Parece una contradicción, pero no lo es.
Nunca me han gustado las etiquetas políticas ni religiosas, igual
que a Krishnamurti, porque para lo único que han servido es para
dividir y enfrentar a la familia humana a lo largo de la historia.
Aunque
los británicos consideran que hablar de política o de religión es
una falta de educación, alguna vez tengo que definirme para saber
dónde estoy, siendo consciente de que todo sistema de creencias no
deja de ser una ilusión intelectual bien estructurada para
satisfacer al ego. La única verdad es la que se siente y se expresa
a través del corazón, y por eso la única religión verdadera es el
camino del corazón.
¿A
quién quieres más, a papá o a mamá? Ésta es la trampa saducea
que les ponen a los niños ingenuos para crearles confusión, y yo no
pienso caer en esta trampa con respecto a estos dos profetas. Buda es
mi Maestro y Jesús es mi Libertador, o viceversa, pero ambos
tuvieron el mismo objetivo: liberar al ser humano del sufrimiento de
la Matrix.
Estoy
seguro de que Jesús se inspiró en Buda para elaborar sus
enseñanzas, y tampoco es casualidad que las primeras reglas
monásticas del cristianismo estén calcadas de las reglas monásticas
budistas.
Buda
Sakyamuni se especializó más en la liberación individual y Jesús
de Nazaret en la liberación colectiva, pero ambos maestros
compartían el mismo código moral. No parecido, sino idéntico.
La
historia del budismo es casi totalmente pacifista, cosa que no
podemos decir de la historia del cristianismo, llena de sangre
derramada en cruzadas, inquisiciones y persecuciones de herejes. Esto
se hizo en nombre de Jesús, pero totalmente al margen de sus
enseñanzas.
El
único defecto que le encuentro a la tradición cristiana es que no
ha formulado claramente la doctrina de la transmigración de las
almas, a pesar de las muchas referencias a la reencarnación que
existen en la Biblia.
El
defecto de la tradición budista es su pasividad asiática, es decir,
que no ha luchado tan fervientemente como el cristianismo por
implantar los derechos humanos de igualdad, equidad y justicia
distributiva, aunque comparte los mismos valores que la tradición
cristiana.
Otro
defecto es que no ha formulado una doctrina tan clara como la
cristiana respecto a la existencia de un Creador, es decir, de la
Fuente Original de la Creación Universal, de la que procede todo lo
que existe.
Sin
embargo el cristianismo siempre ha tenido una cierta dosis de
fanatismo religioso igual que las otras dos religiones mediterráneas,
el judaísmo y el islam, que le han restado ecuanimidad a la hora de
meditar principios espirituales.
Siempre
me he sentido más libre y relajado con un monje budista que con un
sacerdote cristiano. Parece que la doctrina budista del karma, según
la cual cada uno recoge lo que siembra, es más objetiva y menos
intimidante que el complejo de culpa del pecado y el miedo al
infierno.
En
fin, que me siento incapaz de enfrentar a Buda y a Jesús, porque
ambos maestros fueron y son gloria bendita, los mejores seres que han
existido en la humanidad. Fueron algunos de sus seguidores los que
cometieron todo tipo de excesos, especialmente cuando el cristianismo
se mezcló con la política al convertirse en religión oficial del
Imperio Romano.
Que
Dios perdone todos los errores de la humanidad, y que cojamos lo
mejor y lo más positivo de cada enseñanza para mejorar nuestra
vida.
(*) Periodista
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