En el último
año y medio, el euro se ha devaluado en una tercera parte respecto del
dólar. Ha caído desde una cotización de 1,5 dólares por euro ha pasado a
una relación casi a la par. La razón fundamental de esta evolución
responde a las políticas monetarias de los respectivos bancos centrales.
La Reserva Federal ha frenado sus intervenciones cuantitativas de
compra de títulos de deuda mientras que el BCE las ha mantenido.
Simultáneamente Mario Draghi ha mantenido su intención de prorrogar las
compras “hasta que la tasa de inflación remonte”.
En
vísperas de la reunión del consejo de gobierno del BCE, la prensa
europea ha venido acusando al BCE de ser incapaz de reactivar la
economía de la eurozona. La respuesta del consejo de gobierno ha
consistido en una nueva bajada de los tipos de interés. En efecto,
el dinero depositado por las instituciones financieras en el
BCE sufrirá una penalización del 0,3% frente al 0,2% hasta
entonces vigente.
En segundo lugar se prolonga la compra de
activos de deuda a razón de 60.000 millones mensuales hasta marzo de
2017. En la actualidad tres cuartas partes de la deuda almacenada
en el BCE corresponden a deuda soberana pero la propuesta es
ampliar la gama de títulos incluyendo papel emitido por
autoridades municipales y regionales.
La intención de
ampliar el calendario de compra de deuda ha hecho subir su precio y
consecuentemente bajar su rentabilidad. El bono alemán a dos
años tiene un rendimiento negativo del menos 0,44% en tanto que el
bono americano al mismo plazo ofrece una rentabilidad positiva
del 0,95%.
Paradógica disparidad por cuanto las monedas con
depreciación suelen marcar tipos de interés más elevados que
aquellas encaminadas a la apreciación. Disparidad que favorece
el carry trade, es decir endeudarse en euros a un tipo de interés
bajo para comprar dólares cuyas perspectivas son las de apreciarse.
En
cualquier caso, la política agresiva del BCE al conseguir
reducir el tipo de interés de la deuda pública y penalizar la
liquidez que los bancos depositan en sus arcas, está estimulando
el crédito a empresas y familias. Las instituciones
financieras, a medida que han ido saneando sus balances, vía
ampliaciones de capital necesitan un mayor rendimiento de sus
activos para financiar el incremento de los capitales
invertidos.
El crédito al sector privado vuelve a
situaciones de normalidad a la vez que crece la oferta monetaria.
El caso de la aportación española a la M3 de la eurozona ha
pasado de cero a 3,4% en 2014 y a 4,6% el pasado septiembre. Así
mismo la inflación subyacente (excluidos los alimentos y los
productos energéticos) en la eurozona, ha remontado desde cero
al 1% aunque todavía queda un buen trecho de camino para llegar al
objetivo del 2%. En España la inflación subyacente ha pasado de
negativa al más 0,8%.
Aunque modestos los resultados
conseguidos por la política monetaria, son esperanzadores.
Quizás es hora de suavizar el límite de déficit público al nivel del
2% del PIB. ¿Cómo se contabilizarían los gastos de defensa si
Europa contribuye con más intensidad al esfuerzo realizado por
Estados Unidos?. Francia e Italia reclaman menos austeridad mientras
que España tendrá un déficit de las Administraciones Públicas del 5%
del PIB en 2015 y del 3,9% en 2016, según las previsiones de Funcas.
Las
nuevas medidas anunciadas por Draghi han producido una ligera
apreciación del euro también debida a que los mensajes de la
Reserva Federal no dejan de ser demasiado cautelosos. Las cifras
de paro en Estados Unidos descienden pero todavía son muy elevadas.
El sector manufacturero, de acuerdo con el indicador ISM está
cayendo a un ritmo no visto desde la recuperación de 2009.
Además,
la balanza de bienes y servicios de los EEUU con el resto del mundo
mostró un déficit de 40.800 millones de dólares en Septiembre
mientras la balanza comercial de la UE registraba un superávit
de 30.000 millones de euros.
No llueve en este Madrid de la
contaminación y las restricciones de tráfico pero desde mi banco
de El Retiro se sigue disfrutando de un otoño soleado.
(*) Economista del Estado
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