Habría que preguntarse cuál es el
criterio para componer los debates y el ofrecimiento de las
oportunidades de expresión a las distintas fuerzas políticas que
concurren a las elecciones del 20D. Porque, según donde reparemos, nos
encontramos con que prima la pulsión de las encuestas sobre el
formalismo de la composición parlamentaria saliente; en otros casos, es
al revés y, en otros muchos, ambas concepciones aparecen mezcladas.
Los
debates a cuatro se plantean sobre el supuesto de lo previsible: los
dos partidos tradicionalmente mayoritarios (PP y PSOE) más las dos
fuerzas emergentes que los flanquean (Ciudadanos y Podemos). Los debates
a seis -todos los mencionados anteriormente más IU y UPyD- contemplan
la razón demoscópica más el cumplimiento de la cortesía con las fuerzas
de ámbito nacional que han mantenido una representación minoritaria en
la última legislatura.
Los debates a dos -PP y PSOE-, como el previsto
para el próximo lunes, siguen el trazado de siempre, en el que se
enfrentan las que desde la Transición han sido fuerzas alternativas de
Gobierno, sin atender a posibles modificaciones de ese esquema por la
emergencia de nuevos partidos que ya han dejado impronta de su ambición
de gobierno en las municipales y autonómicas o en las más recientes
elecciones al Parlamento de Cataluña. Pero no se celebran debates que se
atenga exclusivamente al criterio de la última composición
parlamentaria; al menos, no tengo noticias de un debate PP-PSOE-IU-UPyD
con exclusión de Ciudadanos y de Podemos.
Lo común es el ninguneo
a IU y UPyD a cuenta de que las encuestas los condenan a una
representación muy escasa en el caso de la primera y nula en el de la
segunda. Pero es cierto que las encuestas condicionan por sí mismas.
Basta que se imponga esta percepción, que inicialmente puede ser o no
real, para que posteriormente arraigue. El elector inicialmente
predispuesto a votar a cualquiera de estas fuerzas puede acabar siendo
persuadido por las encuestas de que su decisión será infructuosa, y así
se produce el fenómeno de pez que se muerde la cola: las encuestas
señalan que no obtendrán representación y no obtendrán representación
porque lo señalan las encuestas. Y una cosa que sabemos es que las
encuestas no son inocentes. Las encuestas sondean el voto, pero también
lo dirigen.
UPyD es un partido de centro o de centro derecha,
laico y con muchos componentes progresistas, pues nació con vocación de
transversalidad. Pero no es 'lo que queda de Ciudadanos'. Ciudadanos lo
ha ocupado en parte de su programa, en la captación de un buen plantel
de sus dirigentes, en el aprovechamiento de su experiencia y en la
utilización de sus modos de organización, pero no se lo ha llevado
entero. Si escuchamos a su actual líder, Herzog, en algunas de las
ventanitas que todavía se le prestan atenderemos a que su programa
mantiene líneas insólitas que ninguna otra organización secunda.
Ejemplos: la unidad fiscal de las autonomías, con la supresión de los
privilegios de financiación del País Vasco y Navarra, y la
recentralización de las competencias de Sanidad y, sobre todo, de
Educación para promover la igualdad de los ciudadanos en el disfrute de
los servicios básicos del Estado. Este es un programa 'peligroso', y no
es extraño que se desatienda el debate que tales propuestas provocarían.
En
cuanto a IU, parece claro que en esta fase dispone de un líder con una
gran capacidad de conexión con las ideas latentes en los sectores más
interesados en la política como palanca de transformación social y que, a
diferencia de Podemos, la fuerza que la ha suplantado, no se ha
sometido al tactismo que podría acabar desdibujando sus posiciones.
Garzón es un hallazgo muy importante, que mantiene la radicalidad de una
fuerza netamente de izquierda con naturalidad y razonabilidad. Es un
líder muy valioso que podría quedar oculto por la potencia del
espectáculo que proporcionan las cuatro fuerzas políticas principales.
Si la izquierda lo abandona incurrirá en derroche, y no son muchas las
oportunidades para su rearme. Tengo la impresión de que IU mantiene
significativos elementos programáticos que hicieron crecer inicialmente
de manera espectacular a Podemos, pero que éste modificó con la
consecuencia de ir a la baja y que revitalizados por IU no crepitan.
Misterios.
En definitiva, la exclusión de UPyD, a un lado del espectro político, y de IU, al otro, de los centros mediáticos de promoción electoral podría ser no del todo inocente a la vista de las potentes y diferenciadas características de ambas fuerzas respecto a las demás. Ambas formaciones traen ideas, que es lo que nunca sobra.
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