Así, el estudio concluye que el nivel freático ha registrado un incremento a lo largo de los últimos ocho años, desde 2016, y se sitúa ya en algunos puntos por encima de los 16 metros sobre el nivel del Mar Menor, según informaron fuentes del Gobierno regional en un comunicado.
Esto está provocando que afecte a la interacción con las aguas urbanas de localidades alejadas de la costa y que ejerza una mayor presión con un incremento continuado de la entrada de aguas y nutrientes, tanto superficial, como sub-superficialmente, por numerosos puntos de la ribera interna de la laguna.
El catedrático de Ecología y experto en el Mar Menor, Ángel Pérez-Ruzafa, ha presentado este martesel informe en el que se indica que la situación se puede revertir o minimizar si se actúa de manera directa sobre las descargas de agua dulce y con alta concentración de nutrientes.
También
explica que solo será factible la recuperación si se rebaja el nivel
freático por debajo del nivel del mar y dar tratamiento a esas aguas y
las salmueras para eliminar los nutrientes y reutilizarlas sin que
viertan al Mar Menor.
En el estudio, se destaca la relevancia
de la rebaja del nivel freático en el estado ecológico del Mar Menor
porque evitaría que esa agua esté entrando directamente al mar,
aflorando por la rambla y aportando directamente nutrientes, que con el
nivel tan elevado del nivel freático, provoca que el impacto de cada
lluvia sea mayor en el Mar Menor.
El informe propone una
serie de actuaciones y recomendaciones para mejorar el estado ecológico
del ecosistema, con un equilibrado plan de gestión del agua a medio y
largo plazo con el punto de vista socioeconómico, la regulación de
nutrientes, la colocación de setos, acciones para evitar escorrentías y
la retirada de biomasa.
Los resultados arrojados en la publicación
demuestran que la retirada de biomasa sigue siendo una medida eficaz
para reducir la presión sobre el Mar Menor, pues al retirar la materia
orgánica antes de que se descomponga va asociada a la consecuente
retirada de nutrientes disponibles y al consumo de oxígeno asociado.
Desde 2017, el Gobierno regional ha retirado más de 45.000 toneladas
de materia orgánica, antes de que su descomposición en el mar, con la
consecuente retirada de nutrientes, lo que ha reducido su presencia en
un 80 por ciento entre los años 2022 y 2023.
El informe también hace referencia a que todas estas medidas no son
suficientes, porque el gran problema sigue siendo el acuífero, que está
provocando la estratificación de la salinidad al quedarse el agua dulce
en superficie y el agua más salada en el fondo, lo que afecta a la
distribución del oxígeno y otros parámetros.
Por eso, hay que
actuar en rebajar el nivel freático porque el problema irá a más si no
se actúa sobre él, según las mismas fuentes.
El estudio científico
subraya que es muy importante el consenso social, técnico y político y
que se adopten las medidas con los especialistas en hidrogeología, en
colaboración con los sectores activos en la cuenca, y poder utilizar las
infraestructuras disponibles para reducir el nivel freático al menos
entre 1,5 y 2 metros al nivel de la ribera interna de la laguna.
Ante una situación que está clara, y diagnosticada desde hace años,
es urgente avanzar en la toma de decisiones y en la ejecución de
actuaciones para la gestión y control del agua.
El informe determina que durante el año 2023 se ha mantenido la
dinámica de afluencia de agua dulce cargada de nutriente, alternándose
las situaciones en las que el protagonismo se concentra en la rambla de
El Albujón.
Asimismo, el grupo de investigación de Ecología de la UMU pone de manifiesto que a pesar de que el Mar Menor sigue en un equilibrio delicado, ha recuperado en parte sus mecanismos de autorregulación, pero sigue siendo sometido a las mismas presiones.
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