MADRID.- Las operaciones salida y retorno durante las vacaciones provocan millones de desplazamientos de los ciudadanos y reavivan la polémica sobre el alto precio del combustible y la escasa competencia de las distintas marcas. Uno de los factores que más competencia introduce en un sector tan cerrado son las llamadas estaciones de servicio automáticas o desatendidas, también conocidas popularmente como fantasmas, recoge El País.
Las gasolineras automáticas son aquellas en las que el suministro de
carburantes al vehículo lo realiza el usuario directamente, incluyendo
tanto el repostaje físico (como ocurre con las de autoservicio) como el
pago y, por tanto, no cuentan con personal para realizar estas
funciones. Precisamente al no tener empleados se abaratan los costes y
ese ahorro se traslada al precio del combustible.
Pero la resistencia de los operadores tradicionales y la reticencias de las autoridades, en particular las autonómicas, ha hecho que el modelo tenga poca implantación en España. De las 11.646 estaciones de servicio
que hay en el país apenas 882 son automáticas, un 7,5% del total. Y eso
que, al contrario de lo que ocurre en Europa, el número de gasolineras
ha crecido un 16% desde 2011.
La Comisión Nacional de los Mercados y la Competencia (CNMC) viene
llamando la atención sobre las trabas regulatorias tanto de la
legislación estatal como de la autonómica. Su último estudio sobre este
sector, del pasado julio, exige eliminar los requisitos o limitaciones
sobre gasolineras automáticas que "no sean verdaderamente necesarios" y
reclama "una mayor homogeneidad normativa", por el efecto beneficioso
que tienen las gasolineras desatendidas en la reducción de precios.
El regulador señala que la falta de personal y el menor espacio que
las gasolineras automáticas ocupan contribuye a que sean más baratas que
las estaciones de servicio tradicionales.
Para demostrarlo, se apoya en
un estudio realizado en la Comunidad de Madrid, una de las regiones con
más estaciones de este tipo, y concluye que la diferencia media de
precios entre las gasolineras automáticas de operadores independientes y
las atendidas de los operadores verticalmente integrados (Repsol,
Cepsa, BP, etcétera) alcanzó un máximo del 16,9% para el gasóleo A y del
12,3% para la gasolina 95 durante el periodo investigado (2012-2016).
Asimismo, valora que estas estaciones de servicio incrementan la
presión competitiva sobre las demás, beneficiando también a los
consumidores que siguen acudiendo a las gasolineras tradicionales.
Así,
en el citado periodo, la entrada de gasolineras automáticas en la
Comunidad de Madrid provocó que los precios de las estaciones cercanas
se redujeran en alrededor de un 0,5% en gasóleo A y de un 0,21% en
gasolina 95. Esto supuso un ahorro de entre 15 y 24 millones de euros
para los consumidores de las gasolineras tradicionales.
Empresas como Ballenoil, Naftë, Petroprix, Petrocar, Plenoil, Elc24h,
Aneroil o Autonet&oil luchan por hacerse un hueco, aunque la mayor
parte están concentradas en muy pocas comunidades autónomas.
En
Cataluña, Comunidad Valenciana, Andalucía y Madrid se ubican el 72% de
las gasolineras desatendidas en España. En el otro extremo, tanto en las
comunidades del norte peninsular (Galicia, Cantabria, Asturias,
Navarra, La Rioja, Aragón) como en Extremadura y Baleares, prácticamente
no existe presencia.
Precisamente, la CNMC advierte de que la regulación nacional y de
algunas comunidades autónomas es "altamente restrictiva" con este tipo
de gasolineras, lo que hace de España uno de los países de la Unión
Europea con menor penetración de este tipo de estaciones de servicio.
La implantación de instalaciones automáticas varía considerablemente
en la UE, según el estudio de Civic Consulting (2014), desde un 0,7%
sobre el total de estaciones de servicios en Italia hasta un 69% en
Dinamarca.
En este espectro, España se coloca por debajo de la media con
una penetración de un 5% sobre el total, un nivel parecido al de
Alemania (4,6%) y es casi la mitad que en Francia (8,8%).
La Comisión
Europea de Sanidad y Consumo estudió el impacto de este modelo en 14
países, hallando que en 13 de ellos los precios eran sensiblemente
menores, con un 1,9% de media, que en el caso del gasoil alcanzaba el
2,7%.
Las legislaciones restrictivas se basan en dos argumentos: el de la
seguridad y el de la pérdida de puestos de empleo. La legislación
estatal ya impuso normativas muy estrictas en materia de medidas como la
extinción automática de incendios o en caso de emergencia. Pero la
presión de los representantes de los trabajadores llevó a siete
comunidades autónomas a prohibir la implantación de este tipo de
gasolineras sin personal: Castilla y León, Castilla-La Mancha, Navarra,
País Vasco, Baleares, Murcia (?) y la Comunidad Valenciana.
La Unión Europea y el Tribunal Supremo dieron la razón a la Asociación Nacional de Estaciones de Servicio Automáticas (AESAE)
en su batalla contras esas legislaciones y las comunidades autónomas
han tenido que dar marcha atrás en sus restricciones normativas. No
obstante, el debate sigue en pie.
La patronal de las estaciones
automáticas dice que gracias a su presencia el consumidor puede ahorrar
unos 300 euros al año al repostar. De otro lado, los sindicatos se
quejan de que cada gasolinera fantasma supone al menos la pérdida de seis puestos de trabajo.
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