Los problemas cuya solución no se aborda, se enquistan.
Más aún, crean moho, nuevos vicios. Entramos en la semana conociendo,
confirmando, que el PP de Rajoy utilizó 500.000 euros de los fondos reservados,
fondos de dinero público, no solo para sus fines privados sino para
encubrir su caja B. Ha sido al abrir los cajones del Ministerio del
Interior.
Jorge Fernández Díaz destinó esa cantidad entre 2013 y 2015 a
la llamada "policía política", para espiar a Bárcenas, asaltar su
domicilio, y destruir pruebas que comprometieran al PP. Esa cloaca que
también se utilizó para fabricar dossieres falsos contra quienes el PP
consideraba sus enemigos. La información, acreditada en el ministerio,
pone los pelos de punta de no ser porque la gente decente los tiene ya
como escarpias por cuanto se conoce de esta pocilga que ha venido
enturbiando el Estado de Derecho.
Conocido esto, ¿cabe imaginar que sean éstas las portadas del día?
¿Y que por la noche TVE ofreciera lo que llamó una entrevista al líder del PP, Pablo Casado,
dentro del Telediario y en prime time sin hacer la mínima alusión al
tema? Ni a ése ni a ninguno que comprometiera al Partido Popular, que
volvió a hacer un paseo triunfal de la mano de Carlos Franganillo. Todos
los asuntos en los que el PP se siente cómodo, todas las promociones de
su programa, todas las falsedades demostrables de su gestión de
gobierno, todas las acusaciones sin pruebas no merecieron ni una
repregunta. Ni el Alfredo Urdaci de TVE –antes fue otra cosa- lo hubiera
hecho más de su gusto.
Lo preocupante es que se ha
dado por bueno, sin siquiera llamar la atención. Una parte de la
sociedad ha entrado ya al trapo de cómo la educan cuando se deja. A modo
tertulia, a modo espectáculo. Salta "el otro" con verdad o con las
mentiras del manual. Tenemos un grave problema con estos vicios
adquiridos. "Al otro", a Pedro Sánchez, al menos le preguntaron –si me
refiero a la entrevista de TVE en similar formato- por la idoneidad de
la ministra Dolores Delgado para el puesto de Fiscal General. Claro que
en la mesa estaba también Ana Blanco en aquel caso.
El periodismo no es fútbol. Cada entrevista es un reto per se
y en interés de la audiencia. Debe buscar las respuestas a los temas
candentes que interesa conocer a la sociedad y no el lucimiento del
entrevistado en lo que le interesa contar. Y si un buen número de los
medios tradicionales tienen esa tendencia a ser portavocías del PP
–cuando no de la extrema derecha oficial- la televisión pública debería
marcar la diferencia a favor del rigor en la información. Por el bien de
la sociedad.
El mal es más profundo de lo que parece.
Ya no es siquiera la diatriba partidista –por cierto, que ya no es
bipartidista precisamente-, hemos entrado en una banalidad realmente
dañina. La sesión que abría la legislatura nos aportó otra evidencia de
los vicios adquiridos. Ya no sé cuántas veces aplaudieron los diputados
al rey, pero debieron ser 10, 20, 30 o 40 las que no lo hicieron
algunos.
Las contradicciones se resaltan de forma significativamente
selectiva pero, por encima de todo, priorizar el aplaudímetro y el saludómetro
al inicio de una legislatura que, además, por primera vez en décadas,
cuenta con un gobierno de coalición y progresista es desviar demasiado
el interés.
Felipe de Borbón, Jefe del Estado español, rey por
herencia, no puede ser tratado como un monarca medieval y menos aún como
una deidad griega en función de gestos. Dejemos ya, por cierto, los
pódiums en altura. Es el jefe de un Estado social y democrático del
siglo XXI, trátenlo como tal.
El desbarre llegó al
límite cuando múltiples medios, no solo uno, afearon a Pablo Echenique
que no aplaudiera o no estrechara la mano a la Familia Real o de alguno
de sus miembros. No puede. Las limitaciones de su minusvalía física se
lo impiden, desee o no aplaudir y saludar de esa forma. Dados sus
elogios al discurso del rey, no parece se hubiera negado, de contar con
esa capacidad. A ver si es posible que la presencia destacada de
Echenique en el Congreso ayude a visibilizar los problemas a los que se
enfrenten miles de personas con hándicaps físicos -o mentales si fuera
el caso- en su vida cotidiana.
Todas estas anomalías
-en aumento- desplazan el foco informativo, el foco de la vida social.
Tergiversan hechos para configurar una realidad distorsionada. La
entrevista a Pablo Casado en TVE haría creer a mucha gente que los
problemas de España se resumen en su irreal uniformidad y los presuntos
socios de un gobierno sobre el que se vierten graves acusaciones
indemostradas.
A Pablo Casado y al resto de la derecha le interesa
demonizar a los partidos nacionalistas que prestaron su voto a la
investidura de Sánchez, cuando el PP ha configurado gobiernos locales
gracias, imprescindiblemente, a la ultraderecha. Y practican políticas
inspiradas por Vox. De repente se acuerdan de vetos parentales o del
feminismo a pisotear. Cada cual elija su escala de valores.
Los
500.000 euros de dinero público usados por el PP para tapar de su caja
B. Su propia caja B. La Junta Electoral Central, convertida últimamente
en la máxima autoridad judicial del Estado español y de Europa a tenor
de los hechos, que no sanciona al PP por mandar "millones de SMS" en
campaña electoral, cuando ha logrado condenar a Quim Torra por no
quitar una pancarta con un lazo amarillo.
El secretario general de Vox
jugando a matar terroristas con un fusil de asalto auténtico en una instalación militar. Las tramas financieras, comisario Villarejo de por medio,
con las que convive este país sin inmutarse. Elijan la importancia de
los hechos para la vida de cada uno y de la propia sociedad. Porque
tiene trascendencia esa opción.
Personalmente, empieza
a preocuparme que la crítica –necesaria, imprescindible- a estos vicios
tan altamente contaminantes sean tomadas como una enmienda a la
totalidad. Del periodismo y de la política. Y ya está sucediendo en esa
educación para el espectáculo del todo o nada, los tuyos y los míos. Los
héroes y villanos, los villanos solo ya con los que tiñen a todo el
periodismo y a toda la política.
Tomar el rábano por las hojas
desmantela las evidencias razonadas. Hay un abismo de rigor entre las
crónicas cortesanas de la sesión de apertura de la legislatura, y
publicar los SMS por los que supimos del compi-yogui real tan afectado por trapicheos de enorme entidad. O la colección de regalos que se reciben en Palacio a
los que hay que mirar el diente, en otro gran trabajo de Raquel
Ejerique, como los hay de tantos y tantos periodistas y políticos.
Esperemos que los vicios adquiridos no sepulten el rigor y la honestidad que en el fondo es lo que más importa.
(*) Periodista
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