Si no fuera porque la quietud, aunque diluvie, es la ‘cualidad’ de
Mariano Rajoy podríamos asegurar que estamos en las vísperas de una
profunda remodelación del Gobierno aprovechando que el ministro de
Economía Luis de Guindos está a punto de abandonar el Ejecutivo hacia
del Banco Central Europeo, que en la crisis catalana se han cometido
muchos y graves errores, y que Ciudadanos sube como la espuma en las
encuestas y en el PP crece la inquietud por los casos de corrupción y el
horizonte electoral.
No obstante imaginemos por un momento que Rajoy es un político
europeo y en ese caso decide cesar a la vicepresidenta del Gobierno
Soraya Sáenz de Santamaría, que está abrasada y acaba de fracasar con su
recurso al TC, y sustituirla en la vicepresidencia primera por el
gallego Alberto Núñez Feijóo, para, de paso, situarlo como ‘delfín’ en
la primera línea de la sucesión.
Y ya puestos a imaginar pensemos que Rajoy decide asimismo nombrar a
Cristóbal Montoro como vicepresidente de Economía y Hacienda y
sustituir, por su probada incapacidad, a los ministros de Interior,
Justicia, Exteriores, Industria y Portavoz por ministros más jóvenes
como lo son Alonso (Interior), Casado (Portavoz), Maroto (Exteriores),
R. Aguirre (Industria), Levy (Justicia) y a la vez se anuncian relevos
al frente del CNI y de la Secretaría de Estado de Comunicación.
¿Se imaginan algo así? Pues aunque lo más lógico sería que esto, o
algo muy parecido, ocurriera en los próximos días lo más probable es que
Rajoy deje todo como está y que su Gobierno, como el Titanic, siga
hundiéndose poco a poco mientras en cubierta suena el réquiem por el PP y
el Presidente se va diluyendo en las encuestas en beneficio de Albert
Rivera que aparece como ‘el deseado’ incluso entre muchos votantes
conservadores.
Si Rajoy diera un golpe en la mesa del Gobierno y generacional en
favor de ministros más jóvenes a buen seguro que el gesto sería
reconocido por un amplio sector de sus votantes y por los españoles en
general. Pero lo malo es que Rajoy el principal problema de Rajoy es él.
Y tiene miedo por los riesgos procesales que se pueden derivar de los
juicios de corrupción del PP y por la inestabilidad catalana y además
esto de cambiar a los ministros le produce gran cansancio e inquietud.
Pero lo grave de esta situación no estriba en que Rajoy y el PP
necesitan renovar y mejorar el Gobierno sino que lo necesita España
vistos los que han sido estrepitosos errores y fracasos de nuestros
gobernantes en unos asuntos como el desafío catalán que afectan de
manera muy grave a toda la nación. De lo que se deduce que la crisis del
Gobierno es una necesidad para el PP y para España una obligación.
(*) Periodista
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