Antes de conocer a los elegidos como secretarios generales de las
Consejerías, donde está la 'cocina' del Gobierno, decíamos que el primer
Ejecutivo regional de coalición parecía un gabinete más técnico que
político.
La percepción ahora comienza a ser diferente, al menos en la
parte tocante al PP, donde el común denominador de los seleccionados
para los dos primeros escalones es que todos son de la máxima confianza
de López Miras y conocen las claves orgánicas y políticas de su partido.
Cualquiera que haya analizado cómo Miras forma y deshace sus equipos,
habrá observado que ese es un factor clave en el líder de los populares.
Ir por libre se paga caro en el PP que dejó en herencia Pedro Antonio
Sánchez y ahora moldean Miras y Teodoro García. De modo que los
currículums profesionales de los consejeros pueden conducir a engaño si
se toman como un único o principal elemento de análisis.
Sí, hay mucho
ingeniero en el nuevo Consejo de Gobierno. Pero si Javier Celdrán ocupa
la Consejería de Presidencia y Hacienda no lo es por sus conocimientos
profesionales, sino por su fiabilidad en los cometidos políticos que le
han encargado los dos últimos presidentes del PP y del Gobierno.
Es
verdad que los también ingenieros José Ramón Díez de Revenga (Fomento) y
Antonio Luengo (Agua, Agricultura y Medio Ambiente), así como la
maestra Esperanza Moreno (Educación y Cultura), conocen sobradamente el
terreno que ahora pisan, tanto por formación académica como porque ya
trabajaron en las tripas de esas Consejerías.
Pero si ahora ocupan
sillones en el Consejo de Gobierno también es, en gran parte, por sus
atribuciones menos conocidas en el interno del PP, donde se adquiere esa
orientación política que parece estar buscando López Miras.
Es difícil
que Esperanza Moreno pueda superar en esto a Adela Martínez-Cachá, de
quien era su 'mano derecha' hasta hace un par de días, aunque no le
falta sensibilidad política. Y pocos pueden dudar de que Antonio Luengo,
que fue concejal durante muchos años en San Javier, y Díez de Revenga
superan con creces en visión política a Miguel Ángel del Amor y Patricio
Valverde, que tenían otros atributos porque procedían de ámbitos muy
diferentes a la política.
La imagen del Gobierno quedó
completamente perfilada cuando se conoció el segundo escalón, trufado de
veteranos. La figura clave es la secretaria general de la Consejería de
Presidencia y Hacienda, María Pedro Reverte, presente en todos los
Gobiernos populares desde el año 1995. Además de tener el control
presupuestario, coordinará todas las semanas la poderosa Comisión de
Secretarios Generales, el órgano que filtra toda la acción de gobierno,
donde se dan salida y prioridad a los asuntos o donde, por el contrario,
se atascan o se frenan.
Ahí estarán otros cualificados fontaneros y
estrategas, como Víctor Manuel Martínez o Enrique Ujaldón. Todos ellos,
junto a varios alcaldes, vicealcaldes y diputados (Luengo, Ortuño,
Ballesta, Fernández, Arroyo, Segado...), así como otros dirigentes del
partido, como Adela Martínez-Cachá (que tiene billete para la Autoridad
Portuaria si acepta las cosas tal y como han venido), estarán en
principio en la primera línea de ese PP renovado que saldrá de la
Convención que Teodoro García Egea y Fernando López Miras preparan para
octubre.
La situación en Ciudadanos es completamente diferente
porque se trata de su primera experiencia de gobierno en la Región. De
los cuatro consejeros solo uno, la titular de Industria y portavoz, Ana
Martínez Vidal, atesora unos años de gestión, en su caso en el
Ayuntamiento de Murcia durante la etapa final de Cámara.
Es probable que
los consejeros de Cs tarden en arrancar por falta de conocimiento
administrativo, pero eso no significa necesariamente que vayan a ser la
parte débil del Gobierno. En cualquier caso, la diferencia más
sustancial con sus socios reside en la falta de liderazgo en el partido
naranja, que no ha existido en ningún momento en los últimos cuatro
años. Ni Rivera ha querido baronías ni ha dado con la figura regional
que ejerza liderazgo en su partido. Distintos tropiezos fueron quemando
sucesivamente a quienes iban despuntando.
Los resultados del 26-M
representaron un retroceso y coincidieron con el escándalo que salpicó
al llamado 'clan de Alcantarilla', cuyas cabezas visibles son la
vicepresidenta Isabel Franco y el diputado Francisco Álvarez, el último
caído en desgracia. Solo la entrada en el Gobierno suaviza la decepción
de un partido que salía a ganar.
Formalmente, son Franco y Martínez
Vidal quienes, como miembros de la dirección nacional, llevan los
galones, pero la estructura territorial de Cs es tan compleja que nadie
sabe quién depende de quién. El hecho de ser vicepresidenta y portavoz
en la Asamblea otorga a Isabel Franco ese liderazgo formal, pero no las
debe tener todas consigo cuando le han impuesto dos consejeros que ella
no había elegido.
Por lo que pueda pasar, ya ha dicho que no renuncia a
su escaño. Veremos si es capaz de llevar adelante todo el trabajo que
implica una Consejería y al mismo tiempo la portavocía del grupo, sin
que resiente lo uno o lo otro. Valiente, sin duda, es.
(*) Periodista y director de La Verdad
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