienes llevan ya tiempo repitiendo allí sus
consignas en contra de vuestra casa e intenciones. Estáis obligado a
recurrir más a los medios de comunicación porque es en ellos en los que
se encuentra la Fortuna que todo guerrero necesita por mucha que sea su virtú, nunca
suficiente. Recordad cómo Gatamelata llegó a viejo cubierto de gloria y
poder, precisamente por haber sabido domeñar la Fortuna.
La necessitá debiera
obligaros a ser más ingenioso o, incluso, a ser algo ingenioso porque
al natural no lo parecéis. Y quieran los hados adornaros con algunas
luces que os faltan. Os espera batalla en un doble frente, en contra del
actual príncipe en el trono que, para defenderlo, os atacará a muerte y
en contra de unos jóvenes gibelinos que, al grito de ¡Podemos!,
pretenden arrebataros vuestra posición, sustituiros en ella y dejaros
sin la posibilidad de conquistar el principado. Tened además en cuenta
que estos dos enemigos, patricios y plebeyos, siempre que puedan se
pondrán de acuerdo en contra de vos.
Emplead vuestra virtú en
sellar una alianza con el otro grupo "emergente", el de los güelfos que
se autotitulan Ciudadanos y presentadla en el foro como vuestra gran
aportación de gentes concernidas por el porvenir de la nación,
modernizadoras, centristas y moderadas, algo que el pueblo siempre,
temeroso de radicalismos, valora mucho. Tened presente el ejemplo de
aquel astuto monarca, Fernando de Aragón, en quien yo mismo me inspiré,
porque lo sabía inspirado por la Providencia.
Os
atacarán, acusándoos de haberos aliado con el maligno por vuestra ansia
de poder. No os importe. Esos ataques mantendrán viva la atención del
pueblo en vuestra persona y os ayudarán a convencer a los güelfos, la
otra parte de la alianza, de que le interesa echar su suerte con la
vuestra porque, al fin y al cabo ambos queréis el poder.
Y recordad siempre que la gloria solo la alcanza quien osa ir por ella al precio que sea.
(*) Catedrático emérito de Ciencia Política en la UNED
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