Viene el presidente Mariano Rajoy muy satisfecho del turno de España
en el Consejo de Seguridad de Naciones Unidas como miembro no permanente
y cuya última reunión presidió el propio Rajoy. En ella se aprobó,
incluso con apoyo de Rusia, una moción para facilitar la llegada de
alimentos a los miles de sirios que siguen atrapados en Alepo. Unos años
atrás en la presidencia de José María Aznar España también ocupó un
sillón en ese Consejo pero aguerrida manera y para apoyar la segunda
guerra de Irak.
Y cuenta el presidente Rajoy con orgullo este nuevo paso, que ahora
se acaba, de España con el Consejo de Seguridad de la ONU pero conviene
recordar que en las vísperas de la segunda guerra de Irak también se
sentó España en ese Consejo y no para impulsar resoluciones de paz sino
aquella segunda guerra de Irak basada en las mentiras sobre las
presuntas armas de destrucción masiva de Sadam Husseín. Un conflicto
atroz que está en el origen de la crisis Siria, del nacimiento del ISIS y
de sus oleadas de terror en Europa, como la que acaba de asolar un
mercadillo navideño en Berlín.
Pues bien en aquel tiempo presidía el gobierno de España José María
Aznar y fue su ministra de Exteriores Ana Palacio la que intervino con
una fiereza inusitada en favor de la guerra contra Irak, diciendo que no
había que darle más tiempo al dictador ni tampoco enviar más
inspectores para comprobar si había armas de destrucción masiva. Y luego
se demostró que semejantes armas nunca existieron, como lo han
reconocido Bush y Blair, los colegas de Aznar en la foto de las Azores.
La lamentable y mentirosa actuación de la ministra Palacio en la ONU
-mentiras que ella amplió por las embajadas de España a los tremendos
atentados del 11-M en Madrid, diciendo que la autoría era de ETA- causó
el asombro del mismísimo Colín Powell y de los asistentes a la reunión. Y
es bueno recordar este episodio de la diplomacia cañonera de Aznar,
frente al nuevo tiempo de Rajoy ahora que el ex presidente Aznar ha
abandonado la presidencia de honor del PP con rumbo incierto hacia él
sabrá donde pero a buen seguro con ganas de dañar a Rajoy y al PP.
La política Exterior de Rajoy ha sido sosegada y exitosa en la UE
donde el político ha sobrevivido a todos sus coetáneos -Cameron, Renzi y
Hollande- y ahí sigue el hombre con su ‘piel de elefante’ como dice
Angela Merkel y sin inmutarse diga lo que diga y haga lo que haga Aznar.
Ahora bien Rajoy, aunque está muy ocupado con la política nacional,
debería de controlar más a sus ministros de Asuntos Exteriores porque el
anterior García Margallo era demasiado locuaz y el actual Dastis acaba
de disparatar en el Parlamento diciendo que la emigración enriquece
mucho la vida de los emigrantes españoles -será la de los estudiantes
con beca Erasmus- y que carece de importancia que los emigrantes tengan
que dejar atrás a su familia y sus amigos.
Semejante disparate de señorito jerezano exige una pronta
rectificación oficial o un cambio de ministro. Porque si ese es el
pensamiento del titular de la diplomacia española -quien ya se hizo un
lío con Donald Trump- es mejor que abandone el gobierno y que lo manden
de cónsul a Alepo porque eso enriquecerá su formación y la de su familia
con una experiencia que nunca olvidarán.
(*) Periodista
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