Que Pedro Antonio Sánchez dimitirá de la presidencia del PP murciano
es algo que está cantado. Los propios estatutos de su partido establecen
que se suspenderá de militancia a todo aquel militante que pase al
banquillo. Sería extravagante que al PP lo dirigiera alguien a quien se
le ha retirado el carné. Como también que el PP ignorara, por ser quien
es, una norma interna que ya es demasiado comprensiva con los
sospechosos de haber incurrido en casos de corrupción, entendiendo por
ésta la calificación de supuestos delitos como prevaricación y cohecho
que concurren en la pieza del caso Púnica que le afecta.
Ya no se trata
de cumplir un pacto con terceros, como el de investidura con Ciudadanos,
sino de ser consecuente con las normas, extraordinariamente laxas, con
que se ha dotado el propio PP. Si alguien es conducido al banquillo,
queda suspendido de militancia.
Todavía queda algún trámite formal para
que esto quede en evidencia en su caso, pero se trata sólo de pasos
burocráticos. Por tanto, Sánchez no tendría que darle más vueltas al
asunto. Cuanto antes dimita, mejor para él, pues cualquier asomo de
resistencia conducirá a una agonía previsiblemente penosa que concluirá
de manera irremediable con su dimisión o destitución. Ya cuenta con un
antecedente: el PP de Génova lo apoyó hasta el penúltimo extremo para
que se mantuviera en la presidencia de la Comunidad, pero no hasta el
último.
En determinadas circunstancias hay que irse antes de que te
echen. Entre otras cosas porque permanecer es inútil: significa un gran
consuelo por la solidaridad que expresan quienes te apoyan (sobre todo
porque los has nombrado tú en previsión de tal caso), pero esa
permanencia se convierte en un fardo para el propio partido, y esto lo
saben incluso los que, nombrados por ti, se ven obligados a apoyarte en
contra de lo que realmente consideran que sería más práctico para todos.
Pedro Antonio Sánchez no lo sabe (mejor: no quiere saberlo), pero
ahora mismo es un problema para su partido, que se aliviaría con su
dimisión, pues ésta se producirá más tarde o más temprano cuando llegue
el momento en que le sugieran desde arriba que debe hacer lo que
voluntariamente tendría de haber resuelto antes por sí mismo. Sánchez
sabe por cercanos antecedentes que las expresiones de solidaridad,
empezando por las de Rajoy y de ahí para abajo, son pan para hoy. Él
mismo, de estar liberado de toda acusación judicial, actuaría
implacablemente contra cualquier otro que estuviera en su actual
situación. No es una suposición: lo hizo cuando disponía de todo el
poder con el pretexto, muy consistente, de favorecer al partido.
Sánchez
tiene a su alrededor a infinitos asesores que le aconsejan la
resistencia «para que no ganen los malos». Debería despedirlos a todos,
puesto que no se ganan sus sueldos. El mejor consejero será aquel que le
diga: «Vete antes de que te echen», o «vete por tu pie, antes que irte
definitivamente quemado». O: «Vete ya si quieres volver», aunque este
último consejo debería llevar un añadido: «Si te vas, es posible que no
vuelvas, pero si te quedas hasta que te echen, nunca volverás».
Escuchamos
de nuevo que respecto a PAS no hay ´plan B´. Tampoco lo había cuando
era presidente de la Comunidad y, al final, resultó que el ´plan B´ era
López Miras. A ver si va a ocurrir que la resistencia del PP a no prever
lo que todo el mundo prevé lo conduce a la improvisación permanente.
Mejor un buen ´plan B´ que mantener el ´plan A´ hasta después de su
agotamiento.
Si Sánchez, en la noche oscura en que desde Madrid
se le advirtió acerca de que era mejor mantener el poder del PP que
jugarlo a la ruleta de una moción de censura, nos endosó la solución
López Miras para todos los murcianos ¿qué tendría de malo que el actual
presidente de la Comunidad fuera además el presidente del PP? ¿O es que
lo que es bueno para los murcianos no lo es para los militantes del PP,
que a fin de cuentas son unos cuantos de aquéllos que han conformado un
club?
Todo es injusto, transmite PAS, y su partido (hecho a su
medida) se lo compra. Pero lo cierto es que inexorablemente se va
acercando al banquillo, y en ese trayecto va quedando atrás la llamada
telefónica del ministro de Justicia («Pedro Antonio, ¿dónde estás?»); la
intromisión de fiscal Anticorrupción (el de la cuenta en Panamá con la
mismo testaferro que los Pujol) en la investigación de las fiscales que
llevaban Púnica; el juez instructor que parece dictar sus autos después
de tomarse las cervezas en el Cafeto junto a sus amigos del PP en vez de
hacerlo de buena mañana tras el reparador café con leche... Mejor irse
ya, antes de que se venga abajo todo el andamiaje que simula la
normalidad institucional y a pesar del cual no hay modo de que PAS se
zafe de sus responsabilidades.
¿Para qué añadir más sufrimiento
personal y más desgaste político? Mejor antes que después. Porque lo que
está claro es que si espera a después se tendrá que marchar igual.
Pero
ya será porque lo echen.
(*) Columnista
http://www.laopiniondemurcia.es/opinion/2017/06/13/pas-mejor-despues/836985.html
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