Los viejos que votaban al PSOE acabarán votando al PP.
Entre una mala copia de Rajoy como Susana Díaz y el original,
terminarán prefiriendo al original. Tampoco seducen los socialistas a
los más jóvenes, esos votantes nuevos que tienen en sus manos el futuro,
que compran y trabajan por internet, viven en whatsapp,
disfrutan con las redes sociales y no entienden por qué para votar hay
que perder una mañana de domingo yendo a meter una papeleta en una urna.
¡Con lo fácil que resulta hacerlo on line!
El PSOE se está quedando en tierra de nadie y los golpistas que
todavía lo rigen no acaban de asumir un dato irrefutable: cada votante
suyo, o del PP, que se muere, es un “cliente” que se deja en el
camino ese bipartidismo añejo y ajeno a todo adolescente que llega a su
mayoría de edad. Cada día que pasa pierden peso.
Hace meses que los verdaderos dueños de los periódicos se dieron
cuenta de esto y quizás sea esa la razón por la que se lanzaron en
tromba a prodigar todo tipo de elogios a la corriente errejonista de Podemos.
Su particular abrazo del oso. No querían solo dividir el partido, sino
asegurar los equilibrios del “tablero”.
Con Iglesias relegado, los
socialistas podían ser un poco más de derechas, porque ya se
encargaría el errejonismo de ocupar la presunta izquierda. La unánime
exaltación mediática del número dos de Podemos no ha conseguido su objetivo. Se olvidaron sus interesados mentores que quienes han votado el Consejo Ciudadano de Podemos poseen criterio propio, leen poco los periódicos de papel y aún ven menos la tele.
Los viejos partidos siguen empeñados en controlar los medios para
manipularlos y continúan sin enterarse que el mundo hace tiempo que va
ya por otro lado. Las patéticas primeras páginas que inflige Marhuenda y
los desvergonzados editoriales de El País no solo caen en saco roto sino que producen vergüenza ajena. El Mundo y el ABC
no solo no asustan a nadie, sino que dan lástima y hacen reír cuando
compruebas su desazón porque ninguna de sus tretas para hundir Podemos consigue el efecto deseado.
Han agotado todas las técnicas posibles para acabar con el
movimiento de protesta que surgió del 15-M y ahí está, vivito y
coleando, ocupando el espacio que le corresponde por sus propios
méritos, y también por los errores de los demás. Vamos despacio porque
vamos lejos, repite Monedero desde hace tres años, y la frase cobra más
sentido a medida que el tiempo va transcurriendo. Como resume mi compañero Carlos Enrique Bayo,
la mayor franja de votantes de Podemos está entre los 18 y los 44 años…
y subiendo. En cambio, ni PP ni PSOE consiguen atraer a gente de esa
edad. Todo consiste, pues, en saber esperar.
Y como sentencia este martes el maestro Manuel Alcántara quien, a sus
89 años continúa escribiendo y dando en el clavo a diario, “saber
esperar es un arte… a condición de que nos pille vivos”.
(*) Periodista
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