Que dos años después de los trágicos atentados de Barcelona y Cambrils se hayan visto en la Rambla pancartas de familiares de las víctimas con el lema Volem saber la veritat es, cuando menos, el reflejo de que alguna cosa no se ha hecho del todo bien. Aquel 17 de agosto de 2017
cambiaron muchas cosas, se perdieron demasiadas vidas y existe la
impresión, con el paso del tiempo, de que hay miedo a saber qué falló.
Las dudas sobre el imán de Ripoll y su relación con los
servicios de seguridad del Estado como confidente no han quedado
zanjadas. La permanente negativa de los tres partidos que sustentan el
régimen del 78 —PSOE, PP y Cs— a crear
una comisión de investigación en el Congreso no ha hecho sino generar
nuevas dudas sobre las verdaderas razones de la tozudez de las tres
formaciones políticas.
El acto de la Rambla, austero y breve como pedían las familias, contó
con la presencia de las autoridades catalanas y con ausencias
destacadas como la del rey Felipe VI y Pedro Sánchez, que a diferencia de 2017 y 2018 mantuvieron sus vacaciones y delegaron en el ministro del Interior, Fernando Grande-Marlaska.
Cuando los focos pierden fuerza, y el paso del tiempo sin duda tiene
mucho que ver, las peleas institucionales del pasado desaparecen y se
hace más evidente que todo era muy forzado.
Es en ese momento cuando detrás de la tragedia del atentado, que
marcará durante muchos años a los barceloneses y a los vecinos de
Cambrils por ser el epicentro de la barbarie terrorista, emerge siempre
aquella actuación impagable de los Mossos d'Esquadra,
como aquella policia catalana soñada, capaz de dar respuesta de una
manera integral a una situación tan excepcional como aquella.
Y al
frente de ellos, el conseller Quim Forn, que lleva 653 días en prisión provisional y el major Josep Lluís Trapero, pendiente de juicio por rebelión y que se iniciará en la Audiencia Nacional el próximo 20 de enero.
En cualquier país, Forn y Trapero estos días serían objetos de
homenaje y de agradecimiento permanente. Aquí uno está en prisión por un
delito que no cometió, y el otro está apartado de su cargo y pendiente
de juicio. Esta columna de homenaje a las víctimas del atentado también
es de agradecimiento a Forn y a Trapero. Muchas gracias, conseller;
muchas gracias, major.
(*) Periodista y ex director de La Vanguardia
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