MURCIA.- La clausura diocesana del Año de la Vida Consagrada se unió al Jubileo
del Año de la Misericordia, una celebración a la que, en esta ocasión,
se sumaron a los de vida activa, las monjas de los monasterios de
clausura: agustinas, justinianas, clarisas, capuchinas, dominicas,
benedictinas, carmelitas descalzas, cistercienses y concepcionistas residentes en la Diócesis de Cartagena.
“Con el permiso correspondiente pudieron salir de sus monasterios para
participar en la celebración”, asegura el delegado de Vida Religiosa,
Miguel Ángel Gil, quien explica además que la celebración fue de
especial júbilo, “las monjas de una comunidad saludaban a las de otra
con mucha alegría porque era la primera vez que se veían tras muchos
años de clausura”.
El Obispo de Cartagena agradeció la amplia participación de
religiosas y religiosos como un signo de unidad y comunión, como una
representación de las obras de misericordia que se están realizando en
la Diócesis. Les animó a permanecer en el Señor sobre todo cuando se
presenten momentos en los que sientan que las personas no valoran o
entienden su vocación.
Al finalizar la homilía, religiosas y religiosos renovaron su consagración al Señor.
El
delegado de Vida Consagrada valora muy positivamente el Año de la Vida
Consagrada, tanto las actividades y celebraciones que se han realizado,
como que “ha sido un tiempo de análisis de la realidad de cada orden,
cada comunidad y a nivel personal, y les ha servido para seguir
trabajando con esperanza ante el futuro”.
Aunque el Papa clausurará mañana, 2 de febrero, el Año de la Vida
Consagrada en Roma, el Obispo de Cartagena adelantó esta celebración para favorecer la participación de los religiosos y
religiosas que trabajan en colegios u otras realidades.
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