Claro, claro, eran unas elecciones
autonómicas ordinarias. Nada para ponerse nervioso. Si acaso, este Artur
Mas que, al no saber cumplir las funciones que la Constitución le
asigna, tiene a los catalanes en elecciones anticipadas, en simulacros,
en consultas que llama "plebiscitarias". Y todo para ocultar lo nefasto
de su gestión y su corrupción. Pero nosotros no vamos a dejarnos influir
ni impresionar. Impasible al ademán, como quería el Caudillo,
seguiremos repitiendo que se trata de unas elecciones normales,
autonómicas, intrascendentes. ¿Acaso no ha encontrado El País la fórmula perfecta para seguir agradando al poder sin faltar groseramente a la verdad? "Elecciones autonómicas históricas".
Hay
450 corresponsales acreditados.El gobierno ha hecho la ronda de las
cancillerías mendigando declaraciones de mandatarios extranjeros,
verdaderas injerencias en los asuntos internos de otro país. Preparao
pedía un pronunciamiennto de Obama. Sarkozy ha venido a pronunciarse
sobre lo que ni le va ni le viene. La diplomacia española intrigó con su
proverbial habilidad en pro de un pronunciamiento desfavorable del Papa
en la esperanza de que lo hiciera ex cathedra. Han venido miles
de catalanes de la diáspora a votar a su tierra porque no se fían -con
razón- de que los consulados tramiten el voto por correo. Han amenazado
los banqueros, los empresarios, los militares, los jueces y hasta los
jarrones chinos. Y han insultado. Todas la direcciones de los partidos
españoles han pretendido que los issues, como dicen los estudios
electorales fueran solo asuntos de la gobernanza ordinaria: la
corrupción, los servicios, la crisis, los recortes, la vivienda y la
cesta de la compra. Pero únicamente se ha hablado de una cosa: de
independencia.
Para
el gobierno y sus jenízaros mediáticos, la elecciones eran de rutina
cuando la realidad dice a gritos lo contrario. Justamente este es el
rasgo más distintivo del espíritu, el alma de la derecha: de lo que
molesta no se habla y si, de algo no se habla, no existe. Y si, a pesar
de todo, se obstina en existir, se lo fusila y ya está. El problema es
que, en estos tiempos de dejación de la sacrosanta misión española de
sojuzgar a los demás a palos, la cosa ya no está para sublevaciones
"nacionales" y represiones militares. Ahora hay que razonar, actividad
esta en la que el personaje de La Moncloa no está ducho.
Con
la razón y el corazón en la mano estas son las elecciones más
importantes para Cataluña quizá en toda su historia. Y, de paso, para
España. Son un plebiscito, son el referéndum que el nacionalismo
español, sea nacionalcatólico o socialista, no dejan celebrar a los
catalanes, si bien están siempre retándolos a averiguar cuántos son los
independentistas. Es el estilo inconfundible de la marca hispánica: no
me haca falta contar para saber cuántos son de una opinión y cuántos de
otra. Eso lo decido yo que lo sé por ciencia infusa.
En la votación de hoy casi lo de menos es a qué partido se vota. Además hay dos coaliciones, Junts pel Sí y Catalunya Sí Que Es Pot en
las que hay partidos invisibles. Tampoco se piense que se vota por un
"sí" o un "no" nítidos a la independencia. No. Se vota entre a) una
opción continuista; y b) una de ruptura.
a)
la opción continuista es seguir como hasta ahora, tragando quina con la
política impositiva, hostil, catalanófoba, expoliadora, incompetente y
administrada por meapilas y corruptos que siguen pensando que el país
les pertenece y, aunque no sirvan para nada, pueden hacer con él lo que
quieren porque para eso sus referentes ideológicos y antecesores
biológicos ganaron una guerra y establecieron una dictadura de cuarenta
años;
b)
la opción de ruptura es poner fin a esta ignominia en que cualquier
majadero puede querer "españolizar a los niños catalanes" con nuestro
dinero. Es acabar con la gestión de una colla de lladres que no
conciben la política si no es como una sarta de embustes y propaganda
para enriquecerse, una manga de ladrones que solo tienen en cuenta su
beneficio personal, legal o ilegalmente. No el del país, ni siquiera su
clase, sino ellos, sus familias, clientes y enchufados. Es abrir un
tiempo nuevo en el que las fuerzas caducas seguirán su camino hacia la
nada mientras que la realidad se presenta repleta de oportunidades para
quienes tengan la valentía y la honradez de trabajar por la emancipación
de un pueblo. Que esto coincida con la independencia o no, no resta
nada al triunfo que ya han obtenido los independentistas.
Pero
es que, además, va a coincidir. Cataluña siempre va por delante en
España. Lo nuevo ahora es que puede desenganchar y dejar el resto del
convoy en la vía muerta, en manos de ese ser que habita en La Moncloa
que ha destrozado el país, se ha cargado la democracia y el Estado de
derecho, esa vergüenza balbuceante que ha corrompido las instituciones
al frente de una especie de asociación de malhechores.
Eran unas elecciones autonómicas normales para el cobrador de sobresueldos de La Moncloa y sus amigos de la asociación de presuntos malhechores. Para todos los demás, incluida Europa y el mundo, son la puerta que se abre a la libertad gracias a la voluntad de un pueblo. Y que ya no podrán volver a cerrar.
Eran unas elecciones autonómicas normales para el cobrador de sobresueldos de La Moncloa y sus amigos de la asociación de presuntos malhechores. Para todos los demás, incluida Europa y el mundo, son la puerta que se abre a la libertad gracias a la voluntad de un pueblo. Y que ya no podrán volver a cerrar.
(*) Catedrático emérito de Ciencia Política en la UNED
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