Las crisis dejan al descubierto el liderazgo y las carencias de los
Estados y los gobiernos. Y la crisis del coronavirus están sometiendo a
un chequeo intensivo de competencia y eficacia a Europa y a sus
instituciones, desde la Comisión al BCE, pasando por el Parlamento
Europeo. Y por supuesto está desnudando políticamente a cada uno de los
Jefes de Gobierno.
Europa se ha convertido en el centro de una pandemia que según las
informaciones se inició a mitad del mes de noviembre de 2019 en China.
La globalización, la movilidad de los ciudadanos y de bienes y productos
se ha derrumbado como un castillo de frágiles naipes por unos seres
diminutos que no forman parte de ninguna de las tres categorías de los
seres vivos, imperceptibles al ojo humano que necesitan una célula en
la que hospedarse, con capacidad para mutarse.
El think tank de las emergencias o está arrumbado en un desván de
Bruselas o simplemente no existe. La UE tan diligente para regular hasta
las condiciones de los establos de las vacas y las epizootias –epidemia
de los animales- no tiene un plan que responda a una pandemia: ni la
regulación del espacio aéreo europeo, ni la respuesta de la Comisión y
del Parlamento Europeo, ni la coordinación de las Bolsas y mercados
financieros.
En España, el Gobierno progresista que retozaba y se regalaba
abrazos, auto alabanzas y tartas de cumpleaños, se ha dado de bruces con
un escenario que no contemplaba.
Pedro Sanchez ha insistido en sus comparecencias que ha actuado de
acuerdo con los informes y criterios científicos y sanitarios. Faltaría
más que en la respuesta científica y sanitaria hubiera un criterio
político. Pero ha estado de espaldas a la realidad hasta el momento en
que las comparecencias del coordinador del Ministerio de Sanidad,
Fernando Simón, ya no encajaba en su condición de alto funcionario.
La semana pasada en el informativo de TVE1 le preguntaron a Fernando
Simón qué le diría a su hijo si le preguntase si debía o no ir a las
manifestaciones feministas del 8M. Su respuesta fue en tal caso le
diría que tomase la decisión que considerase conveniente. ¿Respondió
libremente?
Quizás no, porque en el Gobierno estaban en otro escenario, el
escenario político de no dejar pasar la ocasión para reforzar a caballo
del movimiento feminista el cordón sanitario con el PP, Cs y Vox, en
aplicación de la estrategia de ahondar la brecha política que Pedro
Sanchez con su coalición política se ha dedicado a ahondar.
Ahora, cuando pintas bastos y sobre todo cuando hay numerosas
incertidumbres y una gran preocupación ciudadana, tiene que aprobar el
estado de alarma y apela reiteradamente a la unidad. Eso si, después de
que el Consejo de ministros acreditase que el parto de la delimitación
jurídica y política del Real Decreto-ley que se ha demorado, prueba que
el Gobierno con mas ministros de nuestra democracia no funciona con
unidad criterio, rápida y eficientemente, porque hay diferencias
conceptuales que han saltado por las aires.
En todo caso, bienvenido Pedro Sanchez al marco constitucional y al
espíritu de 1978, si realmente quiere emplazar a todos los españoles a
una tarea común dirigida desde el Estado constitucional que garantiza
la libertad e igualdad todos.
Para el PP la crisis es un reto y una oportunidad. Un reto porque
tendrá que demostrar que la nueva generación que dirige Génova tiene la
madurez y la inteligencia suficiente para estar a la altura de las
circunstancias. Y una oportunidad para trasladar a los electores que les
volvieron la espalda que ni Cs ni Vox – cuya contraprogramación en
Vistalegre fue más que irresponsable- no son mas que un accidente,
consecuencia de los errores propios y de una transición política interna
mal planteada y mal gestionada.
Las grandes crisis sirven para comprobar si en las naciones hay un
Estado, un liderazgo y un proyecto común sólido. Ciudadano responsables y
pacientes, sí los tenemos.
Because there is no a plan B.
(*) Abogado y Registrador de la Propiedad
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