Los indicadores inmobiliarios siguen dando cifras al alza, la
actividad está en trance de recuperación tras siete años de decadencia y
ajuste. El dinero está llegando de forma incluso masiva al sector,
aunque se podría decir que una parte de las primeras avalanchas es
dinero altamente especulativo, que se puede ir casi con la misma
velocidad con la que ha llegado. Pero la clientela final, la de los
particulares que compran viviendas y la de las empresas que adquieren
espacios para desarrollar su actividad están dotando al sector de un
dinamismo creciente. También está en alza la inversión en terrenos y en
actividades de promoción.
Es básico para la economía en general que el sector inmobiliario
recupere el pulso, aunque enseguida hay que decir que nadie desea un
regreso a las locuras de hace siete años, cuando las inversiones
alcanzaron cifras insólitas y el grado de especulación se situó muy por
encima de lora razonable. Aquellos desafueros los hemos estado purgando
durante siete años. La caída drástica de la actividad constructora
arrastró a amplios sectores de la industria española, ya que la
construcción es una actividad de síntesis, que tira de la demanda de
otras muchas actividades, desde la fabricante de materiales de
construcción hasta la de electrodomésticos pasando por la industria del
aluminio y la de la madera, por citar apenas dos de las más
representativas. Muchas industrias han quebrado en estos sectores
durante los últimos años, algunas de ellas situadas en localidades
pequeñas de la periferia de las grandes ciudades, como consecuencia de
ese desfallecimiento drástico de la actividad constructora. Algunas
empresas industriales han logrado sobrevivir gracias a su capacidad
exportadora, pero otras muchas se han quedado en el camino.
Ahora, la situación se está volviendo mejor, parece dotada de mayor
credibilidad, los precios de los inmuebles han caído de forma
conveniente para acercar sus niveles a los de la demanda, que está
resurgiendo con cierta intensidad. Este año se estima que el número de
viviendas cuya construcción se va a iniciar será de 45.000. Los visados
para construcción de nuevas viviendas aumentaron el año pasado, aunque
fuera modestamente, pero lo hicieron tras siete años de descensos
continuados. Hay que recordar que en el año 2006 se contabilizaron unos
910.000 visados de construcción, cifra completamente disparatada, muy
alejada de las posibilidades reales y de las necesidades normales del
mercado español. Aquello fue el delirio que dio paso a una crisis
drástica, la caída casi al abismo, de la que el sector ha tardado unos
años en recuperarse. En el año 2007 se terminaron unas 640.000
viviendas. El pasado año unas 47.000. La distancia es abismal, pero la
de este último año muestra ya una cierta recuperación sobre el ejercicio
inmediatamente anterior.
Lo que está sucediendo en el año 2015 parece orientarse hacia
derroteros más aceptables. El número de hipotecas aumentó en junio
pasado un 19% sobre el mismo mes del pasado año y la cuantía media de
las hipotecas ha sido un 7,5% superior a la de junio del pasado año. Las
ventas de pisos aumentaron en junio un 19% sobre el mismo mes del año
2014. Todavía estamos un poco alejados de las cifras que podrían
calificarse de normales, y desde luego muy lejos de las correspondientes
a la etapa álgida de la burbuja, que difícilmente volverán, pero el
sector mejora y lo hará más sólidamente en la medida en que mejore el
empleo y se incremente el número de nuevas unidades familiares.
(*) Periodista y economista
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