Este es el resumen de lo que, en estos momentos, se piensa en Europa de la situación española (periódico Frankfurter Rundschau),
una situación que necesita, con urgencia, un Gobierno capaz de actuar
porque Bruselas y Berlín refunfuñan cada vez más alto al ver que el
país no cumple los objetivos de déficit, que se prolonga la formación
de Gobierno, y que cada vez hay menos tiempo para elaborar el borrador
de los presupuestos de 2017, en lis que se debe mostrar cómo se imagina
su futuro próximo. España, es la conclusión, se despidió hace ya
mucho tiempo de la escena internacional. El mundo arde en todos los
rincones, mientras España se mira el ombligo. El mundo arde y lo que
pasa podría pasar pronto en España, y el país duerme.
Europa sigue sacudida por el terrorismo islamista, que tiene en
nuestro país importantes contactos, mientras afronta, con preocupación y
miedo el Brexit, el grave tema de los refugiados, que sigue sin estar
resuelto, el resurgir de los populismos, de la extrema derecha y de los
nacionalismos. Y, sobre todo, el efecto contagio que el Referéndum
británico está produciendo en países del antiguo bloque del Este, como
Hungría y Polonia. Y, lo más grave, la situación cada día más grave y
preocupante en Turquía, (sorprendentemente sede de ese invento político
de Zapatero, bautizado como “Alianza de Civilizaciones”) hasta el punto
que acaba de declararse el estado de emergencia y suspenderse la
Convención Europea de Derechos Humanos.
De esta forma, el Presidente de Turquía está llevando a cabo un
contragolpe y una auténtica caza de brujas. En su paranoia y sed de
venganza, tras el intento del ejército de hacerse con el poder, ha
detenido a una tercera parte de sus generales junto a más de 20.000
profesores, 15.000 funcionarios, 8.000 policías y 1.000 rectores
universitarios. Hace sólo unos días, la cara del presidente Erdogan
era una imagen granulada transmitida a unos estudios de televisión
desde un iPhone, mientras escapaba de los potenciales agresores por
tierra y aire.
Ahora – escribe el periódico The Times- su
imagen se proyecta sobre la plaza Taksim en Estambul, reemplazando el
retrato de Mustafa Kemal Ataturk, el padre fundador de la Turquía
moderna. Esta sustitución es significativa a que el culto a Ataturk es
generalizados no el país, su retrato decora todas las aulas, las
oficinas del gobierno y las comisarías de policía. La doctrina
política que transmitió, el Kemalismo, descansa sobre seis señas de
identidad: republicanismo, populismo, nacionalismo, estatismo,
reformismo y el secularismo.
Pero Erdogan nunca tuvo la más mínima simpatía por el secularismo.
Como político en la oposición en 1999 fue encarcelado durante un breve
espacio de tiempo por recitar un poema que contenía el siguiente
verso: “Mi referencia es el Islam. Si no puedo hablar de esto, ¿cuál es
el sentido de vivir?”. Aparte de su militancia en un islamismo nada
moderado, la gravedad para Europa de lo que está pasando en Turquía está
en que los acuerdos del pasado mes de marzo entre la UE y Ankara, han
transformado el país en el muro fronterizo de Europa, encomendándosele
además a Erdogan, el control y la gestión de la frontera exterior
europea más vulnerable. Y, por tanto, entregando en manos de quien
gobierna Ankara un poder negociador enorme. El hecho de que la
inagotable marea de desesperados, que llevó a más de un millón de
refugiados a desembarcar en Grecia en menos de un año, se haya detenido
de repente, demuestra también en qué medida las autoridades turcas
tienen capacidad para regular los flujos según les conviene.
Es verdad que no son compatibles con Europa los militares golpistas.
Pero tampoco lo es Erdogan, que saca a la gente a las calles, detiene a
los jueces que no se muestran condescendientes, a los maestros que dice,
son partidarios del predicador Gulem, que está decapitando la cúpula
militar, y que está pensando reinstaurar la pena de muerte, con la gente
en la calle animándole a que de ese paso.Tampoco parece muy “europeo”
el predicador islámico Fethullah Gülen, que es, según Erdogan, el
inspirador del golpe y, para el que pide la extradición de los Estados
Unidos, para empezar con él , ese nuevo ciclo de pena de muerte, que
está produciendo verdadero terror en los países de la Unión Europea y de
la OTAN , a la que Turquía aporta el mayor Ejercito de la Alianza .
Es verdad, igualmente, que el mundo arde y todo se complica porque
está en riesgo la pieza clave de cómo se desarrollen en el futuro los
acontecimientos futuros en Oriente Medio, mientras España duerme sin
encontrar una salida a su crisis interna de la que tiene que salir
investido un Presidente y un Gobierno. La semana que viene, el Rey
resolverá la ronda de consultas con los responsables de los grupos
políticos, en solo cuarenta y ocho horas. ¿Estará todo listo para la
primera semana de agosto? ¿Contará, en este caso Mariano Rajoy, con los
suficientes apoyos, o tendrá que volver a declinar la posible oferta
real, y… seguiremos durmiendo mientras el mundo arde?
(*) Periodista y economista
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