El País está realmente belicoso.
Cabe esperar alguna soflama de Cebrián, poniendo a Sánchez cual no digan
dueñas a cuenta de su obstinación en no hacer lo que el supremo interés
de España reclama. Es preciso dejar gobernar a la derecha, como exigen
Rajoy, la propia derecha (la de dentro y la de fuera del PSOE), los
empresarios, la Iglesia, el orfeón mediático, Podemos, la Troika y, es
de suponer, el club Bildeberg. La pretensión es tan demencial que
resulta patéticamente española: el supremo interés de España es dejar el
gobierno a quien ha destrozado el país.
Algunos
se ponen tan nerviosos que se desnudan en público, como si fuera un
frenesí de purificación. Si las cosas siguen así, en unas terceras
elecciones, "vamos a votar a Rajoy todos los españoles" dice... Leguina que, obviamente, no ha mirado los resultados electorales en Cataluña.
La
cuestión candente son las cada vez más probables terceras elecciones y a
quién se le echará la culpa si se celebran porque todos dicen
rechazarlas. La opinión general es que, si hay elecciones, el PP puede
llegar a la mayoría absoluta y Rajoy parece actuar dando por supuesto
este supuesto. Pero también puede ser producto de la voluntad de las
fuerzas vivas de hacernos tragar un gobierno del Sobresueldos en cuanto
se pueda.
Leo
bienintencionados estudios demoscópicos según los cuales, el resultado
de las terceras elecciones será idéntico al actual pero jibarizado:
todos a la misma distancia unos de otros, pero con menos votos. Es
posible. Más que un sondeo, es una proyección de sentido común.
Pero
nada en este proceso es de sentido común; nada es normal y yo no me
fiaría un pelo de ningún sondeo. Me resulta muy dificil creer que los
de Podemos se vayan de rositas en las terceras elecciones, después de
sus continuas meteduras de pata. Pero no seríamos congruentes si
descartáramos sin más que suban en votos. Cosas más raras se han visto.
Precisamente
porque el resultado de las elecciones está abierto es una alternativa
mucho mejor que permitir otro gobierno de Rajoy en donde abierto no hay
nada. No hay nada ni abierto ni cerrado. Nada.
NO es NO.
El tren no para
Recibieron los interesados,
Puigdemont, Junqueras y otros, sus respectivas amonestaciones por las
que el Tribunal Constitucional los previene de las consecuencias de sus
actos si se obstinan en desobedecerlo. Se dieron por enterados y
reiteraron por boca del MH que solo se consideran obligados por la voluntad del Parlament y por la de nadie más.
Las cosas están muy claras. El tren a la independencia no se para. Puigdemont recuerda al maquinista de La general.
Él, a lo suyo, a la hoja de ruta. Su discurso es rotundo. Ya pueden las
instancias del poder recordar que mayores incumplimientos abrirán la
vía penal. Son actitudes de intimidación que solo actúan con quien se
deja intimidar. Y no es el caso.
La tensión política crece. En este contexto, el editorial de El País de ayer, Suspensión unánime parece escrito por el ABC o La Razón por
el modo torticero de presentar los argumentos y la agresividad hacia
Carme Forcadell. Casi no parece ni un editorial, sino una diatriba de
parte. Si por El País fuera, Forcadell ya estaría en la cárcel.
Este
clima de confrontación servirá sin duda para calentar la Diada de este
año en el espíritu de los anteriores. Después de la Diada, llegará la
cuestión de confianza a Puigdemont. Si, como es de suponer, la gana con
honores, quedará expedita la vía a la DUI.
Es asombroso que ni el gobierno central ni la oposición lo vean.
(*) Catedrático emérito de Ciencia Política en la UNED
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