No ha estado fina, sino todo lo contrario, la diplomacia española con
respecto a las relaciones de España con Grecia y Cuba en los últimos
meses. Con Grecia porque el Gobierno de Rajoy se entrometió en el
referéndum griego jugando a perdedor, y después de haber dicho en mas de
una ocasión que si Grecia no aceptaba todas las condiciones de la UE -y
sobre todo las de Alemania- debería abandonar le euro. La bronca
actitud de Madrid con Atenas le costó después la perdida de la
presidencia del Eurogrupo a la que aspiraba el ministro De Guindos y que
volvió a conseguir el ministro de finanzas holandés.
Ahora, esta misma semana, será el Congreso de los Diputados español
el que ratifique el apoyo de España al tercer rescate de Grecia que nos
va a costar a los españoles un buen dineral y que Rajoy ofrecerá a
regañadientes porque, aun haciendo concesiones, todo apunta a que
Tsipras conseguirá los 86.000 millones de euros del tercer rescate, lo
que le garantiza al gobierno de Atenas y los griegos una amplia zona de
estabilidad. Y también al euro en estos tiempos de permanente oscilación
en el campo monetario como lo hemos visto recientemente con el Yuan
chino.
En el caso griego España se puso a las órdenes de Merkel -creyendo
que así se garantizaba la presidencia del Eurogrupo- y se equivocó visto
lo ocurrido con De Guindos. Además de haber corrido un alto riesgo
porque si los griegos hubieran sido expulsados del euro las
consecuencias para España y países como Portugal, Irlanda e Italia
hubieran sido desastrosas. Sobre todo si en España se confirma la
inestabilidad política que se anuncia tras el presente curso electoral
en ciernes.
El segundo gran error de la política exterior española de los últimos
meses ha sido el proceso de normalización diplomática entre los Estados
Unidos y Cuba, en el que España debió haber participado en su gestación
junto a las embajadas de Canadá y el Vaticano. Pero no solo no fue así
sino que, previamente, existió en enfriamiento de las relaciones de
Madrid y La Habana que acabaron con el boicot de Cuba a la Cumbre
Iberoamericana de Veracruz, y esta ausencia provocó otras en cadena de
Brasil, Argentina y Venezuela, entre otros países.
Pero incluso después de la reapertura del diálogo entre Barack Obama y
Raúl Castro en la Cumbre de las Américas de Panamá, el gobierno de
Rajoy aún no ha reaccionado con Cuba mientras el debate avanza en los
EEUU y anuncia que poco a poco se abrirán las fronteras y empezará a
decaer el embargo que se mantiene sobre la isla. Asunto que ya preocupa y
mucho a los empresarios españoles con presencia en Cuba y que debe
preocupar al propio Gobierno de España, que ya ha perdido por dos veces
el vuelo de Madrid a La Habana.
Un asunto difícil en tiempos electorales españoles que ha permitido
que tanto la UE como Francia se adelanten a España con importantes
visitas a la isla de Cuba, la que nunca ha visitado oficialmente un Rey
de España. Lo que pueda que ocurra una vez que el Rey Felipe VI concluya
su visita, en septiembre, a los EEUU donde se va a entrevistar con el
presidente Obama y donde Cuba, sin duda, saldrá durante la conversación
entre ambos mandatarios.
Pero lamentablemente todo anuncia a que el relanzamiento de la
relación de España con Cuba no llegará de la mano de este Gobierno sino
del nuevo que salga de las elecciones generales y ya a partir de los
primeros meses de 2016. Quizás demasiado tarde, aunque estamos
convencidos de que la normalización de esas relaciones se llevará a cabo
al inicio de la próxima legislatura aunque ya se verá con qué Gobierno
que en todo caso no será de exclusiva mayoría del PP.
(*) Periodista
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