La ministra de Defensa, María Dolores de Cospedal, ha dado un paso
que parecía imposible para su antecesor Federico Trillo, un político con
clara responsabilidad política en el accidente del Yak-42, y, ha pedido
perdón en nombre del Estado por la responsabilidad que pudiera tener en
ese accidente que ocurrió el 26 de Mayo de 2003 , hace ya casi catorce
años en lo que es una herida sin cerrar. En él murieron 62 militares
españoles y 13 miembros de la tripulación de la aerolinea UM Air, en
Trebisonda (Turquía) en un vuelo procedente de Afganistán.
“No tengo ningún problema en pedir perdón en nombre del Estado”.
“Entre mis defectos no está la soberbia “, insistió este Lunes en su
comparecencia a petición propia ante la Comisión de Defensa del Congreso
de los Diputados, una Ministra de Defensa que en cierto modo, ha
llevado algo de consuelo a los familiares de la víctimas. En presencia
de una representación de esas víctimas, Cospedal asumió en sede
parlamentaria las conclusiones del dictamen del Consejo de Estado que ha
determinado que, con anterioridad al siniestro, hubo “hechos que
habrían permitido a la Administración ponderar el especial riesgo
concurrente en el transporte de tropas que se produjo el accidente”.
Por otra parte, la ministra ha reconocido también la responsabilidad
del Estado en el accidente aéreo del Yak, y ha avanzado que emitirá una
resolución que espera “sea por fin elemento de curación ” y “mitigue, al
menos, una parte del dolor”, porque “las víctimas lo merecen, las
familias lo necesitan y la sociedad nos lo pide”. Lo considera una
“obligación moral” con los 62 militares fallecidos que regresaban de una
misión de Afganistán, y sus familias, que tanto han sufrido.
La intervención de la Ministra de Defensa, que sigue a su entrevista
con los familiares de las víctimas del Yak-42, que en la etapa de
Federico Trillo no fueron tratadas con la dignidad, el respeto y el
cariño que se merecían y que, en algún momento les echaron del
Ministerio con modos impropios de quienes están al servicio de los
ciudadanos, ha reforzado políticamente a María Dolores de Cospedal y, ha
dado de ella una imagen que muchos no esperaban. Le refuerza
políticamente frente a la vicepresidenta del gobierno Soraya Sáenz de
Santamaría que hasta ahora ha sido la única que, públicamente, ha dado
la cara cuando ha habido una rectificación que ha afectado al Gobierno.
Es verdad que no tendrá ninguna repercusión en el debate interno que
actualmente existe en el partido de si es posible compatibilizar el
trabajo de un Ministerio con la secretaría general del partido. Ha
habido casos en que si, como en la época en que la secretaría general la
ejerció Francisco Álvarez Cascos o Javier Arenas . En este caso, el
problema se produce por la especial problemática del Ministerio de
Defensa, que parece difícil aunque solo sea desde el punto de vista
estético, la compatibilidad con un cargo político tan definido como es
la secretaria general de un partido, aunque ese partido esté en el
poder.
Ahora, el gran reto de la Ministra de Defensa es aclarar a los
familiares y a la opinión pública, los numerosos misterio , excesos y
anormalidades que se ciernen no solo sobre el grave caso del Yak-42, el
mayor accidente en tiempos de paz que se ha producido en España, sino
sobre esa etapa siniestra de la época de Federico Trillo en la que han
desaparecido documentos claves que aclararían muchas cosas, y muchos
excesos.
Que, a estas alturas, todavía, no hayan aparecido los más de
cuarenta contratos que se hicieron para el traslado de tropas en zonas
de guerra a España, de Febrero de 2002 a Mayo de 2003, que lo único que ha aparecido sean documentos mutilados, con espacios borrados, y
que, además, tampoco se pueda consultar el supuesto seguro que el
Ministerio de Defensa hizo para los tripulantes del Yak delimita una
cadena de responsabilidades que no se han juzgado por los Tribunales
pero que tienen una trascendencia política indudable.
Más sangrante es que no se firmara ningún seguro para caso de
accidente. Según el contrato firmado con NAMSA, debía haberse suscrito
una póliza de 75.000 dólares por pasajero, algo que después del
accidente se descubrió que nunca se firmó ese seguro, sin que se haya
realizado ninguna reclamación contra la Namsa. Igualmente sangrante es
que por un vuelo como el del Yak-42 se pagaran 149.000 euros y, al final
el avión fuese contratado por 38.500. Se desconoce a dónde fueron a
parar los más de 100.000 euros.
Si eso se repitió en los 42 vuelos
estaríamos ante una cifra superior a los cuatro millones de euros. Por
último, para los familiares, resulta importantísimo saber de quién
partió la orden de que el funeral de Estado se celebrara sin una
identificación de los cadáveres, algo que ha sido lo más doloroso para
los familiares que no han podido conservar nada de sus seres queridos
que además estaban luchando por la paz, y por España, en una misión
humanitaria…
(*) Periodista y economista
No hay comentarios:
Publicar un comentario