Lo único que quiere Pedro Sánchez es volver a ser presidente del
gobierno de España como sea y con quien sea, por ello ha cedido a Bildu
la alcaldía de Huarte que el partido de Otegui puso como condición para
apoyar a María Chivite como presidenta de Navarra.
Como Sanchez le consiguió a Otegui que TVE lo entrevistara, o
como se está retrasando de extraña manera la extradición de Josu
Ternera de Francia a España, mientras Bildu apoya a Sánchez en la
investidura como lo hizo en la moción de censura.
Pedro Sánchez no tiene arreglo, sigue preso de sus socios de la
moción de censura y pretende justificar esas alianzas con el ‘grupo
Frankenstein’ de Podemos, los filoetarras de Bildu y los separatistas de
ERC, con el discurso de que hay que mejorar de la convivencia en
Cataluña y País Vasco, cuando los verdaderos problemas de ambas
Comunidades Autónomas son la falta de legalidad y la negación del marco
constitucional.
Y aunque Sánchez les amenaza a todos ellos con la repetición
electoral del 10 de noviembre, si sus aliados de la ‘censura’ -sobre
todo Podemos- no atienden sus demandas, también teme Sánchez que los
resultados de ese 10-N se parezcan a los del 28-A y que las cosas, o el
bloqueo institucional, permanezcan como están.
Pero en ese caso con un agravante para Sánchez porque si, por tercera
vez, no logra la investidura (y la llave la tiene Pablo Iglesias en su
‘gobierno de coalición’), en ese caso el PSOE debería proponer al Rey
otro candidato a la investidura que no sea Sánchez.
De manera que si Iglesias se mantiene en sus trece de gobierno de
coalición y la repetición electoral del 10-N no cambia la actual
fragmentación política que ahora hay en el Parlamento, en ese caso
Sánchez correría el riesgo de no volver a ser presidente ‘nunca más’,
como lo profetizó Iglesias al término del debate de investidura del
pasado 25 de julio.
Por ello quiere Sánchez explorar antes del 23 de septiembre su
investidura y por ello mantiene sus pactos secretos con Bildu y ERC y
presiona sin cesar a Podemos para que acepten un gobierno solitario del
PSOE. Cosa que en La Moncloa creen que están consiguiendo, aunque ayer
los portavoces de UP volvieron a insistir en el gobierno de coalición,
exigiéndole al PSOE que se siente en la mesa de negociación.
Mientras tanto en la oposición Rivera y Casado siguen tocando el
violón en vez de ofrecer al PSOE y a España un gobierno de ‘unidad
nacional’ como el que se pretende formar en Italia. En lugar de plantear
ocurrencias como las de ‘España Suma’ del PP que ya han rechazado Cs y
Vox, entre otras cosas porque semejante disparate de coalición electoral
sólo serviría para sumar votos en el cesto del PSOE.
Como diría Pablo Iglesias el reloj de la investidura, tic, tac, tic,
tac, avanza imparable y ya solo faltan quince días para que el Rey pueda
proponer el candidato a la presidencia del Gobierno, lo que el PSOE
cree que logrará ‘en el último minuto’. Un minuto que cada vez está más
cerca de la repetición electoral.
(*) Periodista
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