Pudiera parecer excesivo referirse al
gobierno en funciones como una "banda de ladrones". Y lo sería si no
fuera porque es una banda de ladrones. Un gobierno apoyado por un
partido, el PP, al que los jueces consideran una asociación de
malhechores, ¿qué otro nombre merece? ¿Qué otro nombre un gobierno
presidido por un tipo que se tiró veinte años cobrando sobresueldos de
una presunta caja B y mandaba SMS de apoyo a su compi Bárcenas, en la
cárcel por supuesto delincuente?
Que
haya tenido que dimitir un ministro sinvergüenza por unas cuentas en un
paraíso fiscal no quiere decir nada, se argumentará, porque eso pasa
también en otros países democráticos en Europa. Bueno, no tanto. Soria
no ha dimitido como suele hacerse; ha habido que echarlo a patadas. Y no
es el primero. Hace dos años también tuvo que dimitir la ministra Mato
del mismo gobierno, también a la fuerza y también por corrupta. Y ahora
resulta que la admiten a trabajar en el PP, cómo no, en la asociación de
malhechores claro. Teniendo en cuenta que esta dama obtuvo hace unos
meses una prestación por desempleo, ¿sabemos si ha renunciado a ella o
si, siguiendo inveterada costumbre en esta tira de mangantes, va a
compatibilizar su lujoso paro con el enchufe en el PP?
¿Qué
otro nombre merece un gobierno apoyado en un partido cuya secretaria
general, Dolores de Cospedal, entre otras arbitrariedades (siempre
barriendo para casa) según parece, desvió una pila de millones de un
hospital para pagar unas facturas de publicidad a su mayor gloria? ¿Qué
otro nombre un gobierno que ha esquilmado el 60% del fondo de las
pensiones? ¿Uno que ha elevado la deuda pública por encima del 100% del
PIB, cosa que no pasaba desde 1909 y que ha hipotecado el futuro de
generaciones y generaciones?
¿Qué
otro nombre merece un gobierno muchos de cuyos presidentes autonómicos,
consejeros, alcaldes, concejales, son una partida de ladrones,
estafadores, malversadores y granujas que están en la cárcel o a punto
de entrar en ella? Un partido a cuyo presidente de honor (¡de honor!),
José María Aznar, acaba de multar Hacienda con más de 70.000 euros por
estafar a la colectividad y engañarla haciendo trampas en los impuestos.
¿De qué honor hablan estos robaperas?
Parece
claro que merecen ese nombre sobradamente. Pero lleven algo más allá el
ejercicio y digan qué nombre merece una oposición que en cuatro años ha
sido -y sigue siendo- incapaz de oponerse a nada, una oposición que ha
colaborado con la banda de ladrones, haciendo como si no fuera tal, como
si fuera un partido, un gobierno y gente a la que hubiera que respetar.
Una oposición de cómplices y cobardes, incapaces de presentar una
moción de censura y de denunciar públicamente a esta banda de
impresentables.
Qué nombre merece hoy esta misma oposición que, tres
meses después de las elecciones, carece de valor para echar a este
gobierno de mangantes y obligarlo a rendir cuentas. Mucha trasparencia,
mucha regeneración, mucha democracia, mucha indignación, pero llevamos
tres meses soportando a unos sinvergüenzas inveterados y todo lo más que
estos escomendrijos se atreven a pedir con un hilillo de voz es que
comparezca el sobresueldos a balbucear sus habituales sinsorgadas.
El
mismo Sobresueldos que hace diez días que dijo a Évole, y lo oímos
millones, que asumiría su responsabilidad política si alguien nmbrado
por él cometía algún acto de corrupción. Doble contra sencillo a que no
lo hace y ninguno de estos mindundis de la oposición se lo pide.
Por
si acaso el Sobresueldos argumenta -que capaz es- que Soria cometió sus
barrabasadas antes de que él lo nombrara, hay que argumentar que la
nueva corrupción ha consistido en mentir como un bellaco, en llevar una
semana mintiendo como un bellaco. Como lo que es.
(*) Catedrático emérito de Ciencia Política en la UNED
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