El presidente parece haber encajado a puñetazos -con
urgencia y necesidad- algunas piezas de su primer Gobierno, porque de
otra forma no se entiende la empanada de competencias entre ciertas
consejerías. López Miras ha inaugurado la modalidad de 'consejerías
frankenstein'.
No es un gabinete con suficiente peso político, y tampoco está pensado para dar la batalla de cara a las próximas elecciones reforzando los flancos en el segundo tramo de la legislatura. Miras se ha guiado por sus criterios -tan propios como prestados- para darle más empuje a la economía y el medio ambiente, pero salta la duda sobre la funcionalidad.
No es un gabinete con suficiente peso político, y tampoco está pensado para dar la batalla de cara a las próximas elecciones reforzando los flancos en el segundo tramo de la legislatura. Miras se ha guiado por sus criterios -tan propios como prestados- para darle más empuje a la economía y el medio ambiente, pero salta la duda sobre la funcionalidad.
Le ha dado más de media vuelta al calcetín, lo cual no deja
en buen lugar la política y la línea marcada por su antecesor. Solo ha
mantenido parte del esqueleto. ¿Será acaso una demostración de
emancipación? Un distanciamiento que presagia tensiones.
Un primer análisis invita a pensar que algunas consejerías
se entorpecen entre sí, pierden agilidad y no tienen su equivalencia con
la estructura del Gobierno central. También hay pegotes sin coherencia,
y por supuesto, unos consejeros salen más reforzados que otros.
Los descartes estaban 'anunciados' desde hace meses, excepto
la marcha no prevista de Encarna Guillén a petición propia. Lo que pasa
es que la reforma ha sido más profunda de lo que se creía -de manera
voluntaria o por accidente-, removiendo siete de las nueve consejerías y
con un cambio en la proporcionalidad de mujeres y hombres del gabinete:
de 6-3 a 3-6. Además, hace un agujero en el Ayuntamiento de Lorca, el
único de los tres grandes municipios de la Región donde el PP obtuvo
mayoría absoluta. La entrada de Francisco Jódar ofrece un ramillete de
razones: por el desplazamiento de Adela Martínez-Cachá; por cansancio
después de diez años como alcalde, dejando el camino preparado a su
sobrino de cara a las próximas elecciones; o por la suma de todo. No
parece que a Jódar le apeteciera hacerse cargo del polvorín del agua
-uno de los retos más grandes que tiene el Gobierno regional junto con
el Mar Menor-.
Objetivamente, no se entiende que Martínez-Cachá haya sido
apartada de Agua y Medio Ambiente cuando tenía los canales abiertos con
el Ministerio, a la vez que inició y desarrolló uno de los desafíos más
complejos para la rehabilitación del Mar Menor, donde ya se ha marcado
el camino, se han tomado medidas y se aprecian signos de recuperación de
la laguna. Menos consecuente resulta que ambas competencias hayan
quedado separadas cuando la realidad es que tienen que ir estrechamente
unidas para compaginar un solución acorde entre el Mar Menor y los
regadíos del Campo de Cartagena. ¿Va a tener la ministra Isabel García
Tejerina dos interlocutores para abordar el mismo problema?
Un tecnócrata en Cultura
La mezcla de Medio Ambiente, Turismo y Cultura es un
revoltijo de consideración. Es cierto que Medio Ambiente ha deambulado
en ocasiones anteriores entre varias consejerías, pero hay que hacer un
esfuerzo de imaginación para que pegue con Cultura y Turismo. A ver cómo
casa un tecnócrata como Javier Celdrán en Cultura. Expectación.
Las competencias de Universidades también se han prestado a
algunos experimentos, como si fuera un comodín, saltando entre el
negociado económico y el educativo. Miras pretende que haya una mayor
ligazón de las universidades con el mundo de la empresa, y de paso ha
reforzado a Juan Hernández con más tareas. Martínez-Cachá se queda sin
Universidades pero suma Juventud y Deportes, que antes estaban en manos
de Noelia Arroyo.
Esta última dio la cara en la reciente crisis política e
institucional como portavoz del Gobierno y sorprendentemente no se ha
quemado. Tiene el perfil más político, junto con Cachá. En el PP
comentan que Arroyo transmite fuerza, por lo que se ha visto
recompensada con un mix de Portavocía, Transparencia y Participación
(todo viene a ser lo mismo) para tratar de darle lustre a la etapa de
López Miras, que lo necesitará.
También asciende Pedro Rivera con otro experimento que
combina Presidencia y Fomento. Como si no tuviera suficiente con las
obras del AVE, el concurso del aeropuerto y las carreteras. Es normal
que el presidente quiera un equipo con el que se sienta cómodo; otra
cosa es que funcione bien engrasado. Pronto se verá.
(*) Periodista
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