‘De bien nacido es ser agradecido’ dice el refranero español. Pues
bien no parece, a la vista de los hechos, que Pedro Sánchez entre en esa
categoría porque considera que todos sus éxitos y posiciones de poder
en la política son de su exclusiva y meritoria autoría y de nadie mas.
Pero eso no es así porque una parte importante del titulo de
Presidente del Gobierno del que disfruta Sánchez, y con el que se
pavonea por España y Europa, se los debe el líder el PSOE a Pablo
Iglesias y a Podemos.
No en vano fue Pablo Iglesias quien, en mayo de 2018, le pidió a
Sánchez que presentara una moción de censura contra Rajoy nada mas
conocerse la sentencia del caso Gürtel en la que se condenaba al PP.
Y
acto seguido fue Iglesias quien convenció a Junqueras, Puigdemont y
Otegui para que los tres apoyaran la moción de censura en compañía de
PNV y Podemos que aportó 71 escaños el 40 % de la mayoría absoluta
mientras el PSOE solo aportaba 84 escaños de los 176, y el resto los
ponían los nacionalistas.
Un apoyo decisivo el de Iglesias, y a cambio de nada, que ahora
olvida y no reconoce Sánchez desde esa Presidencia del Gobierno, aunque
esté en funciones, que le facilitó Iglesias y desde la que Sánchez ha
podido reforzar su liderazgo y ganar las elecciones generales del 28-A.
Pero ahora y lograda esa victoria Sánchez le dice a Iglesias que ‘si
te vi no me acuerdo’, le pide otro apoyo gratis a su nueva investidura
con la cesión de los 42 diputados de Podemos (el 25 % de la mayoría
absoluta) y le niega la entrada de Iglesias y otros dirigentes de
Podemos en el nuevo Gobierno, a los que ofrece cargos administrativos.
Y todo ello porque Sánchez sabe que los ministros de Podemos serían
mal visto por sus socios europeos (otra vez Macron de por medio)
contrarios a los populismos y mal visto también por los poderes
económicos españoles.
Por ello Sánchez se niega a un gobierno de coalición con Iglesias y
solo les ofrece cargos administrativos de segundo o tercer nivel o de
segunda fila. Y todo ello con el discurso de que ‘esto son lentejas y si
quieres las tomas y si no las dejas’.
Y a la vez acompañado de la amenaza directa de una repetición
electoral, a sabiendas Sánchez de que Iglesias pasa por un mal momento
en el interior de Podemos y que podría sufrir en unos nuevos comicios un
serio deterioro electoral.
Lo que constituye una clara agresión de
Sánchez a Iglesias y lo que tampoco le garantiza a Sánchez una
investidura tras unas segundas elecciones que, en caso de repetirse,
podrían dar un buen resultado al PSOE o no, si Podemos aguanta por
encima de los 30 escaños. Y faltaría por ver si PP y Cs en ese caso no
organizan una coalición electoral.
En consecuencia parece claro que Iglesias tiene razón cuando reclama
su presencia en el nuevo gobierno de Sánchez y que el presidente está en
este momento y frente a quienes tanto le ayudaron a llegar al poder
exhibiendo una actitud desagradecida, nada generosa e injusta frente a
Podemos y a su líder Iglesias. Lo que, naturalmente, es un asunto entre
ellos dos.
(*) Pseudónimo de un veterano y prestigioso periodista cordobés
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