Los Presupuestos Generales del Estado hay que analizarlos como el
currículum académicode Cristina Cifuentes y el de no pocos políticos.
Con mucha cautela y un prudente distanciamiento. Más aún si se trata de
las cuentas públicas previas a una cita en las urnas, donde siempre hay
guiños a nichos del electorado (subidas para pensionistas y
funcionarios, rebajas fiscales para las rentas más bajas...) o a
comunidades autónomas cuyas fuerzas mayoritarias son claves para su
aprobación.
Desde una perspectiva regional, lógicamente la mirada se
focaliza en la inversión pública territorializada. Es la fórmula
habitual para comprobar cómo salimos parados en el reparto del pastel. Y
lo primero que cabe decir de los Presupuestos presentados por Montoro
es que ni son tan maravillosos para la Región de Murcia como sostiene el
Gobierno de López Miras y el PP, ni tan horrorosos como afirma el
principal partido de la oposición.
Sin duda, en cuanto a
inversión pública, son mejores que los del año pasado. Para Murcia y
para el resto de comunidades. En todas ellas, excepto en Canarias, cayó
la inversión estatal en las cuentas de 2017. El recorte fue
especialmente duro para nuestra región, que perdió 58 millones, nada
menos que un 19%. Por el contrario, en el Presupuesto para 2018 la
inversión repunta en todas las comunidades, salvo en La Rioja y Navarra.
Murcia es la quinta donde más sube. Un 25%, hasta alcanzar los 340
millones. Pero si comparamos la inversión territorializada de los
últimos tres años, veremos que en realidad solo crecemos en una decena
de millones respecto a 2016. De aprobarse en el Congreso, estos
Presupuestos servirán fundamentalmente para recuperarnos del batacazo
del pasado año, crecer ligeramente y dar continuidad a esos proyectos
estratégicos regionales cuyos presupuestos se deslizan de un año para
otro sin que parezcan tener fin.
Si la única alternativa es una prórroga
de las cuentas vigentes, mejor será que se aprueben estas nuevas, donde
aparecen consignados todos los proyectos regionales relevantes, aunque
algunos sin asignación concreta sino englobados en partidas más amplias o
mencionados en las memorias aportadas por los distintos ministerios.
Dicho eso, por favor, que nadie repita que son «los mejores de la
historia de la Región». Hay hipérboles que producen bochorno. Recibimos
340 millones en 2018 cuando en 2015 se nos asignaron 428. Y ya no solo
por la cifra global prometida. Aunque parte de la financiación para la
recuperación del Mar Menor llegará a través de fondos comunitarios
Feder, es clamorosa la ausencia de fondos destinados directamente por el
Ministerio de Medio Ambiente. Tampoco constan las necesarias
inversiones ferroviarias en Cercanías, que se concentran en Madrid y
Cataluña.
Existen otros elementos de valoración que tampoco pueden
perderse de vista. Por un lado, la inversión estatal per cápita. En
gasto por habitante salimos a 231,7 euros por murciano. Ligeramente por
encima de la media nacional y mejor que valencianos, catalanes,
andaluces y baleares, pero muy lejos de cántabros (468 euros),
castellano-leoneses, extremeños, gallegos y aragoneses. Por otro lado,
está el nivel de ejecución de los Presupuestos, lo que realmente luego
se gasta, que siempre es mucho menos de lo que aparece en las cuentas
del ministro de Hacienda de turno.
Así, según la Intervención
General del Estado, se invirtieron 82 millones menos de los
presupuestados en la Región para 2016. Adif fue la sociedad pública que
ese año dejó más dinero sin gastar y el AVE, el proyecto más perjudicado
por los incumplimientos.
La Mancomunidad de Canales de Taibilla solo
ejecutó el 27% de sus inversiones previstas y Acuamed, la empresa
pública de las desaladoras, el 4,5%.
Según un estudio de Croem, el nivel
de ejecución presupuestaria en el trienio 2014-2016 fue del 50,2%, el
tercero más bajo del país. Y si el rango temporal se amplía a diez años,
desde 2006 a 2016, la ejecución fue del 57,6%, dejándose de gastar un
total de 1.871 millones en la Región.
Las partidas se fueron deslizando
de un Presupuesto a otro, con el PSOE y el PP, condenando a perpetuidad a
los proyectos estratégicos regionales. De ahí que el AVE aparezca en
los Presupuestos desde tiempos inmemoriales. Y no se ven visos de
cambio. El último informe de la Intervención General del Estado,
relativo al primer semestre de 2017, muestra que sigue esta tónica en la
Región de Murcia. El nivel de ejecución presupuestaria fue del 41%,
cifra que baja en el sector público empresarial (Adif, Acuamed, Sepi,
Puertos del Estado...) hasta el 18,4%.
Con la economía en
crecimiento y el déficit bajo control, Montoro y Rajoy abrieron un poco
la mano y, pese a la mareante deuda, impulsan un 15% la inversión en las
autonomías, que irá sobre todo a obra pública. Sin embargo, la realidad
es que la inversión en España sigue por debajo del 2% del PIB y los
calendarios de ejecución de los proyectos se dilatan tanto en el tiempo
que pierden toda credibilidad y se reciben con generalizado
descreimiento, por muy frenética que sea la campaña de compromisos
lanzada por el ministro Íñigo De la Serna en todo el país.
Con las
cuentas de 2018, si resultan aprobadas, se podrá recuperar una parte del
terreno perdido, fundamentalmente a través de Fomento, dado que el
Ministerio de Agricultura y Medio Ambiente sigue estancado en los bajos
niveles del pasado año. En suma, las cuentas públicas son mejores sobre
el papel que las de 2017, pero no hay ninguna razón para recibirlas con
especial euforia en una región que tendrá menos inversión que en 2015 y
donde el incumplimiento presupuestario se ha convertido en la norma.
(*) Periodista y director de La Verdad
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