El martes 26 de Abril después de comprobar que Pedro Sánchez, antes
de iniciar su entrevista con Su Majestad el Rey para comunicarle que no
estaba en condiciones de formar Gobierno y que, definitivamente tiraba
la toalla, lo único que preocupaba al presidente del Gobierno en
funciones Mariano Rajoy, era, tras su breve encuentro con el Jefe del
Estado en el Palacio de la Zarzuela, llegar pronto al otro Palacio de la
Moncloa, cumplir rápido con el trámite de la rueda de prensa, y ponerse
delante del televisor para ver el partido del Real Madrid contra el
Manchester City de la Champions League. Tan seguro estaba de su
plan que llegó un momento, que ya sin disimulo, anunció a los
periodistas que estaba a punto de empezar el partido y que había que
poner fin a la rueda de prensa.
Todo le había salido según lo previsto: se había empeñado en resistir
desde el mismo 21 de Diciembre, en procurar el desgaste de su
adversario Pedro Sánchez al que había llegado a negarle el saludo en la
única reunión, que no había servido para nada, y ese martes confirmaba
que su estrategia había obtenido resultados. Es más, después de
conseguir la retirada de su otro gran adversario Artur Mas, expresidente
de la Generalitat, que no había conseguido ser investido por la
oposición de la CUP (Candidaturas de Unidad Popular), ahora esperaba,
tras el fracaso de Sánchez, que en los próximos meses su actitud, tras
las elecciones del pasado 20 de Diciembre, le pasase la correspondiente
factura, dentro de su partido, tras cuatro meses de tiras y aflojas, con
el Comité Federal, máximo órgano de dirección entre Congresos.
Desde el principio, apostó a que no habría pacto PSOE-Podemos, y lo
único que le extrañó fue el Pacto entre Albert Rivera y Pedro Sánchez,
un acuerdo que alejaba del horizonte “La Gran Coalición” en la que no
iba a entrar el PSOE, no sólo por la posición de rechazo de Sánchez,
sino por el mandato del mismo Comité Federal del PSOE. Por otra parte,
dada la actitud de Ciudadanos que pedía que se echase a un lado porque
no podía llegarse a ningún acuerdo con quien se había mostrado tan
lento, y a veces, comprensivo con los escándalos de corrupción, tuvo que
hacer frente también a quienes dentro de su partido, exigían una
renovación en la cúpula.
Los cantos de sirena de la oposición para que Rajoy dejase paso a
otro candidato, que no estuviese tan tocado por los numerosos casos de
corrupción, que impedía presentar ante la opinión pública un nuevo
proyecto de futuro que se iniciaba con una nueva etapa de regeneración
política, llegaron a oídos de algunos miembros del Consejo de Ministros,
hasta el punto que el Presidente tuvo que darle un toque a su ministro y
amigo, García-Margallo, por si abrigaba alguna esperanza sucesoria,
mientras deshacía ese supuesto complot en torno al ministro de Economía
Luis de Guindos, como candidato independiente para una Presidencia de
dos años y en José Manuel Soria, como teórico presidente Nacional del
partido. Y, convencía al presidente gallego Nuñez Feijóo, que tenía que
volver a presentarse a las elecciones autonómicas gallegas de este
otoño.
De esta forma, controlado férreamente el partido y, sobre todo, una
futura sucesión, Rajoy ha aguantado cuatro meses de carros y carretas,
ha cortado cualquier atisbo de revolución, ha movido sus peones para
quedarse sólo y, sin inmutarse, ha hecho frente a los numerosos casos de
corrupción, especialmente en la Comunidad Valenciana, como si no fuese
con él, ni con su partido, sino con casos muy aislados de los que no se
deberían sacar conclusiones. Y, ahí sigue, convencidode que el domingo
26 de Junio, es su segunda vuelta, su segunda oportunidad.
En la campaña electoral que se inicia, aunque pueda insistir en la
Gran Coalición, la verdad es que ha dejado de creer en ella, ya que se
ha convencido de que lo único que puede conseguir, después del 26, y en
determinadas circunstancias, es la abstención del PSOE, aunque tampoco
hay que asegurar nada. Los datos que le proporciona su asesor áulico,
Pedro Arriola, es que el aumento de la abstención (hasta cuatro o cinco
puntos), le puede beneficiar, que va a conseguir el voto de parte de
quienes siempre votaron popular y en Diciembre prefirieron quedarse en
casa y que volverán al redil algunos que probaron votar Ciudadanos. Su
plan es conseguir más de 133 diputados y establecer algún tipo de pacto
con Ciudadanos, que espera que aparque esa condición de que hace falta
un nuevo candidato que haga creíble la regeneración…
Ese es su plan pero… puede llover mucho hasta el domingo 26 de Junio…
Y al final, no se sabe a quién puede beneficiar la abstención… Es más
son muchos de sus adversarios que le dan por muerto.
(*) Periodista
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