¿Saben para qué me ha servido perder un buen rato viendo por televisión el debate sobre la censura? Para reafirmarme en mi tesis: ¡Sobran diputados!
Los aparatos de los partidos políticos le han dado la vuelta a la libertad que tiene un diputado de responder con sus actos, y por tanto con su voto, solo ante los electores que le dieron su confianza.
A la señal del portavoz -un dedo sí, dos dedos no, tres dedos abstención- votan como autómatas. Da exactamente igual lo que digan desde el atril don Conesa o don López Miras, pobre del socialista o del popular que votara en conciencia.
La existencia de algún verso suelto, como en este caso los tres "exvoxistas" o mi apreciado presidente Castillo, es la excepción que confirma la regla. Celebradas las elecciones, a cada portavoz se le debería dar la potestad de levantar un dedo, dos, o tres, tantas veces como escaños hubieran correspondido a su partido.
La de euros que nos ahorraríamos en estos momentos de tanta penuria.
(*) Ex presidente de la Autoridad Portuaria de Cartagena y de la CHS
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